No hay más calma que la engendrada por la razón.
La verdadera patria del hombre es la infancia.
El que es generoso prospera, el que da también recibe.
El mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.
Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que paciente, la sostiene.
Se necesita valor para enfrentarse a nuestros enemigos, pero se necesita más valor para enfrentarse a nuestros amigos.
El amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y fuerte.
Se necesita valor para ponerse de pie y hablar. Se necesita valor para sentarse y escuchar.
En la infancias hay siempre un momento en el que la puerta se abre y deja pasar al futuro.
Las personas fuertes crean sus acontecimientos; las débiles sufren lo que les impone el destino.
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