miércoles, 21 de febrero de 2018

Word, el programa que hace cosas raras.

Ese tendría que haber sido el verdadero eslogan para promocionar el procesador de textos más utilizado en el mundo. Desde luego eso es lo primero que se le viene a uno a la mente cuando lo nombra. Pero, ¿porqué hace cosas raras? Porque se lo permites, porque no sabes porqué lo haces; porque no sabes decirle que deje de hacerlo. Básicamente, lo que nos pasa con Word es un problema de pareja: discutimos, acabamos a gritos y mantenemos una relación distante en la que cada uno se soporta.

Yo no soportaba que Word me transformara en una lista cualquier número que escribiera tras un salto de párrafo, ni que me escribiera en mayúscula la inicial de los días de la semana, ni que creara tablas por su cuenta y riesgo cuando añadía tabulaciones en un texto...

De hecho, te quiere tanto que se obstina en ayudarte precisamente, cuando no lo necesitas. Por eso tienes que llegar a un acuerdo con él, ella o ello. Eso sí, te desaconsejo que este primer paso lo practiques con tu pareja real, porque lo que te voy a pedir es que le practiques una lobotomía, con mucho amor, eso sí.

Para que tu Word deje de hacer cosas raras, sigue estos pasos:
Ve a la función Opciones, que en tu versión 2007, 2010 0 2013 para PC está requeteescondida en la ventana que aparece cuando pulsas el botón de Office , allá arriba del todo a la izquierda. Los maqueros la tienen en el menú Word/preferencias.

Selecciona en el PCV las opciones de Revisión. Ahí tendrás el botón de Opciones de autocorrección. A los maqueros les aparece a primera vista bajo el grupo de opciones de Herramientas de edición y corrección.  

Ahora ponte los guantes, que comienza la intervención. Tanto para PC o Mac las opciones son las mismas: tienes cuatro pestañas; olvídate de esa que se llama Etiquetas inteligentes o Acciones y, si puedes, entra ya en esa pestaña y desactiva todas las opción es que tengan que ver con listas, estilos o formato.

De hecho, si lo desactivas todo, no notarás una gran diferencia, excepto que Word dejará de hacer cosas raras, irá mucho más ligero y sólo tendrá ojos para ti.

Controla los cambios
Seas traductor, corrector, editor, maquetador, profesor, redactor, periodista o administrativo te va a llegar la hora de corregir un documento para que otra persona supervise tus cambios. Tradicionalmente hemos sido los correctores quienes hemos compartido un sistema más o menos uniformado de marcas y llamadas para señalar los errores detectados. Un sistema muy útil para el trabajo sobre papel, pero obsoleto e incómodo para la edición en pantalla.

Cualquier procesador de textos, como cualquier programa de maquetación. incorpora un sistema para resaltar los cambios. En Word se llama Control de cambios y se encuentra en la pestaña Revisar.

Ahora, cada vez que añadas una letra o una palabra, aparecerá de color azul y subrayada en el mismo color. Si suprimes, el texto no desaparece, sino que se mantiene en su sitio, eso sí, de color rojo y tachado (cualquiera que haya ido al colegio sabe lo que significas tachado y en rojo). Si cambias una palabra de redonda a cursiva o a negrita, te aparecerá de otro color, preferentemente en verde. También te resaltará en otros colores el párrafo que muevas o las celdas de una tabla que cambies de lugar. Puedes elegir este sistemas de llamadas o el de globos: una imitación a la marca que se haría manualmente desde el error hasta una llamada circular o en forma de globo en el margen del documento.

Te aseguro que es más fácil y más claro el sistema de llamadas de colores.

Ahora, quien vea tu documento podrá ver con claridad dónde están los cambios.

¿Cuál es la gran ventaja de este sistema? Que los cambios ya se han introducido. En el papel solo se puede indicar dónde está el error y cuál es su corrección para que un maquetador o un editor de mesas lo acepten e introduzcan el cambio: una pérdida de tiempo innecesaria para los documentos que se editan en un procesador de textos.

Si tu tarea es precisamente aceptar o rechazar estos cambios porque estás supervisando tu traducción, tu artículo o las correcciones de otro corrector, tu tarea es mucho más simple: basta con que recorras el documento poniendo tu atención en los textos que presenten un cambio de color. La mayoría de los cambios que te encuentres serán acertados, por lo que no será necesario que tomes ninguna decisión en ese momento; déjalos hasta que llegues al final de documento. Solo cuando te encuentres con los que no estás de acuerdo deberás pulsar el botón Rechazar. De este modo, cuando termines solo te quedarán resaltados los cambios que podrás aceptar, todos a la vez, pulsando el botón Aceptar todos.

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