Juventud y adicciones.
Quiero
aprovechar este espacio para hablar de un tema actual, que siempre está vigente
y no pasa, ni pasará a segundo término, al contrario, está adquiriendo víctimas
cada vez menores: las adicciones.
Quizás
suene repetitivo, pero es verdad, todo, lo bueno y malo, proviene de la
familia, ahí se forman gentes de bien o delincuentes, triunfadores y
fracasados, honestos y corruptos, profesionales y mediocres, ciudadanos y
políticos, etcétera. Un hogar familiar, donde impere el amor, la comprensión,
los valores positivos, tendrá descendientes modelo, como hijos, como
estudiantes, como seres humanos, como ciudadanos, como padres, lo que sin duda,
es en beneficio de la comunidad, del estado, del país.
Una
persona (en este caso, un hijo), con mentalidad fuerte desde su hogar, que sepa
lo que es bueno, lo que es malo, que lo beneficia, que lo perjudica, con libre
albedrio y gran capacidad de razonamiento, análisis y reflexión, no tendrá la
necesidad de repetir conductas de otros, andar probando lo que otros usan,
vivir con dependencia de otros o de algo. Sino al contrario, puede convivir con
amistades, compañeros o familiares que están tocando fondo en determinado
momento. Como decían los clásicos: hay aves que cruzan el pantano y no manchan
su plumaje.
Las
estadísticas lo señalan, pero independientemente de que se crean o no, lo vemos
en la calle, en las redes sociales, lo sabemos por comentarios de nuestros
hijos, sus amigos y compañeros de estudio, que cada día hay más pequeños que se
refugian en alguna adicción: alcohol, drogas (desde thinner, resistol,
marihuana, etc.), apuestas, sexo, violencia… lo que provoca, otro tipo de
acciones que traen aparejadas, graves consecuencias, porque se convierten en
delitos, penados por la ley, pero lo que es peor, son señalados por la
sociedad, la que es implacable, cruel e inhumana en sus juicios, y con ellos,
lastima más que estar encerrados en una celda, en cualquier centro
penitenciario, cárcel o reclusorio.
Hay
individuos, que en casa, a sus hijos les enseñan a beber, a sus hijas les
hablan de sexo sin tapujos, diciéndoles que pueden hacer lo que quieran,
siempre y cuando no terminen embarazadas, creyendo que con esto, ya están cumpliendo.
Al contrario, el ser humano, por naturaleza, es propenso a que le digan lo que
debe hacer, lo que muchas veces, es incorrecto despertarlos en una etapa que
debe descubrir por sí mismo, no se debe fomentar el uso de bebidas embriagantes
en el hogar propio, dicen algunos imbéciles: yo le enseño a beber, para que aprenda,
están creando un alcohólico para el futuro. ¿Con qué calidad moral, podrán
llamarle la atención si alguna ocasión se extralimita, siendo aún dependiente
de los padres?, lo están enviando a la guerra que es la vida, sin el equipo
adecuado; más acertado es no observar a los padres embrutecerse con el alcohol
que al final termina en golpes, por lo menos, no dentro de su propia casa. Un
verdadero padre, por el amor hacia sus hijos es capaz de contenerse, cuando ya
tiene cierto grado de adicción, y en presencia de ellos, no bebe (cuando no
puede controlarse una vez que lo prueba) o solo se toma una copa, cuba o trago,
para no verse muy chocante frente a su anfitrión, o invitados (en el caso
contrario). En cuanto a sus hijas, no tienen por qué despertarles el instinto o apetito sexual
que aún desconocen, porque no ha llegado su etapa, diciéndoles que se metan con
el novio, novios o quien sea, pero que usen condón. No, tal vez la generación
actual sienta que esto es retrógrada, porque sus mentes enfermas creen lo
contrario, pero la decencia y educación jamás pasa de moda.
Una
vez en la calle, llevando los cimientos fuertes, no importa que los falsos
amigos, les inviten una cerveza, bebida alcohólica o incluso, una droga, porque
sabrán aceptar o rechazar, pero con plena y total convicción de lo que están
haciendo, lo mismo que siendo mujeres, no entregarán su cuerpo al primero que
se los pida.
Asimismo,
todo tiene que ver con el ambiente en el que se vive y se mueven los hijos, lo
cual no es cuestión de elitismo, presunción o discriminación (ahora los
retrógradas todo lo miran como eso), en la división común de la sociedad que se
hace, indebida, pero existe, los extremos, como en todo, son malos, clase baja,
media y alta, la mayor cantidad de adictos, están en la clase baja y alta, la
clase media, es la menos afectada, pero como siempre haciendo hincapié, que en
toda regla general hay sus excepciones. Los hijos de padres unidos, sea por el
matrimonio o por decisión personal (unión libre, matrimonio eclesiástico), que
pese a los esfuerzos económicos de éstos, mandan a sus hijos a estudiar, les
proporcionan además, alguna otra herramienta (inglés, ballet, canto, música,
gimnasio, karate, etc.) su círculo de amistades será de la misma calidad moral
y humana, por ende, es más fácil mantenerlos, a salvo de las adicciones y malas
compañías.
Porque
un hijo, sin amor, sin cariño, sin atención, con maltratos en su casa, físicos
y/o sicológicos, es presa fácil de los seudo amigos, de refugiarse en cualquier
sustancia para tratar de huir de los fantasmas que existen en su casa y crecen
en su mente; las hijas, están en busca de quién, se las lleve a vivir a otro
lugar, tratando de escapar de lo mismo, pero al final terminan en un infierno peor,
porque salen embarazadas, se enredan en una relación igual de tormentosa que la
forman sus padres, y van rodando de pareja en pareja, siendo cada día más
infelices, todo esto y más, gracias a los padres que solo en palabras, no con
hechos, dicen amarlos, dicen dar la vida por ellos, que los traen al mundo
porque fueron accidentes, por soledad, tristeza o qué sé yo. Pero pocas, muy
pocas veces por amor.
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