LA IDIOSINCRASIA.
Vivimos en un gran país, que tiene de todo y que puede alcanzar para todos, que muchos envidian, pero a su vez es sinónimo de burlas por la idiosincrasia nacional.
Idiosincrasia, que proviene de un vocablo griego que significa “temperamento particular”, es un término vinculado al carácter y los rasgos propios de una persona o de una colectividad.
La idiosincrasia suele contemplar cuestiones que, aunque son distintivas de un sujeto, son consideradas desde un punto de vista subjetivo. En el caso de la idiosincrasia de un grupo social, se corre el riesgo de caer en el estereotipo ya que no todos los sujetos presentan los mismos rasgos. Se trata de señalar algunas características comunes y compartidas por un gran número de integrantes de una comunidad, estado o país.
Muchos alguna vez hemos renegado de alguna actitud que no nos a parecido de nuestros familiares, amigos, compañeros, vecinos, pero se nos olvida que también alguna ocasión hemos repetido esa acción y hemos sido objeto del escarnio de quienes la hayan presenciado, pero eso no lo recordamos.
Comienzo con este punto, nos quejamos siempre de lo que hacen otros, pero olvidamos que hacemos lo mismo, o incluso, algo peor.
Creemos merecer todo, no hay respeto por los demás y eso implica que tampoco nos tenemos respeto, porque todo debe girar en un círculo, si respetas, respeto recibes, si no lo haces tú, nadie lo hará tampoco por ti.
Es común observar como peatón o como conductor, que no se respetan las señales viales, que todos llevamos prisa, que nos importa poco estorbar al que viene detrás y peor aún si nos hacen alguna observación de que estamos mal, reaccionamos muchas veces de manera agresiva verbal y/o física.
Otra manera cotidiana de actuar, es en las reuniones (llámese sociedad de padres de familia, grupos, asociaciones, etc.) a pesar de que nos afecten los dirigentes con sus decisiones, en el momento oportuno no lo afrontamos, y si alguna persona opina lo mismo que estamos pensando, no lo apoyamos porque tenemos miedo de que los demás nos miren feo y sobretodo, los que presiden. Pero afuera cuando ya no hay remedio, comentamos y hablamos que está mal, pero en su momento somos incapaces de defender nuestro derecho.
Es común adoptar modas extranjeras, pensando
que son superiores a nosotros, y denigrando lo hecho en el país, usando el
término despectivo de naco, cuyo significado no es lo que queremos expresar de
manera peyorativa. Pero se les olvida que en todos los países es igual.
Lo curioso es que sí sabemos comportarnos, porque así se ve cuando salimos al extranjero, pero en nuestro país no lo hacemos. ¿Será por lo frágil de nuestras leyes, reglamentos, reglas y tibieza de nuestros gobernantes?
Estos son pequeños ejemplos de lo que ocurre en
nuestro entorno de manera cotidiana, que nos impiden muchas veces, lograr
nuestras metas o mejorarlas, por tener miedo de expresar nuestros deseos, por
dejarnos guiar por otros sin defendernos, por permitir la corrupción dando
“mordidas” por no perder tiempo en realizar nuestros trámites, por no saber
escuchar, por no saber observar, por no tener tiempo para reflexionar todo lo
que vemos, oímos y hacemos y sobretodo no tener el valor de ir cambiando poco a
poco lo que sabemos que está mal, y mientras no lo hagamos, seguirá cobrando
fuerza la frase: “tenemos lo que merecemos”.
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