Usa el corazón y la mente de los
otros.
La
coerción provoca una reacción que, con el tiempo, puede actuar en tu contra. Es
necesario lograr, mediante maniobras de seducción, que los demás se muevan en
la dirección que deseas. Una vez seducida, la persona se convierte en tu leal
servidor. Y la forma más eficaz de seducir a alguien consiste en manejar con
habilidad las flaquezas y la sicología del individuo. Debilita la resistencia
del otro a través de la manipulación de las emociones, jugando con lo que el
otro ama y valora, o lo que teme. Si ignoras el corazón y la mente de los
demás, terminarán odiándote.
En
el juego del poder y la vida diaria, estás rodeado de personas que no tienen
ningún motivo para ayudarte, salvo que ganen algo con ello. Y si tú, amable
lector, no tienes nada que ofrecer en términos de beneficios personales, lo más
probable es que despiertes la hostilidad de los demás, pues verán que eres
simplemente un competidor más, una persona más que les hace perder el tiempo.
Quienes vencen esa frialdad general son los que encuentran la llave para abrir
el corazón y la mente de los demás, seducirlos y ganarlo para su causa y, si es
necesario ablandarlos para asestarles un golpe. Pero la mayoría nunca aprende
este aspecto del juego del poder. Cuando se encuentran con alguien a quien no
conocen, en lugar de dar un paso atrás y tratar de ver en qué aspectos esa
persona es única y diferente, hablan de sí mismos, ansiosos por imponer su
propia voluntad y sus propios prejuicios. Discuten, alardean y hacen todo un
espectáculo de su poder. Quizá no lo sepan, pero sin darse cuenta están
creándose un enemigo, un rival, porque no hay nada más irritante que sentir que
alguien ignora nuestra individualidad y no le importa nuestra sicología.
Recuerda:
la clave de la persuasión reside en ablandar a la gente, en amansarla lenta y
gentilmente. Sedúcela mediante un acercamiento a dos puntas: trabaja sobre las
emociones y especula con las debilidades intelectuales. Permanece alerta tanto
a lo que te diferencie de los demás (la sicología individual) como a lo que
tengas en común con el resto (las reacciones emocionales básicas). Apunta a las
emociones primarias: amor, odio, celos. Una vez que logres movilizar las
emociones del otro, le restarás control, y lo tornará más vulnerable a tu
persuasión.
Los
gestos simbólicos suelen bastar para ganar simpatía y buena voluntad. Un gesto
de abnegación, por ejemplo –demostrar que sufres tanto como quienes te
rodean--, hará que la gente se identifique contigo, aunque tu sufrimiento sea
simbólico o menor mientras que el de ellos es real. Ablanda al grupo para
transformarlo en receptor sumiso de la acción enérgica que vendrá a
continuación.
En
lugar de manipular a peones inanimados, convierte a quienes te rodean en
convencidos y entusiastas defensores de la causa para la cual los has
reclutado. Esto no solo te facilitará el trabajo, sino que te dará más espacio
de maniobra para embaucarlos en el futuro. Para conseguir esto, deberás
manejarte con las sicologías individuales. Nunca supongas que la táctica que
funciona con una persona servirá también con otra. Para encontrar la clave que
motivará a un individuo, primero tienes que lograr que se sincere. Cuanto más
hable, más revelará sobre lo que le gusta y le disgusta, es decir, las manijas
y palancas con que moverlo. Por el contrario, tú debes preguntar, anotar y
callar.
La
forma más rápida der conquistar la mente de los demás consiste en demostrar, de
la forma más simple posible, de qué manera una acción determinada los
beneficiará. El egoísmo es la más fuerte de todas las motivaciones: una causa
noble quizá fascine la mente, una vez que el furor del primer entusiasmo se
haya desvanecido, el interés decaerá excepto que haya algo muy específico que
ganar. El egoísmo es el más sólido de los fundamentos. Las causas que mejor
funcionan utilizan un barniz de nobleza para cubrir la franca apelación al
interés personal; la causa seduce, pero el interés personal asegura el
compromiso.
Los
más hábiles para ejercer atracción sobre la mente de la gente son a menudo los
artistas, los intelectuales y quienes poseen una naturaleza más poética. Esto
se debe a que las ideas se comunican con más facilidad a través de metáforas e
imágenes. Por lo tanto, siempre es buena política tener a mano por lo menos un
Artista o intelectual que pueda incidir en forma concreta en la mente de la
gente. Por lo tanto, es peligroso marginar a quienes tienen gran poder de
expresión, y de gran utilidad atraerlos y explotarlos.
Por
último, inteligente lector, aprende a jugar el juego de los números. Cuanto más
ancha sea tu base de apoyo, tanto más fuerte será tu poder. Es necesario ganar
cada vez más aliados en todos los niveles: de manera inevitable llegará el
momento en que los necesitarás. ¡Ánimo!
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