Esta
ocasión, por enésima vez, quiero plasmar otras características de la forma de
ser y actuar de la mayoría de mexicanos, que nos ha ganado, a nivel mundial, un
lugar de ninguna manera, envidiable y mucho menos digno de repetir por los
demás países, al contrario, todos, somos vistos en el extranjero, como bichos
raros, nos huyen, nos atacan, nos insultan, nos ignoran, pero, aquellos que lo
han vivido, no se dan cuenta, fingen no darse cuenta o de plano, se hacen
tontos, creyendo y diciendo, a los que no han viajado al extranjero, que somos
bien vistos en el mundo, sobretodo, los políticos. Porque claro, esa es su
función, mentir, siempre mentir a la ciudadanía.
Lo
vemos a diario, incluso más de alguna ocasión, todos hemos hecho algo que no es
correcto, la diferencia es que algunos, pocos, pero se han arrepentido de ello
y no lo han vuelto a hacer, pero la inmensas mayoría, tal pareciera que no se
dan cuenta, esto porque su pequeña y aún cerrada mentalidad, les impide mirar
más allá de su mini burbuja en la que se desenvuelven. Es claro, y lo he
señalado en otras entregas, que nacemos en un hogar, donde se tienen muchas
deficiencias de todo, que depende de cada uno de nosotros, ir superando y
eliminando las mismas, esto es lo que se denomina madurez, la cual, no tiene
necesariamente que ver con la edad avanzada, la madurez es mental y consiste en
saber dilucidar, lo que es bueno y malo, para nosotros, lo que hacemos bueno y
malo que afecta o perjudica a los demás y que siempre, invariablemente, los
vicios negativos, redundan en perjuicio de todos.
La
gente, navega con dos banderas, la del conocimiento y de la ignorancia, de la
honestidad y la corrupción, la optimista y la pesimista, la de bondad y la de
maldad, la del trabajo y de la flojera, de la libertad y la esclavitud,
etcétera y las usa a conveniencia, dependiendo de las circunstancias, pero
sobretodo, de la posible ventaja que van a obtener aplicando una u otra, como
dice la sabiduría popular: no dan paso sin huarache. Esta es una característica
aprendida de antaño, que día a día se va perfeccionando y de la que se sienten
orgullosos.
Al
mexicano, desde niño se le enseña que sin el mayor esfuerzo pueden lograr lo
que desean, porque hasta en la literatura que sirve para su aprendizaje, solo
dan el resultado, pero jamás, muestran todo el camino sinuoso que los
personajes tuvieron que caminar para alcanzar sus objetivos y vida actual, lo
mismo ocurre con los artistas (pintores, muralistas, escultores, músicos,
etc.), con los próceres de la farándula, (parece que a la gente le importan más
estos individuos que su vida personal). Las niñas crecen con la firme intención
de encontrar un hombre millonario que las despose y vivir el resto de su vida
en la opulencia y sin ninguna preocupación, ese es el tema frecuente de
conversación entre madre e hija, entre amigas y entre mujeres, porque creen que
lo que reflejan las telenovelas es vida real.
Esto
provoca, menor interés al estudio, al trabajo, al esfuerzo, lo que va en
detrimento de la calidad en cualquier actividad, porque solo cumplen, pero no
dan un extra, no tienen metas u objetivos claros para su futuro, solo viven el
presente, lo que está bien, porque se debe olvidar el pasado, pero no dejar de
pensar en el futuro, porque es en beneficio o detrimento propio, olvidarlo.
Aunado
a esto, el mexicano, está acostumbrado a romper y quebrantar las reglas, violar
las leyes y reglamentos, hacer lo que cada quien quiere, aunque no sea correcto
ni acertado, mucho menos permitido, no respetan nada ni a nadie, y el principal
afectado es él mismo, aunque su escasez de materia gris, les indique que están
bien. Están esperando que el de enfrente se equivoque a su favor (cuando les
venden algo), que se descuide (para tomar lo ajeno), no respetan las filas, los
señalamientos viales, semáforos, al peatón, etc.
Cuando
son descubiertos en una conducta negativa, pasan de la victimización, a la
mordida, al enojo y a la prepotencia, porque en esos momentos, todos son
poderosos, todos tienen familia influyente; de verdad que en esos momentos se
miran y oyen tan cómicos dando sus argumentos, lo cierto es que deberían tener
el suficiente valor para reconocer sus errores, pero tanto el que comete la
falta, como el que va a aplicar la sanción, son iguales, y casi siempre
terminan cumpliendo sus caprichos, recuerda que para todo, se necesitan dos
partes, nadie puede ser corrupto solo, nadie puede ser ladrón el mismo, nadie
puede pelearse solo, etc.
El
mexicano, normalmente, no lee ni escucha lo importante, les gusta aquello que
es negativo, como los desalojos, los asesinatos, las peleas, discusiones, los
insultos al gobierno (representado por cualquier autoridad), opinan sin
razonar, analizar ni reflexionar y lo que es peor, sin que se les pida su
opinión. Reza la sabiduría popular: es mejor parecer tonto, quedándote callado,
que hablar y confirmarlo. Pareciera que fue hecho a la medida mexicana.
Si observáramos y aplicáramos lo que otras culturas superiores a nosotros (en el sentido de calidad moral y humana), en verdad, creceríamos en todos los aspectos, se tendrían mejores dirigentes políticos, mejores autoridades administrativas, mejores empresas, mejor educación, mejores empleos, mejores salarios y en general, mejor calidad de vida. Pero eso, de momento, es imposible, la madurez no llega, mientras no modifiquemos la conducta personal, para de ahí partir hacia los ejemplos dados a nuestros hijos, que repiten, no lo que oyen, sino lo que ven.
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