lunes, 23 de julio de 2018

La división.

División y guion son lo mismo, de acuerdo con el DRAE; un signo de puntuación que sirve para indicar que la última palabra de un renglón está incompleta. Ahora bien, como tenemos guion para referirnos al signo ortográfico, usamos división casi exclusivamente para referirnos a la acción y efecto de poner esos guiones.

En español, dividir es un acto casi intuitivo, tanto como silabear una palabra. En otros idiomas, en cambio, la cosa no es tan fácil. No sé si se habrá dado cuenta, apreciado lector, de que en los diccionarios del inglés, los gordos, principalmente, las entradas tienen unos puntitos o guiones en algunos sitios. Veamos: hon.our.a.ble, tran.quil.i.zer, re.ceiv.ing, fig.ure. Ahí, donde están esas marcas, es por donde la palabrta puede dividirse cuando no cabe completa en un renglón. Muchas veces los puntos coinciden con el silabeo que haríamos en español, pero las normas de división en inglés son morfológicas, no silábicas. Por lo tanto, para saber dividir, antes de los tiempos de la autoedición, había que tener conocimientos de etimología, aprenderse de memoria los puntos de división o consultar un diccionario.

Los cajistas y linotipistas de habla inglesa hacían un poco de cada cosa, pero, como solían pagarles por renglón, no se detenían a consultar el diccionario con mucha frecuencia. Había, pues, cierta reticencia a dividir. Por otra parte, muchas palabras inglesas están compuestas de sílabas largas --hand.ker.chieves, chair, through--, lo que hace muy difícil una buena justificación en ese idioma. La consecuencia es que los renglones flojos en inglés abundan aun en libros de muy alta calidad. Ante tantas dificultades, la composición en bandera sin divisiones parecía a los viejos tipógrafos un verdadero oasis, hasta el punto en que prácticamente la convirtieron en regla.

Este rechazo a los guiones nos llega ungido del prestigio de la lengua y las publicaciones inglesas. Pensamos, entonces, que la división es un mal, que es un daño horrible para los lectores y que sólo debemos recurrir a ella en caso de emergencia. ¡Falso! Si no estuviéramos hablando del tema, usted ni siquiera repararía en ella.

La composición en bandera. Componer en bandera parece fácil. De hecho, en los primeros tiempos de la autoedición, cuando los maquetadores no contaban con un algoritmo de división de palabras en español, recurrían a suspender esas funciones. Sin el poder de dividir algunas palabras al final del renglón, la única manera de generare una línea más o menos decente consiste en extender la medida mucho más allá de lo razonable. Claro, si en el renglón caben veinte palabras, tenemos un montón de espacios para distribuir un blanco grande sin que se note mucho. Pero eso significaría hacer renglones de más de cien caracteres, feos y penosos de leer.

Otra solución típica era no justificar los renglones, es decir, componer en bandera. Quizás por ahí, y por una importante influencia de la tipografía inglesa, comenzó a aplicarse un modelo muy socorrido: alineado por las izquierda y sin cortar palabras, o sea, en bandera derecha y sin divisiones. Tan popular se hizo este modelo, que hoy se ha convertido en un gonzalismo flagrante. Muchos editores y diseñadores editoriales te dicen con autoridad: si vas a componer en bandera, debes desactivar la división.

Mi madre cuenta que, cuando tenía 7 años, me dio por ponerme a dibujar en una pared de la casa. Como la casa estaba recién pintada, mi pobre madre se puso como el Hulk. Trajo jabón, un pequeño cubo con agua y una esponja, y me plantó frente a la pared bajo la advertencia de que no me podía mover hasta que dejara la pared perfectamente limpia. Horas más tarde, me cuenta, seguía impertérrito, con la esponja en la mano y sin haber borrado nada.

Sí, tengo problemas con la autoridad. Así que ese debes que puse de cursivas unos renglones atrás me chamusca las neuronas. ¿Qué se gana desactivando la división? Absolutamente nada.

Componer en bandera, hacerlo verdaderamente bien, no es nada fácil. La única pega, ya lo he dicho, es la irregularidad del margen derecho. Si está mal hecha, ese margen no solo se ve mal, sino que puede formar figuritas accidentales y distraer al lector. Hay que revisar meticulosamente cada uno de los renglones, cómo se combina con los anteriores y los siguientes, qué figuras se producen en el lado derecho, cómo se ve el párrafo terminado en comparación con los párrafos aledaños. La mejor bandera es la que produce un borde derecho casi recto, y eso es imposible sin el recurso de dividir palabras.

Mi mejor amigo es el guion. Siempre está ahí para ayudarme a componer buenos párrafos; sin él, mi labor, como yo la entiendo ahora, prácticamente no tendría sentido.

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