lunes, 13 de noviembre de 2017

El Extraño síndrome del teclado.

A lo largo de los años, he podido comprobar una y otra vez esto que yo he denominado síndrome del teclado. Cuando redactamos a mano (también ocurría algo parecido con las máquinas de escribir),  nuestra redacción se ve determinada por un factor aparentemente insignificante, pero fundamental: lo que escribimos no se puede borrar sin tachar o emborronar el texto. Por eso, en cuestión de décimas de segundo, de una manera inconsciente y automática, nuestra mente pasa a limpio la información y una vez que posamos el lápiz sobre la página escribimos de corrido.

Sin embargo, con la irrupción de los ordenadores, muchas personas han anulado este proceso automático de pensar el texto antes de redactarlo y empiezan a escribir con la tranquilidad de saber que podrán corregir cualquier error sin dejar mácula. Lo que es una Clara ventaja técnica produce, a veces, un inconveniente Y es que el teclado a convertido la redacción, con frecuencia, en un ejercicio de escritura no demasiado reflexivo, en donde volcamos la información sin pasar a limpio para luego corregirla una y otra vez hasta quedarnos satisfechos.

Los estudios que he hecho, he topado con que muchas personas, cuando redactan con un ordenador, pasan casi tres cuartas partes del tiempo corrigiendo (borran, completan, acortan, trasladan...) y no escribiendo. En ocasiones, producimos textos tan corregidos a costa de un gran esfuerzo y tiempo. Por eso, te propongo un ejercicio: prueba a escribir como si tu teclado no tuviera las teclas retroceso y suprimir. Recupera el instinto de la escritura a mano y pasa a limpio la información antes de presionar las teclas. Tu cerebro ya está acostumbrado, Sólo tienes que recuperar el hábito: concibe el teclado como si fuera un bolígrafo indeleble.

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