ESTRUCTURA DE CLASES Y DE GRUPOS…
Las sociedades actuales se encuentran divididas
en una serie de grupos y sectores de muy diversa índole. Existen divisiones
raciales, lingüísticas, regionales, religiosas y, sobretodo, división de clases
y de base económica, como señalaban ya Rousseau y Hegel, y desde luego, la casi
totalidad del pensamiento político posterior y actual.
No es conveniente exagerar la idea de la
pluralidad de grupos hasta creer que cada uno de ellos constituye un mundo
aparte y enfrentado con los demás. Es cierto que cada grupo tiene un interés
específico, pero entre diversos grupos puede existir una fuerte base de
intereses comunes. Así, en una sociedad racista puede ocurrir que en el seno de
una misma raza existan diferencias religiosas, o culturales, o de cualquier
otra índole, pero todas estas diferencias serán una cuestión menor comparada
con la solidaridad racial que tendrán frente a la raza sojuzgada. El mismo
efecto puede producir en el interior de un país la presencia de un enemigo
externo. Y también puede ocurrir que los diversos intereses, aun siendo
específicos de cada grupo, sean perfectamente complementarios.
Algo similar puede decirse de aquellos
intereses que a la larga son más inevitablemente conflictivos. Así, cabría pensar
que los sindicatos se enfrentan de modo constante y radical a los grupos
empresariales, y, sin embargo, esto no es cierto. Aunque en principio, el
sindicato lucha por las mejoras salariales, y el sector empresarial por obtener
mayores beneficios, puede ocurrir que este último se halle dispuesto a hacer
amplias concesiones salariales porque ya obtiene sus beneficios por otro
conducto, y puede ocurrir también que el sector sindical considere que en una
situación de crisis económica es mejor no elevar los salarios, porque esto
daría lugar a una crisis de la empresa, al cierre y, por tanto, al paro. La
diferenciación en grupos y clases da lugar, por consiguiente, a una relación
doble en la que el enfrentamiento se combina con la cooperación. Y todo esto tiene
lugar dentro de una relación general de subordinación que se mantiene y
estructura fundamentalmente por la acción del Estado, en cuanto que éste
organiza la unidad de conjunto y limita la dinámica de los antagonismos. Si
esta estructura de subordinación se mantiene y organiza por la acción del
Estado, es evidente que las diversas clases y grupos lucharán por el poder
estatal, bien porque lo necesitan para mantener su supremacía y dominación,
bien para defenderse en las posiciones subordinadas o bien para alterar la
estructura en su conjunto. Dicho en otros términos: todas las clases y grupos
pretenderán que el Estado tenga en cuenta de algún modo su interés y actuarán
políticamente con ese fin.