sábado, 16 de noviembre de 2019

Publicación.

Lo que busca un hombre…

               
Lic. Alfredo Castañeda Flores
En México todo gira alrededor de la mujer, pero en esta ocasión, quiero hacerlo desde el punto de vista del hombre.
 
Históricamente, el hombre es el malo, el culpable, el ruin, el cobarde, el desobligado, el golpeador, el flojo, y cualquier adjetivo que quieras agregar, inteligente lector. Y la mujer es lo contrario.
 
En la actualidad es muy común que, a temprana edad, incluso desde la primaria, los niños tengan relaciones sexuales, obviamente, esto no es una regla general, porque sí existen tanto niños y niñas que se comportan a la altura de los valores inculcados por sus padres. Todo el tiempo han existido los diablillos que quieren que los demás sean unos seres perdidos, pero también hay los angelitos que defienden a las almas puras y no los dejan caer en ese tipo de tentaciones.
 
Una vez que se cae en las relaciones sexuales, se crea una adicción por seguir teniéndolas, lo cual ocurre en ambos sexos, salvo honrosas excepciones, es un vicio que dura muchos años, hasta que se cae el sistema por la edad o enfermedad.
 
Esos mismos diablillos que en temprana edad buscaban echar a perder a otras angelitas que supieron defender lo más preciado que tienen y que pocos sabemos valorar; una vez que maduran con la edad o las circunstancias, buscan todo lo contrario, necesitan a su lado una mujer honesta, sincera, seria y sin historial (aunque muchos lo duden, las hay) o el menor historial posible. De ahí que haya de todo en esta vida. Mujeres solteronas, madres solteras, divorciadas, viudas, y en menor número, casadas. Por regla general, solo se casan aquellas mujeres que en su actuar, muestran recato y decoro, virtudes que los hombres sabemos distinguir.
 
A pesar de que para las mujeres, el hombre sea de lo peor, en la realidad no es así. El hombre sabe distinguir perfectamente cuando una mujer es liviana o carece de historia, por lo que no cualquier mujer se casa. Hasta para el matrimonio hay niveles que cada una va sembrando conforme va creciendo.
 
No tiene nada que ver el físico (cara y cuerpo), nivel social, nivel académico, nivel económico, en todos hay un poco de todo.
 
Hay mujeres que solo sirven para llenarse de hijos, otras para servir como un objeto sexual, y pocas, para ser integrantes de un verdadero hogar, con esposo e hijos y dignidad para el resto de sus vidas.
 
Un hombre que haya sido cauteloso en su infancia, adolescencia y juventud y los que hayan sido lo contrario, sabemos apreciar las cualidades de esas escasas mujeres que saben amar a su pareja, que saben querer a sus hijos, que disfrutan tener un verdadero hogar, que no necesitan estar jugando a las vencidas con su media naranja, para saber quién tiene más poder sobre el otro. Esas mujeres que no les preocupa la igualdad a la fuerza, si no que se la ganan con sus actos diarios.

Amable, lector, estoy seguro que tú eres uno de esos hombres que he descrito anteriormente, que tienes un hogar, una familia y sobretodo, una gran mujer a tu lado, que independientemente de lo que hayas vivido en tu juventud, no quisiste pasar el resto de tu vida, con una mujer que andaba del tingo al tango, como se dice en el lenguaje coloquial. Supiste elegir.
 
Un hombre necesita una compañera a su lado, que lo acompañe en los momentos de enfermedad y viceversa; una amiga, que lo escuche cuando esté triste; una amante, que en la intimidad sepa darle lo que necesita; una cómplice, que se ría de sus ocurrencias o maldades sanas, pero principalmente requiere una verdadera mujer. No necesita una mamá que lo esté regañando por todo, que lo critique en todo, que solo le exija y no aporte nada importante, que lo ofenda, incluso que lo agreda, que siempre y en todo momento hable mal de él a sus espaldas, eso, no necesita.
 
El hombre, pese a todos los mitos que existen a su alrededor, es más resistente al sufrimiento y a los problemas, pero lo hace en silencio, y esta es la principal causa por la que mueren más pronto que las mujeres, porque siempre el desahogo, que otra gente finja que te escuche, porque a nadie le importan tus problemas, al contrario, hasta se es objeto de burlas por tus comentarios, sirve decir, hablar las cosas, no quedarse con el sentimiento o emoción guardados, como hacen los hombres.
 
Así que, amable lector, comienza a hablar con tu esposa, con la que estés unido por el civil y/o la iglesia, porque vivir juntos no significa estar casados, si tienen tiempo de vivir juntos, regresa a lo que hacían antes, rían, paseen, ámense en la intimidad, practiquen nuevas posiciones, bésense, y si antes no lo hicieron, háganlo ahora, recuerda que el tiempo se va muy rápido, no te quedes con ganas de hacer algo que no has hecho aún, el tiempo no regresa y el resentimiento o tristeza ahí se queda. Eso, es lo que necesita un hombre.

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