Un líder es ante todo un guía que cumple su
función al respecto de una colectividad, ayudándola a lograr los fines que ésta
se propone. La persona líder es un dirigente cualificado; a la cabeza de un
grupo, de un partido, de una comunidad, lleva a sus integrantes hacia el logro
de los objetivos a los que ellos aspiran. De la misma raíz proviene el
sustantivo liderato o liderazgo, como también el verbo liderar. (no liderear,
como suele decirse)
A menudo se abusa de esta palabra, a veces
por extensión de significado, como cuando se dice que un equipo deportivo es
líder en la clasificación; otras veces, calificando como líder a una persona
sólo porque tiene la capacidad de mover a la gente, sin considerar si actúa o
no a favor de la misma y si la orienta hacia metas precisas.
El genuino líder no es un simple agitador ni
es un anárquico infiltrado en el grupo. No es un mero dominador ni un sujeto
hábil para explotar a un cierto número de personas. No es un dictador que se
impone sobre una colectividad. Tampoco es un demagogo que emplea sus artes para
complacer e ilusionar al pueblo con miras a obtener su apoyo; ni es un
populista o un astuto embaucador.
El verdadero líder es un benefactor, un
constructor que genera energía en la colectividad y que logra crear también la
interacción de sus seguidores. La consistencia de sus ideas y convicciones es
más importante que sus arengas. Su voluntad de servicio vale más que sus
promesas. Su ejemplo es la fuerza que arrastra.
El carácter relacional de un líder es tan
determinante que nadie puede decirse líder sui carece de seguidores. No puede
haber liderazgo donde no existe un grupo ya constituido o que puede serlo. Con
frecuencia es precisamente la acción de un líder la que logra conferirle a un
grupo consistencia de unión, moviendo a sus integrantes hacia una misma meta,
la cual, por supuesto, no se identifica con la propia persona, por más que
cuente con una adhesión incondicional.
Se han escrito tantas definiciones de
liderazgo que algunas llegan a contradecirse, pero en general se trata de
variaciones que acentúan uno u otro aspecto de la misma acción. Unas focalizan
más las cualidades de la persona líder; otras ponen más atención en los
procesos y estrategias que dicha persona emplea para influir sobre los
integrantes de un grupo; y no faltan definiciones de liderazgo que apuntan más
a describir los efectos del proceso. Hay liderazgos que casi se identifican con
la acción misma que se promueve; en otros es visible también la formación que están
recibiendo los miembros de la agrupación, y en el mejor de los casos puede
percibirse una transformación, no sólo en los integrantes del grupo, sino
también en la esfera social donde actúan.
Puede hacerse una distinción entre liderazgo
formal e informal. En el primer caso el liderazgo es, por así decirlo, oficial,
como sería el caso de un jefe al que se le asigna un cargo directivo por su
preparación profesional y por sus capacidades de mánager; en cambio, es
informal cuando surge de manera espontánea en el interior del grupo o
colectividad. En este segundo caso importa mucho que el dirigente oficial sepa
identificar dentro de su empresa o sociedad a quienes muestran capacidad para
el liderazgo, ya que pueden transformarse en óptimos colaboradores o, por el
contrario, en grandes generadores de problemas.
Hay líderes que tienden a poseer siempre
entre sus manos las riendas del grupo o de la empresa que dirigen: son
autocráticos. Otros se empeñan más en fomentar la participación de todos los
miembros, según las cualidades y los roles de cada uno; esos líderes son más
democráticos.
También se puede hablar de liderazgo directo
e indirecto, según lo ejerzan las personas, la primera actúa en contacto
directo con la gente a la que dirige, y la segunda se vale principalmente de
intermediarios eficaces.
Uno de los grandes estudiosos del liderazgo,
Robert Dilts, está convencido de que el líder genuino es ante todo un
dirigente, y hace notar que la acción de dirigir presupone la transmisión
convincente de una visión: eso que solemos llamar ideal y que abraza
determinados valores. En efecto, lo que le da autoridad moral y fuerza de
dirección a un líder es precisamente la convicción y coherencia con la cual
vive los valores que propone.
Con lo anterior, amable lector, espero quede más claro que un verdadero liderazgo es escaso actualmente, y que el solo hecho de llamar a alguien líder, más que un halago, muchas veces, es una burda falacia.
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