martes, 27 de noviembre de 2018

Disciplinado.,


LA DISCIPLINA

Oscar Wilde dijo una vez que no es el arte el que imita a la naturaleza, sino ésta la que remeda a aquél. Me pregunto si en México la política imita a la lucha libre, o si es la lucha libre la que copia a la política. En el pancracio los luchadores se injurian, escupen, se golpean, se dan patadas incluso con los pies y se zahieren y hieren en cuantas formas pueden, pero al terminar la función se van todos juntos a la cantina más cercana y beben como lo que son en verdad: amigos, camaradas y cómplices de una farsa que bien conoce el público, pero en la cual, a pesar de eso, participa. En el PRI sucede lo mismo. Antes de aparecer el candidato los aspirantes a serlo se dan hasta con la cubeta; después de salir el elegido todos se abrazan, y aquí nada ha pasado. En eso reside la fuerza del PRI, y en eso también estriba su debilidad. Y no es que eso esté mal: en la política quien hoy es tu amigo será mañana tu enemigo, y viceversa. Lo mismo que pasa en el PRI acontece en los demás partidos. A eso se le llama <<disciplina>>. Pero sucede también que quienes antes eran de un partido, y ven larga fila que conduce a las diputaciones, senadurías u otra cualquiera chamba, se van a otro donde les dan mejor lugar para formarse. Tal actitud tiene un nombre sonoro y descriptivo: se llama <<pancismo>>, conducta de los que, al margen de toda ideología o dignidad, acomodan su conducta a lo que más conviene para llenarse la barriga. Así es nuestra política, comparada con la cual la lucha libre es ejercicio respetable.

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