(Más consumo, menos calidad de vida humana)
En verdad impresiona ver como en la última
década se ha girado bastante la atención a aquello que produce felicidad al
instante, o bien, a lo que satisface más rápida y efectivamente las necesidades
primordiales. La tecnología ha sido protagonista en este proceso evolutivo, en
ella se desenvuelve gran parte de las actividades diarias.
Desde el uso de aparatos domésticos de
primera necesidad, hasta el complejo sistema de aparatos y flujos electrónicos,
el hombre ha quedado bajo las faldas de dicha tecnología. Son embargo, es
preciso establecer fronteras entre lo que es verdaderamente una necesidad y lo
que materia de consumo.
La gente de las grandes ciudades, e incluso
de las provincias aparentemente alejadas de toda civilización, cuentan ya con
conexiones sofisticadas de Televisión por cable, internet, reproductores Blu
ray, DVD, MP3 o MP4, cámaras digitales de gran alcance, celulares con su
respectivo Bluetoth y hasta IPod (reproductores de música digital), una buena
Laptop o Tablet con WI-FI (computadora portátil que accesa a internet de manera
inalámbrica).
De los ingresos económicos se destinan
grandes cantidades a la electrónica digital para diversión o para distracción.
Las estadísticas afirman que se pueden llegar a gastar de $200.00 a $500.00 en
promedio mensual en mantenimiento y renovación constante de equipo. En México
se da prioridad a este tipo de gastos que a las necesidades primarias. Es
irónico, pero en algunas partes de Michoacán y del país se ven casas habitación
en condiciones precarias, algunas de ellas incluso de cartón o madera rústica y
con un tejado poroso, pero, eso sí, con una antena de TV por cable a un lado.
Tenemos así un grupo no pequeño de personas preocupadas por estar a la
vanguardia en cuanto a la tecnología, pero poco esmeradas por cultivar virtudes
auténticas en su vida y más aún, nada interesadas en lo que respecta a
relaciones interpersonales.
No pretendo que nos volvamos tecno fóbicos
porque hay que reconocerle a la tecnología su mérito, sin embargo, es preciso
preguntarnos: ¿soy de los excesivamente dependientes de la tecnología?, y con
ellos ¿soy completamente persona cuando cambio mis relaciones humanas por una
serie de destellos de luz y sonido?
Se enajena tanto la gente, porque al hacerse
esclavos del chat, de las compras virtuales o de las horas de navegación, los tecno
adictos se sienten ajenos a una sociedad, lo que les quita el sueño no es tanto
una relación interpersonal, sino el medio a través del cual se pueda crear una
relación cyberpersonal.
Incluso se despojan de si mismos. Dice el
sicólogo David Green Field, quien es especialista en problemas derivados de la
alta tecnología en Estados Unidos, que quien es tecno adicto constantemente está
distraído, es insensible, no tiene un momento para la autorreflexión , para
quedarse quieto, para estudiar, pues lo que realiza en los espacios virtuales
es absolutamente agotador. Así que, ni siquiera se puede decir que la adicción
a la tecnología produce bienestar.
No hay como hacer uso moderado de las cosas
que tenemos como avances para agilizar el desarrollo social de nuestro entorno
y sobre todo para tener más tiempo de estar con los nuestros. Que la tecnología
no sea un obstáculo para llevar una vida total de personas humanas, sino la que
facilite dicha posición que es la que nos constituye integralmente y nos lleva
a elevar nuestra dignidad de ser humano.
La próxima vez que vayas a pulsar las teclas
de tu computadora o a mandar mensajes sin fin piensa primero ¿ya exploté todo
mi potencial para con mis semejantes de tal modo que no tengo deuda alguna con
ellos? Y verás que falta mucho por hacer. Aparentemente la inversión de tu
persona y del tiempo es la misma, pero jamás se comparará unas gracias de
nuestro prójimo a un simple chispazo musical que te indica que la acción en tu
mueble electrónico ha concluido. Piénsalo. Dedícate a lo que haces, si eres
estudiante, estudia; si eres empleado o servidor, trabaja; porque si analizas
tu futuro, te darás cuenta que no vas a comer tecnología si no te esmeras en
cumplir tus objetivos.