Viena, Austria.
Como
lo hice en otras entregas, quiero compartir contigo amable lector, mi
experiencia vivida, durante mi visita a la capital de este gran país.
Considerado
por muchos como el país más culto del mundo, además se encuentra en el top
cinco de los países más ricos, pues su ingreso per cápita en la actualidad,
supera los cuatro mil euros, Austria es un pequeño país que supera los nueve
millones de habitantes, su idioma oficial es el alemán, entre sus personajes
célebres, nacidos en él, hay variedad, pero su principal símbolo turístico es
Wolfgang Amadeus Mozart, músico y compositor de los llamados clásicos, aunque
también los músicos Haydn, Schubert, Bruckner, Johann Strauss, los filósofos
Ludwig Wittgenstein, Karl Popper, otros como Sigmund Freud, Gregor Mendel, Karl
Kraus, Maximiliano de Habsburgo (de no buenos recuerdos para los mexicanos) y
según la historia, que escriben a su modo los ganadores, el peor personaje del
siglo XX, Adolf Hitler.
Su
capital, es muy visitada por turistas de países donde hay recursos para viajar,
principalmente orientales, chinos, coreanos, japoneses, tailandeses; árabes,
europeos y algunos americanos.
Algo
de llamar la atención, es la manera de vida, comparada con los demás países,
los domingos, por disposición gubernamental, no se permite la venta de muchos
productos, por lo que los llamados en México, supermercados y tiendas de
conveniencia, no abren sus puertas ese día, ante la imposibilidad de estar
separando las mercancías permitidas y las prohibidas, asimismo las tiendas de
ropa, deportivas, bares, artículos de viaje, tampoco lo hacen; está permitida
la venta de alimentos, de dulces, chocolates, tazas, llaveros, suvenires, etc.
Un
aporte para el mundo, es el pan artesanal, aunque hoy en día se piense en Francia
e Italia, fueron los austriacos, quienes desarrollaron, hace muchos años, la
técnica de adición de vapor a los hornos. Sus postres también son famosos:
Strudel de manzana, pastel de ciruela, galletas navideñas (Sachertorte) una
torta con dos capas de chocolate y mermelada de albaricoque, entre otros. Sin
embargo su principal aportación es la salchicha tipo Viena.
Rodea
a la ciudad el río Danubio, famoso por la obertura de Mozart, “El Danubio
Azul”, grandes y hermosos palacios, construcciones monumentales, su aeropuerto
cuenta con cuatro terminales, hay red ferroviaria, camiones, metro, autobuses,
taxis y el servicio UBER, su red de calles y carreteras es óptimo, el drenaje y
sistema de agua excelente, allá toda el agua potable es para consumo humano y sin
riesgo alguno de salud, en parques y jardines hay espacios donde se puede beber
o llenar botellas y recipientes.
Los
negocios que utilizan las banquetas para instalar mesas, sillas, bancas o
cualquier negocio, dejan los muebles sin ninguna protección, únicamente
recogidos o encimados, unos de otros, para permitir el libre tránsito peatonal,
lo increíble, es que hasta los refrigeradores se dejan en las banquetas, llenos
de productos y mercancía y nadie se roba las cosas. Al ver esto fue cuando
entendí por qué es considerado el país más culto del mundo.
Sin
embargo, dos cosas más llamaron mi atención. La primera, en la red del Metro,
no hay policías, vigilantes o empleados, únicamente hay máquinas para la compra
del boleto respectivo, si es en efectivo, es una, si es por medio de tarjeta,
es otra, el ingreso al andén, no tiene puertas o torniquetes como los hay en
otros países, solo a la mitad del espacio destinado para entrar, hay dos
máquinas checadoras, colocadas simétricamente, sostenidas por un tubo metálico
delgado, en donde colocas el boleto previamente adquirido, verificando que lo
has comprado. Ya en el andén, si hay cámaras de vigilancia, por lo que pueda
suceder. Pero en un país tan culto, es difícil que algo malo suceda entre sus
connacionales, el riesgo potencial son los extranjeros que están alejados de la
cultura y valores, porque los asiáticos y europeos, son iguales o más honestos
que los austriacos.
Y
la segunda, la manera en la que se expenden los periódicos y revistas de todo
tipo, ahí solo utilizan a los empleados que los colocan en sus lugares
asignados para su venta. En cada esquina del primer cuadro de la ciudad, hay
igual, una barra metálica fija al piso, donde se sostiene una caja de metal de
aproximadamente 20X15X7 cms. cerrada con un candado, y señalando la cantidad
que cuesta cada ejemplar. El usuario, va y deposita el monto exacto y toma un
ejemplar, sin ningún esfuerzo, ni protección, estos cuelgan en una bolsa de
plástico grueso, así de confiados, pero sobretodo, de cultos son los
austriacos. Además, son solidarios, atentos, trabajadores, obviamente honestos,
hogareños y sienten mucho amor por su familia y por los demás. Tienen la
autoestima alta y los valores bien cimentados. No tienen tanto inmigrante como
otros países, eso les ayuda. Como lo he señalado, en otras entregas de países
europeos, la diferencia con nosotros, es tan grande como el océano Atlántico
que nos separa, Dios, Jehová, Yahvé, el Universo o en quien tú creas, nos
colocó tan lejos de ellos, para evitar que los contamináramos, con los vicios
que diariamente conviven con nosotros.
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