Decepcionado.
Hoy
quiero aprovechar el espacio para hablar de acciones en general que nos toca
vivir, ver y saber, en el entorno diario en el que vivimos y nos causan, entre
muchas cosas, decepción.
La
principal de todas y la peor, es darse cuenta de lo malagradecidos que somos
los mexicanos, principalmente, aquellos que más necesitan de los demás, esos,
sin duda, son los peores. En la actualidad la frase de antaño que decían los
abuelos ha quedado en desuso (los buenos somos más).
La
mayoría de esa gente, se acerca a quien le puede ayudar con empleo, con dinero,
con cosas materiales, etc. y solo están ahí mientras obtienen beneficios, pero
ya están observando a quien se le van a acercar una vez que su víctima actual
deje de servirles. Suena fuerte, pero así es. El mexicano carece de
agradecimiento, vaya, ni siquiera de lealtad, porque no solo se alejan de quien
lo ayudó, poco o mucho, aunque para el malagradecido todo se les hace poco,
sino que se dedican a dejar en mal a esas personas ingenuas que creyeron en su
aparente bondad.
Derivado
del mal agradecimiento, vienen Las acciones estúpidas que nos afectan a todos,
aunque se empeñen en decir que no es cierto.
Una
de ellas, es no respetar al peatón, cuando mueven automóviles, porque quien
sabe manejar, respeta. No permitir que los autos estacionados se incorporen al
arroyo vehicular, no respetar el 1X1, no respetar los semáforos, estacionarse
en lugar prohibido, doble fila, aunque sea un segundo, que es la excusa idiota
de los que lo hacen. Una persona con pocas neuronas sabe que un segundo es
nada, por lo cual están mintiendo.
Ahora
que están queriendo eliminar las bolsas de plástico, mucha gente, trae colgadas
al hombro enormes bolsas ecológicas, pero solo de adorno, porque de todas
formas exigen plástico. Pretenden engañar a los demás, creyéndose protectoras
del planeta. Hay mucha hipocresía en la gente.
El
mexicano es amante de las fiestas, reuniones y es muy frecuente que se les
invite a un desayuno, a una comida o simple convivencia donde hay degustación
de alimentos, eventos culturales gratuitos, etc., pero ni así asisten y lo que
es peor, afirman categóricamente que acudirán y los anfitriones les creen y ya
no invitan a otros porque temen que lleguen más de los presupuestados,
quedándoles espacio y alimentos. Por otro lado, los que si asisten, pocos
aprecian el gesto del anfitrión, la mayoría se va hablando pestes de la
organización, de lo recibido, de la atención, es decir, regresamos al negativo
agradecimiento que existe en el país.
En
lo relativo a los negocios, cuando estos son pequeños o que los dueños están
presentes en los mismos, se acostumbran a pedir fiado, a quedar a deber una
parte porque no les alcanza el dinero y les urge llevarse la mercancía,
abusando del conocido, pero cuando tienen dinero, compran lo mismo en una
tienda de capital ajeno al lugar donde viven, olvidándose, nuevamente, del
agradecimiento, la lealtad y cómo se mueve la economía local. Generando estas
acciones más pobreza.
Esto
y nada le interesa al malagradecido, ellos solo buscan un beneficio personal y
nada los satisface.
Como
la mayoría de esta gente, no tiene muchos estudios ni preparación, son los que
laboran en las empresas privadas, pero al no tener la capacidad de aprender lo
que ahí se hace, pese a las innumerables oportunidades que se le dan, terminan
siendo despedidos y como siempre se consideran las víctimas de los demás, se
van hablando pestes de la empresa, del dueño, de los jefes, del horario, de la
jornada, del salario, de todo. Ganándose así, un enemigo gratuito de por vida.
Además
de malagradecido, el mexicano es flojo, informal, desleal, ambicioso, no se
informa de nada, no analiza las cosas, no le gusta estudiar, no le gusta que le
den ordenes (pese a no saber hacer las cosas), es mecha corta (la mayoría de
ocasiones sin tener la razón), no piensa en el futuro, porque dura poco en los
empleos sin pensar cómo van a terminar su vida, es desordenado, hace las cosas
por hacerlas, es mentiroso, vive de mentiras y grandezas que solo en su mente
pequeña existen, porque como dice la filosofía popular, lo que se ve no se
juzga.
Una
minoría es la que hace las cosas lo mejor posible, es la que genera la escasa
riqueza que existe en un país hundido en la pobreza y la mediocridad; si por lo
menos la mitad de la población económicamente activa, fuera más pensante y
responsable, hiciera las cosas como se deben hacer, podríamos tener una mejor
economía que es en beneficio de todos. Se debe proteger a los empresarios que
generan empleos, que contribuyen al crecimiento de cualquier región, pero el
mexicano promedio, que son mayoría, en lugar de seguir su ejemplo, tenacidad y
dedicación, les tienen envidia, los atacan cada vez que pueden, sin darse
cuenta que gracias a ellos tienen o pueden alcanzar una mejor calidad de vida.
Todo
esto y tantas cosas más, decepcionan a la gente exitosa, triunfadora, porque
cada día en lugar de crecer como país, las nuevas generaciones, están saliendo
menos preparadas, menos conscientes, menos interesadas en los demás.
Salir
a flote o el hundimiento de un país, depende de los ciudadanos, ningún político
lo hace, solo son peroratas y retórica barata, pero no les importa la mayoría
ciudadana, solo las utilizan. Así que seamos más conscientes y pensemos en ser
cada día mejores. ¡Sí se puede!
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