¿Cuándo vas a cambiar tú?
El
cambio en México, es la palabra más usada, trillada, repetida por muchos y más
aún en época electoral. Casi todos los que la han usado, pretenden alcanzar un
cambio, pero siempre visto desde la perspectiva de que ese cambio lo hagan los
demás y el que se presume interesado, no hace nada para alcanzarlo.
Así
es amable lector, quizá alguno de ustedes, también se encuentre inmerso en esta
vorágine de revolucionarios de mentira, esos que abundan por todas partes y más
aún, en las redes sociales, donde creen que publicando algo que a nadie le
importa, van a imponer sus ideas que cambiarán la cultura, la política, la
sociedad nacional.
Lo
he mencionado en entregas anteriores, que si quieres algo diferente, debes
empezar por ti, de ahí continuar hacia tu familia, salir a la calle con los
amigos, compañeros de trabajo o profesión, con los conocidos de tiempo y los
recientes, en fin, que esto se vuelva un círculo virtuoso, que empiece a
modificar los vicios que nos mantienen estancados como un país exitoso en todos
los ámbitos.
Lo
que predomina es el ejemplo, bien o mal, pero eso es lo que recordamos de X o Y
gente que veamos; las palabras rebuscadas, dijeran los antiguos, domingueras,
en el momento de oírlas son hermosas, te emocionan, pero saliendo del aula,
recinto o salón, se olvidan. Lo mismo pasa si las leemos impresas en un libro,
documento u hoja. En cambio, una acción que se haya visto (observado es mucha
pretensión), se queda guardada, grabada en el subconsciente individual. Otro
vicio nacional, es el de recordar siempre lo malo y pocas veces lo bueno, ¿será
porque eso se hace más?
Albert
Einstein, nos heredó una frase para la posteridad, que cobra cada día mayor
vigencia: …”El mundo está lleno de idiotas, colocados estratégicamente, para
que diariamente te encuentres por lo menos a uno…”. Fuerte ¿verdad? Pero cierta.
Al
ir caminando por la banqueta, es común encontrar gente detenida platicando,
obstruyendo toda la acera, la entrada a una casa, negocio, banco, escuela,
etc., muchos incluso pidiéndoles permiso ni así se mueven. Se dice, y se dice
bien, que pedir permiso para algo, que no debiera existir, si hubiera más
sentido común y sobretodo, materia gris en muchos individuos, es decirle,
quítate, muévete estúpido no ves que voy a pasar y tú ¿estás estorbando? Pero
el mexicano, como siempre, entiende las cosas al revés.
Arriba
de un auto, las cosas son peores, en una sociedad con cultura, es sabido que
salvo donde hay semáforos o puentes peatonales, el peatón es primero, pero en
un país retrasado como el nuestro, los automovilistas se sienten semidioses, no
dan el paso a las personas, no respetan las señales de tránsito, no permiten
que alguien estacionado se incorpore al arroyo vehicular, etc. Da un mal
aspecto colocar tubos, concreto, cadenas, macetas, para señalar que en ese
lugar no se deben estacionar, pero aun así, nunca falta uno de los que decía
Einstein. Pequeñas acciones que dicen mucho, todo es cuestión de observar y
aplicar la lógica, ya que hasta con poner pasta dental al cepillo se conoce al
que es imbécil.
Esto,
por supuesto no exenta a la clase política nacional, individuos así los hay, incluso
peores que el ciudadano común, en la actualidad, ya no se guardan las formas,
ahora el nepotismo, ya parece aceptado entre quienes creen gobernar al país
integrando alguno de los tres niveles de gobierno. Desde siempre, en infinidad
de ocasiones, no llega a los puestos de elección popular, es más, ni siquiera
alcanza la candidatura el individuo más preparado, más capaz, probo y con
experiencia; pero actualmente, hay tal cinismo, descaro de estos sujetos, que
postulan, promueven e imponen a sus esposas, hijos, hermanos, hijastros,
amantes, secretarios, deportistas considerados ídolos nacionales, dirigentes
sindicales de dudosa reputación, gente con dinero para comprar la candidatura,
personas con arraigo en su municipio o región, pero neófita en las lides
políticas y académicas, etc.
En
el colmo de la desfachatez y con la única consigna de ganar o mantener el
poder, los partidos políticos, regalan puestos de elección popular a los que
renunciaron al instituto de enfrente, porque según ellos, traen un amplio
capital político, parece que se ponen de acuerdo para que sean los mismos los
que solo se mueven de la senaduría a la diputación federal, de ésta a la
diputación local, de legislador a alcalde, de munícipe a diputado, etc. hay
gente en todos los partidos políticos que tienen más de veinte años ocupando un
cargo de elección popular y como dijera Raúl Velasco, aún hay más. Todo esto
con la finalidad de cerrar el paso a nuevos cuadros, a los que mantienen
entretenidos con algún cargo administrativo, pero sin soltarle el poder, muchas
veces vicario, pero poder al fin, a los que sueñan con formar parte de ese
grupo selecto y elitista que gobierna, o dijeran muchos, desgobierna a nuestro
país. Porque en automático, empiezan a cometer muchas de las conductas
negativas que tienen estancado en todos los aspectos a nuestro cada vez más
relegado país, a nivel mundial. Con sobrada razón, porque en general, para nada
un mexicano con estas conductas viciadas, es un buen ejemplo para otras
naciones.
¿Podemos
cambiar? Claro que sí, pero se necesita demasiado esfuerzo y sacrificio, que la
mayoría no tiene la mínima intención de realizar. Porque el principal
obstáculo, es no tener la madurez de reconocer que tenemos muchos defectos,
vicios que nos mantienen estancados como país. Si algún extranjero critica a
México, en automático y sin reflexionar, se convierte en el enemigo principal
de todos, nadie se detiene a analizar que tiene razón. A pesar de tantos años
de libertad, de la infinidad de mezclas con otras razas, los mexicanos,
seguimos conservando las raíces indígenas, porque somos en todo y para todo
necios. Con la única excepción de que no lo somos para mejorar.
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