¿Conoces a tu diputado?
En
tiempos de Juárez, las autoridades no estaban tan sometidas a la presidencia.
Había poco presupuesto, mucha rotación en los cargos, poca gente en el
gobierno. En 1861, para unos ocho millones de habitantes, había en el sector público
no militar menos de quince mil personas. (La población es ahora doce veces
mayor, la burocracia doscientos cincuenta veces mayor). Entraban y salían
ministros, que duraban cuando mucho uno o dos años, por lo general meses, a
veces semanas. Hasta se iban por su iniciativa: porque se fastidiaban de no
obtener los consensos o recursos necesarios para los proyectos del ramo. Eran
como notables que actuaban por su cuenta, y a los cuales no les faltaba que
hacer, fuera del cargo. Renunciaban con facilidad. Entre el presidente, los
ministros, losa diputados, los magistrados, había cierto espíritu
parlamentario, más o menos igualado, como de miembros de un club (con todos sus
chismes): un club de abogados que estaba a cargo del país.
En
1861, Vicente Riva Palacio rechazó el ministerio de Hacienda que le ofreció el
presidente Juárez, porque en ese momento tenía más interés en escribir obras de
teatro y colaborar en La Orquesta, periódico omniscio de buen humor y con
caricaturas. Aceptó ser diputado por el distrito de San Gabriel, pero después
de publicar esta quintilla:
Lo de San Gabriel es
grave,
y no sé si acepte yo
para el congreso la
llave
de un distrito que no
sabe
ni qué madre me parió.
En
el porfiriato, la población casi se duplicó, pero el sector público casi no
aumentó. Lo que aumentó fue el control presidencial sobre todas las
autoridades. El país se fue quedando a cargo de una sola persona, no de un club
de notables.
Victoriano
Salado Álvarez, que aceptó ser diputado en 1902, recuerda en sus Memorias: me
parece que yo representaba al distrito electoral de Magdalena, Sonora, tumba
del padre Kino y cuya tierra no he visto y seguramente no veré en mi vida.
También recuerda quien lo eligió: el ministro de Hacienda José Ives Limantour
lo recomendó a don Porfirio. Todo el mundo sabía que llegaba por elección de
Cadena 8 (donde vivía Porfirio Díaz; que era como decir: Los Pinos), frase que
corría de boca en boca; muchos confesaban que su patrono había sido tal o cual
ministro, gobernador o personaje de polendas.
En
los tiempos del PRI, el control porfiriano se volvió monopólico; el Estado como
único patrón para una multitud de empleos, vocaciones, especialidades,
carreras, con un mercado escaso en el sector privado. El sector público federal
no militar llegó a tener más plazas en México que en Estados Unidos: casi
cuatro millones.
En
1985, Luis Gutiérrez publicó la siguiente conversación entre dos diputados del
PRI, cuyos nombres salen sobrando:
--¿Vieras?
Me siento agobiado, cansado. Estoy tenso a causa de tantas llamadas
telefónicas, apapachos, apretones de mano, abrazos, citas a comer, a cenar, a
tomar café, con chicas, a beber…
--A
poco…
--Sí,
te lo juro. Ya casi es imposible para mí salir a la calle como cualquier
ciudadano común y corriente. Me abruma tanta gente. Me está asfixiando la
popularidad. La verdad es que estoy buscando un lugar donde no me conozca
nadie.
--Ya
sé: ¿por qué no vas a tu distrito?
El
diálogo termina a carcajadas.
En
los tiempos que llegan, algo empieza a cambiar. En 1988, la sorpresa fue
mayúscula: muchos diputados desconocidos en sus distritos fueron eliminados. Ya
han surgido movimientos con el fin de proteger esta especie en peligro de
extinción, pero no parece fácil. Los fraudes electorales se vuelven cada vez
más costosos ante la opinión pública internacional. Y hacer que los diputados
realmente se ganen el voto de abajo, no el de arriba, también tiene peligros:
es permitirles que sean dueños de sus propias bases, que adquieran fuerza por
sí mismos.
Para
que un diputado sea controlable desde arriba, no es bueno que llegue
representando la voluntad de su distrito: puede ponerse exigente, complicar el
proceso legislativo, salir con iniciativas locas que hagan perder mucho tiempo
o, peor aún, se aprueben, con resultados incalculables. Mejor que llegue por
elección de Cadena 8, y que sepa a quién le debe la curul.
¿Crees
que esto ha cambiado? No, solo cambió la ubicación de quien los designa o
recomienda.
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