domingo, 17 de enero de 2021

Estulticia.

En el Diccionario Etimológico General de la Lengua Castellana, Fernando Corripio define a la palabra estulticia como un latinismo derivado de stultus, que quiere decir necio. En el Siglo XVII se extendió su significado a tonto o fatuo para terminar actualmente como un sinónimo de estúpido, mentecato, majadero, insensato y otros calificativos que fácilmente se pueden imaginar.

Ningún ejemplo clarifica más el significado de dicha palabra que un suceso asombroso de la antigüedad. Allá por el año 300 antes de nuestra era, Alejandro Magno fundó la ciudad de Alejandría, en la costa mediterránea de Egipto. Aunque brilló intensamente por su faro, considerado como una de las siete maravillas del mundo antiguo, indudablemente fue por su biblioteca y su museo, por lo que llegó a ser un sitio considerado históricamente como algo excepcional. Debido a que geográficamente se situaba en un lugar estratégico para que convergieran ciudadanos de muchas partes, pronto se convirtió en el lugar ideal para crear un centro de investigación y estudio. Caracterizada por la tolerancia e independencia, paulatinamente llegaron una cantidad innumerable de intelectuales que cultivaron todo lo que potencialmente podía estudiarse como literatura, matemáticas, astronomía, historia, física, medicina, filosofía, geografía, biología, ingeniería.

Los descubrimientos a los que se llegó fueron impresionantes. Para tener una idea apenas cercana, al tipo y calidad de la investigación que hacían en Alejandría, baste como ejemplo el descomunal logro que Eratóstenes de Cirene (276 a.c.–194 a.c.) hizo al llevar a cabo la primera medición astronómica, calculando el diámetro de la tierra con la simple observación de sombras, utilizando solamente maderos, pasos, cálculos de geometría tan elementales que hoy se enseñan en la secundaria y eso sí, aplicando una inteligencia sobresaliente. Dibujó el primer mapa y sostuvo que se podía llegar a la India viajando hacia occidente, 17 siglos antes de que Cristóbal Colón descubriera América.

Cuando llegaban los barcos, antes que buscar contrabando, lo que se perseguía con ansiedad eran libros que, una vez confiscados eran copiados y luego devueltos a sus propietarios. Esto le dio a la ciudad una proyección mundial que no tiene comparación, incluso en la actualidad. Pero más o menos seis siglos después, existió una mujer llamada Hipatia (355 o 370– 415 o 416?), que no solamente era directora de la biblioteca, en una época en la que las mujeres eran mucho más discriminadas que hoy, sino además investigadora, astrónoma, física y matemática. Fue sometida a innumerables presiones y estudiaba, enseñando y publicando el fruto de sus trabajos hasta que en el año 415 de nuestra era, un obispo llamado Cirilo, incitó a una turba de católicos que la atacó. Después de desnudarla, la ultrajaron innumerables veces. Posteriormente con conchas afiladas le fueron arrancando la carne de todo el cuerpo y ya muerta, tiraron sus restos a los perros. Finalmente, quemaron sus huesos, acaso por el temor de que resucitara, pero lo que constituye un acto de verdadera barbarie es que actualmente nadie recuerda a esta valerosa mujer y, sin embargo, existe el culto a San Cirilo, Obispo, el 29 de mayo de cada año, que es el día de su santoral.

El caso de Hipatia me recuerda lo que les sucede a innumerables mujeres en la actualidad. No tendrán cantidades significativas de testosterona, pero sí ovarios que deben avergonzarnos a muchos individuos que ostentamos el género masculino. Pero más que nada, ellas nos ofrecen y me refiero a una gran cantidad de mujeres valientes que con arrojo se enfrentan cotidianamente a la brutalidad de la vida, un generoso paradigma que muestra claramente lo retrógrada de la visión de algunos individuos en México y el mundo. Estos anti–intelectuales misóginos paulatinamente muestran la catástrofe que representa, para ellos el pensamiento y la búsqueda de igualdad.

La Biblioteca de Alejandría fue quemada y esto significó una pérdida irreparable de siglos de estudio, investigación, enseñanza y trabajo. El olvido de Hipatia y la santificación de Cirilo reflejan la situación actual de nuestro país y representa un verdadero acto de estulticia.

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