¡Despierta ciudadano!
¿Por qué cuesta tanto la felicidad? Es una pregunta interesante, porque los seres humanos somos tan raros.
Primero, acostumbramos hacer lo raro, lo prohibido, lo que afecta nuestra mente y salud, mental y corporal. Después queremos hacer hasta lo inimaginable, con la finalidad de recuperar lo que ya no se puede hacer.
¿Lo dudas amable lector? Desde que tenemos uso de razón, conocimiento de la vida, hemos oído a nuestros padres, familiares, amigos y/o gente extraña, decir que la gordura es salud. Cuando ven a un niño más gordo que la mayoría, lo primero que externan es: que niño tan saludable, está lleno de vida. Cuando la verdad es que esa criatura, está yendo directamente a la enfermedad y quizás hasta la muerte, porque si continúa comiendo en exceso, sin ser debidamente vigilado por un médico honorable, de esos que hay pocos, muy pocos. Me refiero entre otras cosas, a que sea un médico que cuida su salud, no a la mayoría de esos que tienen obesidad, que se contradicen al dar un diagnóstico contradictorio, por un lado piden que otros se cuiden y por el otro, ellos mismos no lo hacen. No puede haber credibilidad y confianza en ese tipo de individuos que nada bueno aportan a la sociedad. Asimismo, si pertenecen a una institución de salud, tales como el IMSS, ISSSTE, Hospital Civil, clínicas privadas, y donde el director de la misma, sea un individuo con esas características, dando al final el mismo resultado negativo. Pero así es la sociedad mexicana.
Caso contrario hacen cuando ven a un niño delgado, pero lleno de vida, comentan, pobrecito, ¿está enfermo? La sociedad mexicana es tan contradictoria en todo, por eso no crecemos como Nación, ni en lo individual, porque se acostumbra darle más credibilidad a lo que opina la mayoría que a su propio razonamiento de las cosas.
Lo anterior, va dando
como resultado que el individuo se vaya haciendo cada vez, más flojo, que se
evite la fatiga para pensar, para analizar, para reflexionar, para comprobar
que lo que ve, toca, escucha, es así o diferente. Además, en las escuelas, de
por sí, no fue muy seguido, pero antes si se obligaba al estudiante a pensar un
poco las cosas, antes de responder, en la actualidad, los profesores, están en
el club de la flojera y entre menos hagan, para ellos es mejor. Por
consiguiente, ya no hacen pensar a los alumnos, ya no les importa que estos
aprendan, vaya ni siquiera los quieren reprobar, para ellos no perder el tiempo
es primordial, lo único que desean es descansar, ganar y si es con el menor
esfuerzo, es mejor. Ya no hay esa vocación de antaño, ahora quieren ganar más y
trabajar menos. Ahora con la “pandemia”, los estudiantes mexicanos, se han
atrasado y retrasado, por lo menos 10 años más, sumados a los que ya la
educación tenía. Ya les gustó, cobrar sin tener que levantarse para asistir a
las clases presenciales, hay docentes que, vaya ni se cambian en el día a día,
porque como no tienen necesidad de salir, esto amable lector, va a influir en
el regreso presencial de las clases, no quieren hacerlo. El mexicano que no
hace las cosas con pasión, con amor a si mismo, rápidamente se acostumbra a lo
malo, lo pésimo, lo negativo y cuesta tanto ubicarlo a lo que hacia.
En este caso, los que están sufriendo y sufrirán las consecuencias de estos actos irresponsables, son los alumnos, principalmente los más pequeños, porque aún no están maleados, aun creen que pueden comerse el mundo y cumplir todos sus sueños. Lo que es verdad, pero tarde o temprano los adultos, que están en contacto cercano con ellos, se encargarán de convertirlos en seres mediocres, grises, como la mayoría de ellos, esos seres que no trabajan por convicción, si no por necesidad, esos individuos que no tienen objetivos en su grisácea vida, que solo trabajan por obligación, ya que si no lo hacen no comen y si tienen familia, no pueden mantenerla, no pueden darse esos lujos inmerecidos que se dan, gastando más de lo que ganan, buscando artimañas para dejar de pagar sus deudas y demás obligaciones contraídas.
Esto, también es corrupción, así como dar a la gente ayuda económica sin tener que dar algo a cambio, y peor aún cuando se le da a los jóvenes, porque se les fomenta la flojera, se les dan armas para ser unos mediocres en el futuro, carentes de la mínima iniciativa para emprender algo que les beneficie o que beneficie a una cantidad de personas. Pero, como siempre, esto, quienes se benefician, lo aplauden, lo defienden, lo anhelan, no alcanzan a percibir el daño que se están haciendo para su futuro.
Tanto a los gobernantes, como a los empresarios exitosos, esto les conviene, entre más ignorante sea la gente, mejor para ellos, unos porque pueden hacer y deshacer con el país lo que desean, otros porque pueden acrecentar sus cuentas bancarias y la creación de más negocios, gracias a la estupidez de la mayoría. Que no tiene ambición, ya en otra ocasión, señalé que la ambición no es mala, es algo que hace mejor al ser humano y por consiguiente, en su conjunto, contribuye a ser un mejor país.
Para la mayoría, cuesta trabajo adaptarse a los cambios, pero cuando hay objetivos, mentalidad fuerte; se puede, de lo contrario, no existirían jóvenes triunfadores y brillantes, aunque cada vez son menos, aún los sigue habiendo. Mayoritariamente, son los hijos de gente similar. Para identificar a la gente, solo basta observar y aplicar la lógica, es algo muy sencillo, cuando se tiene la capacidad de mirar a la gente que nos rodea y sobre todo, aquella a la que acabamos de conocer. Un dato importante, es detenerse a pensar que aquellos que no paran de hablar, de que hacen y deshacen, son todo lo contrario y que lo que cuentan, es lo que más desean, pero no lo son, es lo que más envidian de los demás y posiblemente de tí. Ponte alerta y aléjate de ellos, porque no son de confianza y te puedes arrepentir de intimar con ellos. ¡Ánimo!
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