Olviden el alargamiento de pene, ¡yo quiero que me encojan las orejas!”, dijo alguna vez el columnista del diario The Times, Matthew Parris. El periodista notó, con preocupación, que sus orejas se agrandaban a medida que envejecía. “Estaban grandes, pero ahora es vergonzoso. ¿Hay alguna pastilla para encogerlas?”, se preguntaba alarmado.
Coincidencialmente, al mismo tiempo que Parris se alarma por este nuevo signo que delata el paso de los años, se cumple el vigésimo aniversario de uno de los primeros estudios sobre el tamaño de las orejas.
En julio de 1993, James Heathcote, médico en Londres, Inglaterra, y sus colegas se dieron a la tarea de observar y medir las orejas de un grupo al azar de 206 pacientes mayores de 30 años de ambos sexos. Los médicos concluyeron que esta parte del cuerpo creció en un promedio de 0,22 milímetros por año – un centímetro en 50 años.
Estos hallazgos fueron respaldados por un estudio japonés hecho en 1996 y otro italiano en 1999. El último encontró que las orejas de los hombres son significativamente más grandes que las de las mujeres, que tienden a crecer con la edad y que este aumento ocurre en ambos sexos.
Contrario de lo que nota Parris, esto no es algo que les sucede solo a los viejos.
Crecen con nosotros
Se han planteado varias razones para este fenómeno.
Las orejas y la nariz comienzan a colgar con la edad porque la pérdida de elasticidad de la piel se suma al efecto de la gravedad. Otra teoría más controversial consiste en que, a diferencia del hueso, el cartílago sigue creciendo, pero hay poca evidencia que la respalde y algunos investigadores dicen que el cartílago que forma la nariz y las orejas es reemplazado, pero no crece.
La buena noticia para Parris es que la cirugía plástica detiene el crecimiento y cada día es más común. Quienes se la realizan lo hacen con el fin de revertir los efectos de la gravedad, la edad y los aretes pesados.
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