Vamos a ver para que sirve la corrección, por qué es necesaria, qué tipos de corrección hay, qué no es la corrección, qué hay que saber para camuflarse como corrector, por qué es un control de calidad y algunos consejos para que tu computadora corrija solo a tus órdenes.
Habrá anécdotas, recursos digitales, bibliografía y consejos profesionales para todos aquellos que quieran dedicarse al oficio.
Vamos a descubrir la corrección como lo haría un escultor: quitando lo que sobra. Me gustaría ser academicista en este momento para soltar una definición incontestable, así podríamos construir una imagen del corrector y su oficio partiendo de la limpieza lexicográfica y teórica. No me cabe duda de que todos preferimos ese modelo ideal a partir del cual podemos ir haciéndonos una idea del profesional, pero, lamento ser mundano y terrenal, te quiero llevar al día a día. A estas alturas, tú, que me has seguido, habrás estado en contacto más o menos cercano con un profesional de la corrección. Tienes ideas preconcebidas sobre el oficio que interferirán en la construcción de un modelo teórico sobre el que ponerse de acuerdo. Por eso prefiero contarlo en directo desde la trinchera, y no desde la Academia, porque aquí es donde las erratas duelen de verdad; las normas estallan unas contra otras y la argumentación es un blindaje que debes forjarte; las balas se cruzan entre autores, traductores, editores, maquetadores y, por supuesto, correctores. Y así, en el humo de la batalla o en el estrés cotidiano no hay demasiado tiempo para formarse una nueva idea de esa persona que tienes delante y que te corrige. Vamos a despejar la niebla y el aire marcial para descubrir a los profesionales que trabajan por la paz de los lectores.
Qué no somos los correctores (pero todo el mundo ´piensa que somos)
En todas las casas siempre hay una oveja negra. En el mundo de las letras, ese bicho raro de mala fama lo ocupa el corrector. Como es un trabajo discreto, invisible, nadie suele resaltar su trabajo, excepto cuando falta. Como tampoco suele tener la oportunidad de entrar en contacto con los otros personajes que habitan sus territorios de caza, es un personaje que se deja ver poco, del que saben poco más que toquetea el trabajo de los demás. No parece que aporte nada, como hace un autor o traductor, ni ilustra ni luce la composición con diseño, imágenes o ilustraciones. Parece que solo existe para molestar, para destacar los errores y afear el arte de los otros. No es de extrañar que no se hiciera mucho esfuerzo en fomentar semejante grupo de profesionales canallas, para un trabajo que muchos han valorado como la puerta trasera de la edición, desde el que se puede llegar a ser algo, pero no para limitarse a quedarse como mero corrector.
Dicho esto, ¿Quién querría ser corrector? Esta era la imagen tradicional de los correctores vista por sus compañeros. Claro que hasta que no aparecieron asociaciones como UniCo, en España, Ascot, en Perú, Acorte en Ecuador, o la Fundación Litterae en Argentina, la voz de los correctores la habían tomado otros que ya habían pasado rápidamente por esta función para llegar más alto en esta carrera glamurosa que es la edición. No hay más que ver a ese Jude Law, un flamante copyeditor en el filme The Holiday. Una vez que los correctores empezamos a hablar con orgullo y satisfacción de nuestro oficio hemos podido desfacer entuertos y empezar a quitarnos esa lana negra ovejuna para que se sepa qué hacemos de verdad, para qué servimos y, sobre todo, para aclarar qué no hacemos.
Por favor, lee estas páginas para conocer el oficio. Puede que descubras el corrector que hay en ti. Y si ya lo eres, seguro que te sentirás comprendido al leerlas y dejarás de sentirte solo. Somos muchos. Estamos por todas partes. Somos los ojos de los lectores, los catadores de venenos de la edición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario