adornen su cuerpo como sí hacen el resto de mujeres. Después de la muerte de sus maridos, las dos tuvieron que sufrir un ritual traumático en el que las mujeres de sus familias y sus vecinas les rompieron las pulseras que lucían, y así cualquier persona puede saber su condición de viudas con sólo mirarlas. “Es la tradición, si no lo cumplo la sociedad no me acepta”, explica Gangarathna. Aún así, esto es lo que menos importa a las dos mujeres que hoy luchan por salir adelante.
Ganarse la vida y el respeto
Kullayamma cobra una pensión del Gobierno de Andhra Pradesh de 200 rupias al mes (2’50€). A pesar de lo escaso de esta ayuda, es afortunada porque el sistema de pensiones del gobierno central tan sólo la entrega a las viudas de entre 40 y 59 años. Sin embargo, esta ayuda no garantiza la supervivencia de las mujeres ni de los hijos que tienen a su cargo. “El principal problema al que me enfrento es la pobreza, porque si tuviera dinero todo el mundo me respetaría”, afirma Kullayamma. El caso de Gangarathna, que acaba de regresar a su aldea, fue detectado recientemente por el personal de la FVF, que la está ayudando a sumergirse en la burocracia para que también se beneficie de esta pensión. Recibe una ayuda nutricional de la Fundación, que consiste en 5kg de raggi (cereal nutritivo), 5kg de arroz, dos litros de aceite, 15kg de lentejas y 5kg de trigo al mes. En los próximos meses entrará a formar parte del sangham de su pueblo para reforzar su autoestima, participar en la comunidad e iniciar proyectos de ahorro.
“Reducir la exclusión social y el estigma que sufren las viudas y asegurarnos de que disfrutan de los derechos que les corresponden es uno de los principales objetivos de la Fundación”, explica Doreen Reddy, directora del sector de Mujer. Kullayamma ya participa con su sangham en el programa “De Mujer a Mujer”. Con el dinero que ahorre en estos siete años quiere construir una casa que le de seguridad, una vida digna para ella y su hija y ganarse de nuevo el respeto de sus vecinos. “Si consigo una casa muy bonita todos en el pueblo me hablarán”, afirma la mujer, que a pesar de las dificultades no pierde la esperanza de romper con los prejuicios de una sociedad que la ha condenado a la marginación por el simple hecho de vivir más tiempo que su marido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario