Una derrota electoral, deja muchas heridas abiertas y sobretodo, nadie quiere cargar con la culpa por ella; la realidad es que indiscutiblemente, siempre hay dos culpables fijos, los demás pueden ir variando, según las circunstancias.
Hablando de una alcaldía, el principal culpable es el gobernante en turno, por su pésima administración, por su falta de capacidad política y académica para lograr mantener el control de un municipio, su carácter nefasto que resta en lugar de sumar y todo lo que usted, amable lector, le quiera agregar.
El otro, es el candidato, cuando es un pésimo servidor público, con una moralidad cuestionable, da como resultado, la derrota.
Hay un principio vigente, en la política no hay coincidencias, se refiere a que todo lo que es sabido antes y durante la campaña, un alto porcentaje es verdad, aunque por la efervescencia vivida y apasionamiento momentáneo, no se considere así y sirva para echar culpas a los adversarios, fingiéndose víctimas de un "linchamiento" injusto porque se sienten "ganadores", o las concerta-cesiones (negociaciones, por dinero, empleos o miedo) tan incrustadas en el sistema político mexicano y sobretodo la simulación que existe entre los diferentes partidos (dirigentes) con los gobiernos estatales y federal a cambio de prebendas.
Lo anterior y más, es lo que provoca la apatía ciudadana hacia las elecciones, aunado a la idiosincrasia regional o zonal, porque hay variaciones porcentuales importantes.
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