HOMO STULTUS
Un libro breve, divertido y explosivo, que se lee de un tirón pero que no se olvida fácilmente. Allegro ma non tropo, de Carlo M. Cipolla.
El autor aclara que su ensayo no es producto del cinismo ni un ejercicio de derrotismo social. Es un esfuerzo constructivo que trata de neutralizar una de las oscuras fuerzas que impiden el bienestar y la felicidad del hombre: la estupidez humana.
Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo. Así personas que uno ha considerado racionales, de pronto se manifiestan inequívoca e irremediablemente estúpidas. Por otro lado. Día tras día, vemos como de improviso en los lugares más importantes, aparecen individuos obstinadamente estúpidos que entorpecen y obstaculizan nuestra actividad.
La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra de sus características. Independientemente de condición laboral, género, nivel económico, escolaridad, cultura o cualquier otra variable de base, existe un coeficiente de estupidez que se manifiesta en un porcentaje constante. Esta es una ley de hierro y no admite excepciones.
Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, y a veces incluso obteniendo un perjuicio. Hay ocasiones en que desgraciadamente hemos estado relacionados con algún individuo que consiguió una ganancia, causándonos un perjuicio a nosotros, en ese caso nos topamos con un malvado. Si en otro momento, un individuo realizó una acción cuyo resultado fue pérdida para él y una ganancia para nosotros, habríamos entrado en contacto con un incauto. Finalmente pudiésemos haber conocido a una persona responsable de una acción, de la que ambas partes hubiésemos obtenido algún provecho, entonces habríamos tratado con una persona inteligente.
Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error. Nuestro autor afirma que debido al comportamiento errático del estúpido, no se pueden prever todas sus acciones y reacciones y más tarde o más temprano, uno se verá arruinado y destruido por sus imprevisibles acciones.
La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. Su corolario sería: el estúpido es más peligroso que el malvado. Como ocurre con todas las criaturas humanas, también los estúpidos influyen sobre otras personas con intensidad muy diferente, en otra época a través de las clases y las castas, en el mundo industrial moderno, con los partidos políticos y la burocracia las cuales ocupan su lugar.
En el seno de un sistema democrático las elecciones generales son un instrumento de gran eficacia para asegurar el mantenimiento estable de la fracción de estúpidos entre los poderosos. Una parte de las personas que votan son estúpidas y las elecciones les brindan una magnífica ocasión de perjudicar a todos los demás, sin obtener ningún beneficio a cambio de su acción. Socializan su estulticia.
Sin negar que la inmensa mayoría de personas con las que tenemos relación por regla general sean generosas, buenas e inteligentes, las líneas precedentes pueden movernos a reflexión.
“Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener
un piano no lo vuelve pianista.”