Asistí a un seminario de Carlos Cuauhtémoc Sánchez y me tocó ver una escena con un catedrático universitario que levantó la mano. --Soy papá de 3 hijos y pienso que no debería llenarlos de lujos ni dejarles mucho dinero. Yo les doy educación --enfatizó la palabra con aire de intelectualidad--. Los educo para que aprendan a ganar su propio dinero.
¿Y si usted muere hoy --le preguntó-- tienen la seguridad de que ellos podrán terminar sus estudios viviendo con dignidad?
Bueno --carraspeó--, mi esposa los ayudaría a lograr eso.
¿En que trabaja ella?
Es ama de casa.
Y si queda viuda ¿contará con un sustento sólido? ¿al menos tiene usted un seguro de vida?
El catedrático se encogió de hombros.
Si yo muero, mi esposa podrá trabajar en algo. No es tonta ni necesita una herencia. Las viudas ricas son perseguidas por hombres aprovechados.
cuando escuchamos esa declaración el autor parecía que le salía humo por las orejas. Comento que en sus charlas suele ser categórico, pero pocas veces se molesta, y esa ocasión le ocurrió.
Seguramente su esposa es muy inteligente y puede ganarse el sustento sin problema. Hay muchas mujeres empresarias o ejecutivas que producen gran cantidad de dinero e incluso mantienen a sus maridos, pero los hombres deberíamos ser proveedores de nuestros hogares. Con todo respeto, ¿Quiere aplausos por brindar educación a sus hijos? ¡Es lo menos que debe hacer! Sin embargo, le guste o no, ¡también está obligado a proteger a su familia económicamente y dejarle un patrimonio! ¿Dice que las viudas millonarias corren peligro de ser buscadas por hombres abusivos? Piense. Tal vez sea al revés. El dinero les da protección y libertad. Perdone lo que voy a decirle, pero es filosofía pragmática: ¡asegúrese de que su esposa cuente con un capital importante cuando usted muera, para que si llega a acostarse con otro hombre lo haga por amor y nunca por necesidad!
Pidió que no lo malentendiera, pero que sabe de muchas viudas o divorciadas honorables que acaban "enamorándose" de cualquier hombre que les da mayor apoyo económico sin poner atención en otros aspectos importantes. Terminó con un gesto de triunfo en sus labios.
Para la mayoría de asistentes eso provocó hacer al autor un héroe y al catedrático un perdedor, pero yo no estoy de acuerdo con eso, pero tu tienes la mejor opinión personal amigo lector. ¿Qué piensas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario