La historia de Jacqueline.
En
ésta oportunidad, quiero hablar de una joven, de esas que hay tantas en cada
rincón del territorio nacional.
Ella
es Jacqueline, pertenece a una familia disfuncional, su madre, se enamoró y de
esa relación surgió un niño, pero ella no fue correspondida, propiciándose que
por la edad y como se acostumbraba antes, una de sus hermanas mayores, ya
casada, registrara al pequeño como suyo, convirtiéndose desde ese momento, en
su sobrino.
Los
estudiosos de la conducta y comportamiento humanos, señalan que el individuo,
solo se enamora una vez en la vida, las demás, son simples espejismos,
ilusiones, engaños, conveniencia y necesidad, sobretodo de las mujeres cuando
tienen hijos y requieren manutención.
Posteriormente,
y como se dice, cuando esa víbora pica, no hay remedio en la botica, conoció a
otro muchacho, aunque en esa ocasión ya era mayor de edad, saliendo nuevamente
embarazada, allí nació Jacqueline, para variar, éste tampoco le hizo fuerte,
pero fue asesorada, obligándolo judicialmente a reconocer a su hija, aunque
hasta el momento, no le ha entregado nada para la manutención, la niña se ganó
el desprecio de él y de mucha su familia, como si ella fuera la culpable de la
calentura inconsciente de sus padres.
Aparte
del rechazo de su padre, Jacqueline desde niña ha sufrido el desamor, incluso
desprecio, de su madre, a grado tal de que sus primeros años de vida, los vivió
y creció en la casa de su abuela materna. Pasaron los años y por fin su madre
encontró a un hombre que se la llevó a vivir con él, incluso este, al saber que
tenía una hija, de manera oficial, porque en realidad tiene dos, le dijo que se
la llevara a vivir con ellos, naciendo de esta relación dos menores.
La
vida en “familia” que ahora vivía, no logró desaparecer los traumas y
sufrimientos, porque ahí en realidad conoció a su madre, quien la maltrataba,
humillaba, incluso en su propia cara le llegó a decir que estaba arrepentida de
haberla tenido, entre otras linduras más que calaron hondo en la mente de la joven,
que actualmente cuenta con veintidós años de edad. Soltera, sin hijos, pero en
lo emocional completamente dañada.
La
protagonista de la historia, es una joven que no ha recibido amor en su vida,
tiene un novio que ya fracasó en una relación anterior, tiene dos hijos a los
que debe seguir manteniendo. Ella es trabajadora, atenta, responsable en su
empleo, pero su apariencia dista mucho de lo que alguien de esa edad proyecta.
Está en la edad en la que cualquier jovencita, quiere lucir bella, hermosa, en
la que quieren impresionar a los muchachos, pero ella es todo lo contrario, no
se baña, no se peina, no se cambia de ropa, no cepilla sus dientes, desde lejos
llega ese desagradable olor a comida descompuesta, a mugre, la caspa se asoma
en su cabeza, sus zapatos gastados y sucios, lo mismo su ropa. A esa edad
ninguna mujer es fea, y Jacque no es la excepción, detrás de esa máscara que
usa, se observa una mujer atractiva.
Sus
pláticas son siempre de amor y cariño que según ella, su mamá, hermanos y
“primo” le brindan a diario, dice que sabe y conoce de todo, dirían las
abuelas, es un estuche de monerías, pero en realidad, lo que comenta es lo que
desearía recibir de sus seres queridos, su novio es el lado opuesto, en cuanto
a limpieza se refiere, por lo que no se entiende, como soporta, sobretodo, el
hedor de su boca, porque es la que más usa, cuando se besan y platican
cercanamente, además de que tienen relaciones sexuales, pues él vive solo y la
mayor parte del tiempo libre de ella, se la pasa en la casa de su novio. Ha de
tener una extraña patología o desviación sicológica, porque es raro que alguien
normal soporte olores tan extremos. O algún talento escondido tiene Jacqueline
que lo mantiene cautivado.
Como
escribí antes, en su trabajo es puntual, atenta, responsable, honesta,
servicial. En ocasiones le gana la melancolía y platica verdades de su vida,
aunque después se le olvide y continúe con sus sueños guajiros.
Tiene
una enorme necesidad de amor, cariño y atención, porque cuando se encuentra con
algún familiar de su padre, les habla con gran cariño, aunque la mayoría de
ocasiones, apenas le contesten o de plano ni respondan su saludo.
Así
como Jacqueline, hay muchos hijos que sufren por el desamor de alguno o ambos
de sus padres, esto como resultado de la inmadurez con la que la gente se
entrega al placer de la carne sin fijarse en las consecuencias, normalmente
negativas, que en el futuro arrastrarán seres inocentes. Lo que
desafortunadamente, se va convirtiendo en un círculo vicioso, que está provocando,
la deshumanización que estamos viviendo en la actualidad en México, al aumentar
los delitos comunes y obviamente, los delincuentes, esto tiene su origen en la
falta de amor. Amable lector, seamos más amorosos con nuestra familia y más
respetuosos con los demás, de lo contrario, cada día viviremos peor.
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