sábado, 11 de febrero de 2017

¿Qué ha sucedido cuando has actuado con determinación?

Desafortunadamente, desde que nacemos hasta que dejamos este mundo, otros nos hacen dudar y frenan nuestro avance, ¡si tan sólo dejáramos de escuchar esas palabras necias!

Si alguien disfruta marchando al ritmo de la música, en fila y al unísono, ya le desprecio simplemente por el hecho de que le han dado un cerebro erróneamente. Con la médula espinal habría bastado.

Barry Potekin, un emprendedor estadounidense de la comida rápidas, tuvo una infancia difícil, reprobó el quinto grado, sus amigos se burlaban y después dejaron de reunirse con él, como si tuviese una enfermedad contagiosa.

Triste, comenzó a buscar amigos holgazanes, que no le exigían mucho, por lo que rápidamente se volvió un vago. A duras penas se graduó de secundaria.

Pero un buen día reflexionó sobre su vida y decidió que se dedicaría a ganar dinero. Como tenía mal historial crediticio, ningún banco le podía prestar el monto inicial para comenzar algo en forma, por lo que se dedicó a revender algunas mercancías. No le fue nada mal, pero a causa de las políticas del presidente en turno, el comercio decayó y se encontró en la ruina. Barry perdió todo, incluyendo el dinero de retiro de sus padres.

Un día, en una cafetería donde él y su padre compartieron una rosquilla (Barry la parte de abajo y su padre el glaseado de ese pan, según cuenta este emprendedor) con los pocos centavos que tenían en la bolsa, y casi al borde de las lágrimas, le hizo una promesa a su padre: vamos a regresar. Tal como diría Barry posteriormente, nos emocionamos y gritamos como dos quijotes: ¡Vamos a regresar!

Recordó que alguien le había mencionado que se hacía mucho dinero en la comida rápida, por lo que decidió crear un negocio de ese giro, pero especializado en alimentos frescos y saludables. Pidió dinero a todos, soportando que muchos le dieran poco dinero como limosna, vendió a algunos una porción de negocio y abrió su local, con nueve dólares en la cuenta bancaria y sin comida. Tuvo que volver a pedir prestado, pero como supuso que se lo negarían, sólo pedía 10 dólares. Su estrategia funcionó y en 1985 estaban vendiendo comida, la que se terminaba a las dos horas, entonces, con el dinero recaudado, iba a comprar más, repitiendo ese proceso por meses, hasta que comenzó a ver grandes resultados.

¿Cómo se llama su empresa? Goast Coast Dogs, quien después de ese año, comenzó a salir en los periódicos, elogiándolo como el mejor local de perros calientes (hot dogs).

Hasta la fecha su emprendimiento le sigue arrojando miles de dólares, todo por actuar con determinación.

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