En el caso concreto del Japón, los nipones poseen un territorio
80% montañoso e inadecuado para la agricultura y el ganado, pero constituyen la
segunda economía mundial. Japón es como una inmensa fabrica fluctuante,
importando materia prima de todo el mundo y exportando manufacturas al mundo
entero. Ellos edifican su poderío económico apoyados en su tradición
industrial, comercial tomando de la mano a las nuevas generaciones e
inculcándoles el hecho mismo de crecer. Digamos que Japón, no solo es para los
japoneses: Japón produce para el mundo.
Otro dato bastante curioso que nos llega es el de Suiza, la banca del
mundo.
Debido a la drasticidad del invierno y por ser un país chico, solo
tiene 4 meses al año para cultivar cacao y desarrollar su ganadería
industrializada y extensa; pero de hecho, evidencia el mejor chocolate del
planeta y produce de manera excelente los mejores lácteos y sus
derivados, del viejo continente. Suiza y Japón, son países que le han vendido
al mundo entero la certeza y alta calidad de sus productos y servicios
con trabajo, orden y seguridad; elementos benditos que no tienen los países
pobres, nuevos y antiguos.
Se preguntarán, entonces ¿Dónde radica la diferencia entre Pobres y
Ricos? Busquemos ahora en el nivel intelectual, tanto de unos como de otros, y
en el tipo de raza.
Mientras los países ricos y altamente industrializadas, siguen pasos y
reglas establecidas para crecer y expandirse como nuevos conquistadores de
mercados y con sociedades más abiertas y desarrolladas que son ejemplo a seguir
por su reconocimiento moral de las personas, la responsabilidad, el
orden, el control y la sistematización a lo producido, el respeto a la ley
y a los derechos de otros, el amor por el trabajo; al ahorro y a la inversión y
sobre todo a un inmenso deseo de superación, nuestros pueblos se ahogan en la
incertidumbre del desempleo, la violencia y la politiquería ramplona de
siempre.
Requerimos muchos cambios, tal vez demasiados. El primero, debe ser
convertirnos en una nación inclusiva, un país de honor, justicia y merito
social, industrial, turística y cultural; en donde la consigna sea salir
adelante y volar sobre el pantano de la pobreza.
El segundo cambio es, desarticular aquello de que nuestra sociedad está
alineada en dos bandos, los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen nada.
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