El mexicano corrupto.
Con el combate reciente al robo de combustible, mejor conocido como huachicoleo, México vuelve a figurar en el escenario mundial como lo que nos distingue desde antes, como un país corrupto, tramposo, pobre de mentalidad, y cualquier adjetivo negativo que te llegue a la mente, estimado lector.
Como he señalado en anteriores ocasiones, a nadie le gusta escuchar la verdad, y menos a los mexicanos, es un tema que pretenden olvidar, imaginándose como seres inmaculados, extraordinarios, fuera de este mundo, pero la realidad dista de serlo, por tantas acciones que realizamos, que van desde lo que se pretende minimizar, señalando como insignificancias, hasta lo que estamos viviendo estos días, sobre todo en los estados en que se está viviendo el desabasto de combustible, porque no solo es gasolina, aunque es la más usada, y aquí comienzo con ponerle un tache al gobierno federal, porque insisten en llamar de otra forma a la escasez del mismo. Es una práctica muy nacional, el manejar eufemismos para tratar de disfrazar la verdad, la realidad.
Siguiendo con el análisis de hoy, a nivel mundial, no nos caracterizamos por ser un ejemplo para nadie, al contrario, los extranjeros comunes (ya he dicho que ningún prestador de servicios va a externar su opinión real, porque llevando dinero para gastar, te reciben bien), prefieren darle la vuelta a un nacional y ahora con las imágenes reales o exageradas que aparecen en los medios de comunicación, aunado a las opiniones del presidente y sus subordinados, de los bots (cuentas falsas) del internet, las fake news, los memes de las redes sociales, han colocado al país en una situación de descrédito mayor como Nación. Y en eso la gente que lo hace no se detiene a pensar en el daño que le causa a un país que no termina de salir de su mediocridad, oscuridad y medianía.
Sé que la gente que no ha tenido la oportunidad de salir al extranjero, duda de mis palabras, aunque los ejemplos aparecen en la televisión, principalmente en los temas deportivos, lo vemos frecuentemente en el futbol, que es el deporte más visto y practicado por los mexicanos. Recientemente hay varios futbolistas en el balompié europeo, pero, por muy buenos (ya he señalado en que consiste que destaquen o no), que se crean que son, pocos, muy pocos, son titulares en sus equipos, los únicos constantes fueron Hugo Sánchez con el Atlético y el Real Madrid y Rafael Márquez con el Mónaco, Barcelona y Hellas Verona, los demás, incluido el mejor jugador de los recientes años, Cuauhtémoc Blanco, no fue titular con el Valladolid, los equipos prefieren jugadores de cualquier otro país, antes que elegir a un mexicano. Esa es una clara señal de la pésima opinión que se proyecta al extranjero.
Pues bien, retomando el tema a nivel interno, es incomprensible la conducta que mostramos en cualquier situación, y como nadie nos corrige y si nos corrigen nos enojamos, la negatividad de acciones se va incrementando día con día, hasta los niveles en los que estamos como país.
Dice una máxima, si en tu casa no te educan, la calle te va a educar, pero en la actualidad, ya ni eso sucede, porque con la creación de los derechos de los niños, de las mujeres, de los hombres, de las minorías, de oficinas defensoras de todo, que solo han servido para darle empleo a los recomendados e hijos de los políticos, pero cuando alguien realmente las necesita, no hay la respuesta apropiada, sin embargo, han hecho más daño que progreso al país, en su generalidad.
Porque ya no se le puede corregir a nadie, ya que de inmediato amenazan a quien lo intenta hacer, con X o Y acción en su contra. Aunque esas oficinas solo emitan recomendaciones que no tienen que ser cumplimentadas y que en realidad así ocurre. Pero como también la tecnología y los medios de comunicación juegan un papel nefasto, apoyando o publicitando videos incompletos, editados solo para que se deje en evidencia a los pocos servidores públicos que realmente cumplen con su deber, esto se ha vuelto una pachanga, donde las minorías tienen dominada a la mayoría que es la que debería tener los privilegios, pero en México, eso es al revés.
Cualquier sujeto sin estudios ni preparación, tranquilamente puede colocar un puesto en la calle, ocuparla, ocupar la banqueta, que son públicas, pero para usarse para lo que están hechas, ponerse a vender mercancía ilegal, o lo que le venga en gana y ninguna autoridad los mueve, provocando roces y fricciones con la gente normal, porque le estorban su cochera, su banqueta, su negocio, porque un puesto ambulante, da mal aspecto, además, sin el propósito de ofender a nadie, en general, los que los atienden son gente sucia, desaliñada, con mal aspecto, mala facha, dirían nuestros antepasados, claro que hay excepciones, pero son escasas.
Los alcaldes, síndicos y regidores, solo están su periodo, viviendo bien, gracias al presupuesto público, pero no hacen su trabajo, no cumplen con sus funciones, atribuciones ni obligaciones, solo utilizan su membrete para andarse pavoneando en las reuniones, en las redes sociales, en la calle, rodeados de subalternos que, con la necesidad de tener un empleo, los escoltan, elevándoles el ego, diciéndoles que todo está perfecto, que no hay demandas ciudadanas. Y eso en el extranjero se sabe, porque cualquier rincón del país, por bonito o feo que esté, alguna ocasión es o será visitado por algún turista despistado, o peor aún, engañado, porque hay gente y gustos para todo.
Pues así como el mexicano es chismoso, mejor dicho, comunicativo para no herir susceptibilidades, los extranjeros también informan a sus amigos y familiares, de lo que encontraron en determinado país y la voz se va corriendo.
Aunado a los malos tratos que reciben, los engañan, los roban, los timan, los violan, los asesinan, en fin.
Así
de mal estamos, por que desafortunadamente, en lugar de aceptar lo que hacemos
mal, preferimos, desde el gobierno y los medios de comunicación, maquillar
cifras y conductas, creyendo que se engaña al mundo, pero los únicos engañados
somos los mexicanos y eso, también tiene que ver con la corrupción. Y así estimado
lector, no se puede salir del ostracismo y la mediocridad.