Capacidad y política en México.
El
tema que analizo es el más frecuente y recurrente en cualquier área laboral,
pero más en la política, pero quien es el responsable es el que por necesidad,
por incapacidad o por ignorancia, se presta a los juegos perversos de estos
personajes.
La
gente sin cultura, sin capacidad de razonamiento, sin iniciativa, sin
preparación, es la que desde fuera del campo de la política, desea ingresar a
ella, y no hablo como dirigente de grandes ligas, aunque se han dado casos,
rarísimos, sino como un simple sirviente, quieren formar parte del presupuesto
público, porque como dirían los antiguos, vivir fuera del presupuesto es vivir
en el error.
Para
ello, son capaces de hacer lo que les pidan, lo que les ordenen, porque su
escasa materia gris solo está fija en los pocos pesos que sin mucho esfuerzo se
va a ganar.
De
ahí que encontremos a muchos individuos con primaria, secundaria, bachillerato
o licenciatura trunca, ocupando espacios dentro de cualquier nivel de gobierno:
federal, estatal o municipal, haciéndose famosa la frase de que todos son
señoritas, ingenieros y licenciados (los llamados disel, porque dice el que
es…), pero también están los YVM (Y veme a traer…) etcétera. Porque la
costumbre los profesionaliza, además de que ante los ojos de los clientes, no
quieren pasar como ignorantes.
Dadas
las preferencias sexuales de los jefes, es lo que abunda en las diferentes
oficinas de la administración pública, si son homosexuales, obvio, hay más
jovencitos atléticos, bien parecidos y sobretodo, bien vestidos, cuya única
capacidad es la de satisfacer las fantasías escondidas de su protector. Caso
contrario, se llena de las famosas, desde hace un tiempo, barbies: jovencitas,
delgadas, curvilíneas, vestidas coquetamente, hermosas por el maquillaje o por
la cirugía estética, cuya capacidad, es saber preparar café, caminar
seductoramente y endulzarle la vida a su patrón, ustedes se imaginan como,
amables lectores.
Por
otra parte, estos individuos se acostumbran a todo y siempre están dispuestos a
todo, así como también saben que van a ganar mucho, poco y nada, cuando estén
en la banca, o cuando su juventud y belleza se hayan marchitado, pero aun
sabiéndolo, no están acostumbrados a ahorrar, no es una costumbre sana de los
mexicanos. Por lo que todo se lo gastan, así como lo ganan, de ahí otro dicho
popular: lo del agua, al agua.
Los
que no tienen esa suerte, de ser agraciados o dispuestos a todo, ven las
acciones desde fuera y cuando se llegan a enterar de los sueldos de estos
sirvientes, que dicho sea de paso, tampoco son la maravilla, pero para el que
no gana o gana menos, siempre resulta exorbitante, y peor aún llegan a
comentar, yo trabajo de eso por la mitad del salario. Una mentalidad pobre y de
pobre, sin duda alguna, esa mentalidad que nos mantiene como una economía
emergente, tercermundista, decían antes.
Ese
es un extremo. Por el otro lado, está lo contrario, gente preparada, con
ambición (ya he dejado claro, que la ambición no es mala como nos han enseñado,
sino una cualidad que todos deberíamos tener para lograr mayor plenitud y
abundancia), con valores cimentados, esa que por sus buenas notas universitarias,
cae en la administración pública, como asistente de los políticos, que en su
mayoría carecen de preparación, cultura y los valores necesarios para ser
grandes seres humanos, entonces estar ahí, resulta un martirio, para aquellos
que no encuentran otra oportunidad de trabajo o que no cuentan con los medios
económicos necesarios para emprender otra tarea.
Estando
ahí, se dan cuenta de cómo se mueve la política, comprobando por ellos mismos,
lo que siempre se ha dicho, que ésta, está peleada con la capacidad, salvo
honrosas excepciones, y estos son los que llegan a cardenales (secretarios de
Estado, con opción de ser considerados presidenciables) y presidentes de la
República. Es decir, poquísimos.
Un
ejemplo de un amigo, que alcanzó una posición principal, dentro de un
Ayuntamiento, fue propuesto por los regidores y el síndico electos, del partido
del alcalde, por lo que no tuvo más remedio que proponerlo ante los ediles de
oposición, quedando por unanimidad, sin embargo, el alcalde, un marinero con
estudios en ingeniería, lo tomaba como su secretario particular, no lo dejaba
ejercer libremente sus funciones, intrigaba en su contra, lo vigilaba más de la
cuenta, quería estar enterado de todo lo que este profesional, abogado de
profesión, realizaba, hasta en sus ratos de asueto. Esto fue provocando
fricciones, porque el alcalde, desde su juventud fue un rebelde, que ingería
drogas y consumía alcohol en dosis superiores a las normales (me refiero al
alcohol, porque las drogas jamás son recomendables), de ahí que lo mandaron a
la marina para quitarle, lo vicioso, pero eso ya no se quita, se controla a
voluntad (o a la fuerza), pero nunca se deja de ser. Pues bien, sus vicios
fueron aumentando, su agresividad también, y como tenía dinero, estos
resultaban más caros, al nivel de talquearse la nariz en plena oficina pública.
Hasta que un día explotó la bomba y al no tener la necesidad de estar
aguantando a gente incapaz, incompetente, viciosa y corrupta, decidió alejarse
de la política y de la administración pública, lo que pocos, muy pocos, tienen
esa fortaleza, esa cualidad y ese valor de mandar por un tubo a esos sujetos
que en su mayoría integran la fauna política mexicana. Buscando otras
alternativas que a futuro son mejores que pertenecer a lo que todos los
ignorantes desean ingresar: la administración pública.
Amables
lectores, no se quiten la idea de que la administración pública es lo peor que
existe, lo que si quítense de la cabeza, es el deseo de formar parte de ella,
porque igual es de lo peor, para estar ahí necesitas perder tu orgullo, la
dignidad y los pocos o muchos valores que tengas cimentados, pero si estás
dispuesto a todo, adelante, es tu decisión y tarde o temprano pagarás las
consecuencias.