CONFLICTOS DE INTERÉS.
Ésta semana quiero aprovechar este espacio para analizar una frase que durante los meses previos a las elecciones federales (aunque hubo estatales también) fue parte importante, para algunos, al revelarse misteriosamente, las propiedades de la actriz Angélica Rivera, para muchos, primera dama del País y de Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, haciéndose escarnio en las redes sociales con los famosos y comentados memes, respecto a ellos.
Esta es, los conflictos de interés, son aquellas situaciones en las que el juicio de un sujeto, en lo relacionado a un interés primario para él o ella, y la integridad de sus acciones, tienden a estar indebidamente influenciadas por un interés secundario, el cual frecuentemente es de tipo económico o personal. Es decir, una persona incurre en un conflicto de intereses cuando en vez de cumplir con lo debido, podría guiar sus decisiones o actuar en beneficio propio o de un tercero.
Los conflictos de intereses están presentes en numerosas decisiones de la vida de profesionales, directivos y empleados, así como de las empresas y organizaciones, públicas o privadas. Un ejemplo de conflicto de intereses es: Ser director de una empresa y, al mismo tiempo, ser socio de otra empresa proveedora de la que se dirige. En algún momento, ante tal circunstancia, se tendrán que tomar decisiones en relación a los proveedores, y las siguientes preguntas seguramente surgirán: ¿Qué se privilegiará? ¿La empresa que se dirige o la empresa de la que se es socio?
Así pues, lo que la ética recomienda es que actuemos con criterio preventivo, y reconozcamos públicamente que una situación dada puede presentarnos un potencial conflicto de intereses y lo apropiado es abstenerse de dar un juicio, opinión o posicionamiento ante tal situación.
Pueden surgir riesgos de conflicto de interés en dos niveles:
Como conflictos de intereses
institucionales,
Como conflictos de intereses personales.
Un Conflicto de interés institucional surge cuando, como resultado de otras actividades o relaciones, una organización no puede prestar servicios imparciales, la objetividad de la organización para realizar la labor correspondiente al mandato se ve o puede verse afectada, o la organización tiene una ventaja competitiva injusta.
Un conflicto de interés personal es una situación en que los intereses privados de una persona —como relaciones profesionales externas o activos financieros personales— interfieren o puede entenderse que interfieren con el cumplimiento de sus funciones oficiales.
En tanto los funcionarios deben tratar siempre de evitar las situaciones en que se beneficien personalmente o permitan que otros se beneficien personalmente con las decisiones que adopten en nombre de la Dependencia, o Institución. Es necesario que tengan conciencia de lo que sus acciones, a falta de una explicación, pueden parecer a otros o ser interpretadas por ellos. En ocasiones la percepción de un conflicto de interés plantea tanta preocupación ética como un conflicto efectivo de interés. Las situaciones de conflicto de interés no implican necesariamente una actuación errada. No obstante, si no se determinan o gestionan de manera apropiada, pueden comprometer la labor y la integridad del área en que se desempeñan. Cuando cada uno de los servidores públicos, con capacidad de decisión, debe evitar la percepción y la realidad de un conflicto de interés pudiendo ayudar a preservar su independencia e imparcialidad. Uno de los pasos clave para evitar o resolver un conflicto de interés consiste en velar por los intereses de la dependencia, área o institución por encima de los propios.
Lo que
desafortunadamente, amable lector, es muy difícil que suceda, y no porque los
empleados, servidores o funcionarios sean corruptos o ellos lo provoquen, sino
porque los interesados, clientes o usuarios, ofrecen dádivas de diferente
monto, con la finalidad de que su asunto, proyecto o actividad sea resuelto con
rapidez y sobretodo, en la manera que lo desean. Es decir, muchos casos de
estos conflictos de intereses institucionales, (que son los más satanizados),
son propiciados por los ciudadanos comunes y corrientes, aunado con la
debilidad de los que representan al gobierno, al aceptar, mientras no aprenden,
lo que los otros les dan, después se vuelven expertos y ahora sí, son ellos los
que piden y no poca cosa, pero siempre lo van a negar, y eso es en los tres
niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), así como en los tres
poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) no privativo de uno solo.