La mente humana.
Quiero
aprovechar el espacio para comentar un tema que para muchos pasa desapercibido,
pero que si lo aprendiéramos y lo aplicáramos todos, nos evitaríamos tantos
problemas, dolores de cabeza, se dejaría de perder dinero, etc. por no aplicar
esto con las gentes que conocemos. Espero, amable lector que te sea de
utilidad.
La
maleabilidad mental es mucho más que una habilidad o una competencia: es una
virtud que define tu estilo de vida y nos per mite adaptarnos a las presiones
diarias. Una mente despejada tiene más posibilidades de lograr cambios para
mejorar que desemboquen en una mayor calidad de vida; una mente cuadrada no
sólo es más propensa a sufrir innumerables trastornos sicológicos, además,
influirá negativamente en el entorno de movilidad. ¿Quién no ha sido testigo
alguna vez de la estupidez aferrada de alguien que, por su cuadradez mental, no
es capaz de modificar su opinión o quiere imponer sus puntos de vista? Para que
ir lejos, si lo tenemos en nuestra familia, con nuestros padres, pareja, hijos,
con nuestros amigos, compañeros de trabajo o diversión, conocidos, incluso con
gente extraña a la que escuchas a tu paso, cómo está queriendo aplicar su
necedad en los demás.
El
ser humano tiene formas distintas de relacionarse con la información disponible
en sus cerebros. Algunos se apegan a ella y otros son más arriesgados a la hora
de modificarla. Hay quienes insisten de manera testaruda en que poseen la razón
cuando objetivamente no es así y hay quienes reconocen sus errores y
sencillamente tratan de sacarle provecho a las situaciones nuevas o
desconocidas.
A
lo largo de nuestra vida, encontramos mentes que parecen de piedra: inmóviles,
monolíticas, duras, impenetrables y rígidas, donde la experiencia y el
conocimiento se han solidificado de manera sustancial e irrevocable con el paso
de los años. Tales mentes ya están determinadas de una vez por todas, ya no
aprenden nada distinto a lo que saben, porque su procesamiento obra por
acumulación y no por selección. Creen haber visto la luz, cuando en realidad
andan a ciegas, vagando por un oscurantismo cada vez más alejado de la
realidad. Un golpe certero las hace trizas o las resquebraja, porque no están
preparadas para enfrentar los dilemas y las contracciones con su fuero interno.
La mente de piedra no se permite dudar y rechaza la autocrítica. Sus
fundamentos son nada modificables e indiscutibles.
Por
otro lado, y parafraseando al sociólogo Zygmunt Bauman, hay mentes que se
pueden llamar liquidas, que no se interesan por nada y se acomodan a las
demandas de la vida sin fijare posiciones de ningún tipo. Mentes sin cuerpo
propio, informes, incoloras, sin constancia ni sustancia, indolentes y lejanas
a cualquier compromiso: cerebros sin memoria. Pero buzos, no es el fluir del
sabio que ha comprendido el constante devenir y se sube en él, sino la negación
de la propia existencia. Indolencia esencial, donde las luces se han apagado
para paso a un relativismo de mala calidad: nada es verdad o todo da lo mismo.
La mente líquida no tiene de qué dudar y desconoce la autocrítica, porque no
tiene puntos de referencia ni fundamentos claros.
Y
también existen las mentes flexibles, que funcionan como la arcilla. Poseen un
material básico a partir del cual se pueden obtener distintas formas: no son
insustanciales como las mentes líquidas, pero tampoco están definidas de una
vez para siempre como las mentes de piedra. Pueden avanzar, modificarse,
reinventarse, crecer, actualizarse, revisarse, dudar y escudriñar en ellas
mismas sin sufrir traumas. Asimilan las contradicciones e intentan resolverlas,
no se aferran al pasado ni lo niegan, más bien lo asumen sin perder la
capacidad crítica. La mente de arcilla muestra una fortaleza similar a la que
el taoísmo le atribuye al bambú: es elegante, erguido y fuerte, es hueco por
dentro y además receptivo y humilde, se inclina con el viento pero no se
quiebra. Para los seguidores de Lao Tse, la suavidad y la flexibilidad están
íntimamente relacionadas con la vida, mientras que la dureza y la rigidez están
asociadas a la muerte. La mente de arcilla tiene fundamentos y principios pero
no son inmutables.
La
mente de piedra (rígida) choca con la realidad objetiva una y otra vez, la
mente líquida pasa por la vida y no hace contacto; la mente de arcilla
(flexible) abraza la existencia de manera equilibrada. Las personas se pueden
ubicar en un continuo de tal manera que se podría hallar gente más o menos
rígida, flexible o líquida, o con el predominio de un tipo de mente y pequeñas
pinceladas de las otras. Más aún, la analogía nos permite la opción de que un
tipo de mente se transforme en otro; las piedras pueden derretirse o ablandarse
bajo temperaturas extremas, la arcilla puede endurecerse o volverse polvo y lo
líquido puede solidificarse. No obstante, e independientemente de las
variaciones posibles, lo que define un tipo específico de mente es el estilo
cognitivo o el modo/tendencia relativamente estable de procesar la información
de una manera específica.
Las
mentes cerradas son un problema para ellas mismas y para la sociedad donde
viven, en tanto impiden el progreso y permanecen ancladas a una tradición que
quieren perpetuar a cualquier costo.
Las
mentes cerradas atraen: estrés, angustia, amargura, e inamovilidad y las mentes
flexibles: alegría, tranquilidad y desarrollo del potencial humano. Tú decides
como quieres ser y cómo quieres vivir.
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