Miércoles,
11 de Abril de 2012 21:51 Alfredo Castañeda Flores * Noticias - Columnas
Los
políticos no son bien vistos por el ciudadano, entre ellos hay personas
honestas que fincan su quehacer en principios y valores apreciables y que
procuran que su actividad redunde en bien para su prójimo. Pero estos son
garbanzo de a libra y apenas se les podrá encontrar con la lámpara de Diógenes,
si antes no se la roba alguno de la inmensa mayoría que forman los demás.
El ejercicio de la política se ha degradado en
México por la existencia de una viciosa legislación que viene desde los tiempos
del PRI; para mal ocultar su monopolio, debía dar una apariencia de ejercicio
democrático y favorecer con migajas de poder a otros partidos nacidos de la
simulación y la mentira. Los cambios que en el país ha habido no han alterado
el estatus de esas organizaciones que sólo pueden vivir por las alianzas que
pactan con los partidos grandes, pues de otra manera desaparecerían fatalmente.
Partidos hay que son propiedad particular de una sola persona (PT, Movimiento
Ciudadano) o de una familia (PVEM) y que a más de ser lucrativos negocios
venden sus votos –reales o verdaderos- como en subasta pública o mercado, al
que les dé más chambas.
Por otra parte, y eso en relación con todos los
partidos, ha nacido una casta parasitaria, una inmensa burocracia política que
cuesta mucho al ciudadano y que ningún beneficio aporta. Deben desaparecer esas
mentiras políticas, debe disminuirse el número de diputados locales, federales
y senadores y podar los cuerpos edilicios de los ayuntamientos, donde por la
necesidad de la representación a todos los partidos, partiditos, partidillos y
partiduchos nacionales y locales, ha florecido también una espesa jungla de
síndicos y regidores que cuestan mucho al desmedrado erario de las comunidades
por los jugosos sueldos que a sí mismos se fijan y los suculentos bonos que con
cualquier pretexto se atribuyen. Somos un país pobre con partidos ricos y
políticos riquísimos.
Cuando haya en México una auténtica y plena
democracia esas ficciones ya no tendrán razón de ser; se cambiarán las amañadas
leyes que los partidos hicieron para beneficiarse y los políticos servirán
verdaderamente al pueblo en vez de servirse de él.
Para fabricar a un candidato potencial a un cargo
de elección popular se disponen recursos públicos para apuntalar su imagen, se
usa el aparato del estado a favor de ese aspirante y él mismo ocupa el cargo
para promover su imagen, reforzar la audiencia clientelar y amarrar los votos
potenciales de sus beneficiados. Aparte de uso de recursos públicos para
fabricar su candidatura.
El gobierno utiliza el hostigamiento como medida de
coerción. El chantaje emocional es una de las fuentes de tortura sofisticada.
Se está entregando la propiedad del país a un
pequeño grupo que se ha apoderado de los principales negocios y ha impedido que
los beneficios que produce el esfuerzo social se filtren a las capas populares.
El rico es cada día más rico y el pobre es cada día más pobre, nos espanta el
populismo irresponsable que algunos grupos esgrimen y el fundamentalismo
dogmático que otros pregonan.
Hace falta alguien que tenga oficio político, que
cuente con equipo probado para gobernar, que tenga experiencia de partido,
legislativa y de gobierno. Entre los contendientes solo hay uno con estas
características, que el pueblo no se encandile con falsas promesas
insostenibles, ni escoja a quienes quieren polarizar aún más los ingresos de la
población. Que impere la civilidad.
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