LA DISCIPLINA
Oscar Wilde dijo una vez que no es el arte el que imita a
la naturaleza, sino ésta la que remeda a aquél. Me pregunto si en México la
política imita a la lucha libre, o si es la lucha libre la que copia a la
política. En el pancracio los luchadores se injurian, escupen, se golpean, se
dan patadas incluso con los pies y se zahieren y hieren en cuantas formas
pueden, pero al terminar la función se van todos juntos a la cantina más
cercana y beben como lo que son en verdad: amigos, camaradas y cómplices de una
farsa que bien conoce el público, pero en la cual, a pesar de eso, participa.
En el PRI sucede lo mismo. Antes de aparecer el candidato los aspirantes a
serlo se dan hasta con la cubeta; después de salir el elegido todos se abrazan,
y aquí nada ha pasado. En eso reside la fuerza del PRI, y en eso también
estriba su debilidad. Y no es que eso esté mal: en la política quien hoy es tu
amigo será mañana tu enemigo, y viceversa. Lo mismo que pasa en el PRI acontece
en los demás partidos. A eso se le llama <<disciplina>>. Pero
sucede también que quienes antes eran de un partido, y ven larga fila que
conduce a las diputaciones, senadurías u otra cualquiera chamba, se van a otro
donde les dan mejor lugar para formarse. Tal actitud tiene un nombre sonoro y descriptivo:
se llama <<pancismo>>, conducta de los que, al margen de toda
ideología o dignidad, acomodan su conducta a lo que más conviene para llenarse
la barriga. Así es nuestra política, comparada con la cual la lucha libre es
ejercicio respetable.
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