Recién culminó el
vigésimo primero campeonato mundial de futbol, cuya sede fue el país más grande
del mundo: Rusia; el campeón fue por segunda ocasión, Francia. País de la élite
triunfadora en este deporte, junto a Brasil, Alemania, Italia, Uruguay,
Argentina, Inglaterra y España. Así es amable lector, en este nivel, solo 8
naciones han podido levantar la tan ansiada copa del balompié. 3 de América y 5
de Europa.
Muchos sabemos el gran
negocio que representa el deporte, pero sin duda, el soccer es el que más
dividendos deja a sus dirigentes, dueños de equipos, marcas deportivas y a los
jugadores. Y este año, no fue la excepción.
En todo lo que ocurre a
nuestro alrededor, influye el dinero, la política, los acuerdos, las negociaciones,
y el futbol, como ningún deporte que se practique, está exento de ello.
Ingenuos los que se apasionan con el deporte de los goles, por no usar un
adjetivo más agresivo, hay que verlo como un espectáculo, por el cual pagamos
un boleto para presenciarlo, en este caso, sirve para conocer en vivo a las
grandes figuras mundiales de la actualidad, porque eso representa un mundial,
una pasarela de futbolistas para alcanzar un mejor contrato salarial, que
beneficia a muchos. Pero no un simple deporte, donde gana el mejor preparado,
eso es la falacia más grande.
Este año, desfilaron
por la alfombra verde, por el color del pasto de las canchas, las viejas
glorias que posiblemente vimos por última ocasión en un mundial, o por lo menos
en aptitudes óptimas: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, las que están en edad
promedio: el gran actor Neymar Jr., Marcelo, Robert Lewandowski, Manuel Neuer,
Mezud Özil, Thomas Müller, Luca Modric, Sergio Ramos, etc. y las que han
sobresalido, en el último año deportivo: Mohamed Salah, Courtois, Pogba, Edén
Hazard, Harry Kane, etc. y la presentación de la nueva joya Kilian Mbappé, el
francés de 19 años que asombró a muchos con su velocidad y técnica depurada,
heredero de los que van de salida.
Eso es un mundial de
futbol, amable lector, en muchos países, sobre todo los de economías
emergentes, sus aficionados se apasionan, creen que en verdad, sus equipos
ganan o pierden porque son buenos o malos, pero no es así. Un equipo gana un
partido por el número de aficionados que logra ingresar al partido X, muchos
dirán que eso no se sabe, pues se equivocan, porque en un mundial se comienzan
a vender los boletos desde antes de que estén los países clasificados, por lo
tanto, esto también influye para que algunos equipos clasifiquen a la justa o
no. Asimismo, los conflictos de riesgo que puedan ensombrecer el evento,
impiden que X o Y nación participe mediante una eliminación en el campo de
juego. En esta ocasión, no llegó Estados Unidos (porque resultaba pieza clave
para un acto terrorista) y en su lugar asistió por primera ocasión Panamá, que
terminó siendo el último lugar del certamen.
Continuando con el tema
del número de aficionados, en México, un país donde internamente se acostumbra
inflar las cifras y resultados, se habló de que más de sesenta mil mexicanos
harían presencia en Rusia, pero la realidad fue menor.
El mundial de futbol,
es un negocio, el mayor negocio que te imagines, de ahí que los practicantes de
este deporte ganen tan bien, además de que resulta así, porque compran el
silencio de estos, ya que tienen que acatar el resultado que en la mesa sus
dirigentes, dueños de equipo, presidentes de federaciones, director técnico,
presidente de la República, patrocinadores, etc. lograron para ellos. De ahí
que observemos en la televisión, fallas garrafales y jugadas inverosímiles.
Precisamente este mundial, se hizo notorio que los equipos que dominaban la
mayor parte del juego o tenían en posesión más tiempo el balón, terminaban
perdiendo. Cuando se tiene la capacidad de asistir a un partido en vivo, se
puede dar cuenta con mayor facilidad de lo que hacen los equipos en la cancha y
con ello, fácilmente, se puede predecir, sin ser mago, brujo o chamán, el
resultado de ese cotejo. Además de mirar a los asistentes y darse cuenta de que
país hay más connacionales.
Actualmente, un mundial
de futbol, consta de cuatro etapas o vueltas, la primera que son tres partidos
obligados de todos los asistentes, la llamada etapa de grupos, de ahí, sigue
los octavos de final, en la que acceden la mitad, después los cuartos de final,
y las semifinales, donde solo llegan cuatro equipos, quienes obligadamente
juegan dos partidos cada uno. Pero ahí, solo llega una cenicienta, como en esta
ocasión fue Croacia. ¿Casualidad, excelente desempeño deportivo? No.
Muchos conocemos a
grandes deportistas del llano, que no tienen oportunidad de llegar a jugar
futbol de manera profesional, y nos hemos preguntado la causa. Si analizamos
detenidamente, no es difícil de dar con ella, es como en todo, falta de
recomendación, carecer de dinero o de una mente abierta (open mind), varios ex
futbolistas, han escrito libros o participado en entrevistas, donde han
externado parte de lo que ocurre en un vestidor, en una oficina, en una
concentración, etc. como se arreglan los partidos de las ligas locales y un
mundial, obviamente, no es la excepción, aunque ahí intervienen otros factores.
El dinero, la
recomendación y hasta un nombre comercial atractivo, intervienen para convertir
a un mediocre en figura mundial del balompié, y a un país en campeón.
Francia, actualmente,
está desembolsando grandes cantidades de dólares por futbolistas profesionales,
recordemos el año anterior que pagó la mayor cantidad, hasta el momento por
Neymar Jr. tuvo que pagar la cláusula de rescisión porque aún tenía contrato
vigente con el Barcelona, y eso también influye para llegar a la supremacía
mundialista, además de contar con la nueva joya de este deporte. Difícil de
creer, ¿verdad? Pero así vivimos, en un mundo, donde nada es fortuito,
casualidad, ni mucho menos aislado, todo está perfectamente encuadrado, todo
está perfectamente planeado y nada ni nadie se sale de control. Ese es el mundo
que nos tocó vivir.
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