jueves, 22 de septiembre de 2016

Damiselas en problemas. Parte 1

La reina estaba luchando por su vida; había sido envenenada. El médico, después de examinarla, habló solemnemente con el rey.

Sólo una hierba puede salvar a la reina y ésta sólo se puede encontrar en el monte de Mesuvis. El monte esta muy, muy, lejos y si cabalga en su corcel más veloz podría estar de regreso justo antes de la noche. Por lo tanto, debe enviar a su hombre más confiable a buscar esta hierba y traérmela antes de que caiga la noche, a fin de que pueda preparar el antídoto y salvar a la reina. Hasta ese momento, mis medicinas sólo pueden demorar la muerte. 

El rey no tenía dudas de quién era cal que debía enviar en una misión de una importancia y urgencia tan graves; tenía que ser Sir Lancelot. Él era el caballero más valiente, el mejor y más valioso del reino, y ciertamente era el más confiable y seguro.

Así que el rey mandó a llamar a Sir Lancelot y le confió la tarea.

El médico le describió al rey qué apariencia tenía la hierba y dónde encontrarla en el monte.

Recuerde, si no trae la hierba antes de que caiga la noche, el veneno hará efecto y no podremos salvar a la reina, le advirtió el médico.

Sir Lancelot comenzó a pulir su armadura. Iba a ser una larga y ardua jornada y quería que las bellas damiselas que pudiese encontrar en el camino lo notaran, mientras pasaba galopando a su lado galantemente, mientras sus corazones  palpitaban con un interrogante:

¿Quién es el deslumbrante y guapo caballero en la brillante armadura?

Pulió su armaduras hasta que pudo ver su reflejo en ella. Mientras permanecía de pie admirando su armadura, el rey entró.

Sir Lancelot, ¿todavía no has iniciado el viaje? preguntó con impaciencia.

Ya estoy saliendo, su majestad. Puede olvidar sus miedos y contar conmigo para que le traiga a tiempo la hierba, dijo Sir Lancelot pomposamente. Luego se armó con su espada, lanza y escudo, se puso su brillante armadura, montó su caballo blanco y se alejó rápidamente.

Había recorrido un cuarto de distancia cuando escuchó a una joven que gritaba pidiendo ayuda. Frenó a su caballo y escuchó la voz bella y, su apariencia iba con su voz, probablemente ella también lo fuese.

No hay comentarios:

Publicar un comentario