La historia de Jenney…
Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
30 OCT. 2021.-Quiero aprovechar el espacio para relatar una parte de la vida de una joven mujer, que ha tenido demasiados sobresaltos en su corta existencia. Su nombre es Jenney.
Es la mayor de tres hermanas, se llevan aproximadamente dos años una a la otra. Sin embargo, su madre no la quiere, ni la ha querido, quizás, porque siente que le vino a cambiar la vida, cuando en realidad las culpables de los éxitos y fracasos son esas madres solteras que no analizan antes de traer hijos son hogar al mundo. Acaba de cumplir 27 años, es una joven normal, tiene la belleza que da la juventud.
Pues bien, nuestra protagonista recuerda que cuando tenía seis años, su madre, la tomó del brazo, junto con sus escasas pertenencias (ropa y zapatos) y la llevó a la casa de su abuela (materna, obviamente), diciéndole a la señora que se la regalaba, que ya no la aguantaba, que comía mucho, que era floja, desobligada y un montón de mentiras que a esa edad no suceden, encontrándose con la mala fortuna de que su propia abuela la rechazó, no la quiso cuidar ni tener en su hogar (si a eso se le podía llamar hogar), teniéndose su madre que regresar con ella a su casa.
Lo que hizo la mujer, a partir de ese día, fue conseguirle un trabajo por la tarde noche, con una comerciante que vendía globos en el parque, de esos que nunca faltan, así que Jenney, por la mañana asistía a la escuela y por la tarde noche trabajaba, dejándola libre después de las nueve de la noche, así que normalmente, en la escuela se estaba durmiendo por el cansancio arrastrado, además por esa escasa edad que tenía, por supuesto, su salario lo recibía su madre, quien le daba rara vez algún dinero o le compraba algún dulce o pasatiempo.
Así fue creciendo, cambiando de empleos, ya que por su edad no cualquiera le daba uno, pues legalmente es un impedimento la minoría de edad. Con traspiés y todo terminó la primaria, e inició la secundaria, sin embargo, estando en el segundo grado, y debido a sus trabajos de las tardes, conoció a un muchacho tres años mayor que ella, que llegó al pueblo a vender artesanías de otro municipio, se hicieron novios y como su situación amorosa familiar, no era para nada buena, en la primera oportunidad que su novio, le pidió irse a vivir con él, ella sin pensarlo, le dijo que sí, se pusieron de acuerdo y se la llevó. Él era de un municipio, ubicado a tres horas aproximadamente de camino, separado por cuatro municipios pequeños. La suegra la recibió, se cayeron bien, como se dice comúnmente, se casaron, sin embargo, ella, no quería tener hijos, pero no se lo decía a su marido, a escondidas utilizaba la famosa pastilla del día siguiente (de la Y), pasaron siete años de matrimonio y aunque la relación era agradable entre todos, (vivían en la casa de los suegros), el deseo más grande de un hombre es tener hijos, el muchacho no aguantó más y estalló al darse cuenta del juego de Jenney, el pleito fue duro, salieron a relucir los traumas infantiles de nuestra amiga, y aunque aparentemente, ambos iban a ceder en sus errores, transcurrió un año más sin que se lograra embarazar. Lo que provocó un nuevo pleito marital, pues él pensaba que se seguía cuidando a escondidas, a pesar de haber aceptado tener familia, y ella, ya no lo hacía, pero quizás por el tiempo que estuvo abusando del anticonceptivo no se podía embarazar, o quizás como nunca se trató, en verdad tenía un mal, que de todas formas, le impediría convertirse en madre. Además en la actualidad, tampoco se acercaron a algún médico, debido a su precaria situación económica y a que esos tratamientos son demasiado costosos.
Y como te imaginarás, amable lector, él conoció a otra mujer, empezaron a salir, hasta que hace unos tres meses, se lo dijo a su esposa, por supuesto, discutieron, hubo gritos, llanto y más, ella se regresó a su hogar materno, ahora sí su madre la recibió, pero con la condición de que debería trabajar y darle dinero.
Actualmente, Jenney está trabajando, todo lo que gana se lo quita su mamá, como lo hacía muchos años atrás, y de vez en cuando le deja unos pocos pesos para ella, a pesar de que apenas tiene tres meses, ya no soporta esa situación, sin embargo, su marido, ya tiene a la otra viviendo con él, entonces no se puede regresar a su “hogar”, por lo que está pensando en buscar un espacio para rentar y salirse de la casa de su madre. Ahora sus hermanas ya están juntadas, rentan por separado, cada quien con su pareja, pero recientemente su madre, anda con la idea de irse a vivir ambas, con su hermana la menor y su pareja, lo que le parece realmente mala idea, pero eso trae en la cabeza su madre, importándole poco lo que piense su yerno. Así de autoritaria es la señora.
Ese es el dilema en el que se encuentra Jenney, en verdad, cuántas historias tristes podemos encontrar a nuestro alrededor, cuántos padres traen al mundo a vidas que solo destruyen desde que nacen, por no fijarse en las consecuencias, además de que la naturaleza, Dios o el universo (en lo que cada uno crea), es injusta, porque a la gente sin futuro les entrega muchos hijos y a los que sí lo pueden tener, los deja sin familia, teniendo algunos que adoptar, pero no es lo mismo. Un hijo propio es el mejor regalo que podemos recibir.
Así que, inteligente lector, te invito a que a partir de hoy, hagas lo siguiente, si vas por la calle y aunque no conozcas a la gente, si notas algo que te agrade de ella, sea la sonrisa, su manera de caminar, su forma de vestir, lo que sea, o simplemente, por bondad, dile algo bonito a esa gente, ya que nunca sabemos si unas palabras agradables pueden cambiar el mundo de los demás, estoy seguro que sí. Basta ya de seguir interesándonos en las cosas tristes, malas, desagradables, aunque sea poco a poco, hay que empezar a cambiar nuestro entorno, nuestra, vida, nuestro mundo. Muchos te lo agradecerán y tú te sentirás mejor. ¡Hazlo!