martes, 13 de febrero de 2018

El santoral de los correctores.

Al tener tantas y tan abundantes fuentes, cada cual acaba optando por sus referentes: porque ha encontrado todas las explicaciones en sus páginas, porque su manera de explicar y argumentar los convence y seduce, porque es lo que la tradición manda. Piensa quiénes son tus referentes y compáralo con esto: yo quiero pensar que tengo una jerarquía, que sigo los principios de las RAE --aparentemente con el consenso de 21 academias más, lo que daría bastante confianza a cualquiera--, aunque para consultar uso una web externa como www.goodrae.es; imprescindible si quieres responder a Xosé cuando te pregunte que significan cada una de las apalabras que aparecen en la definición de la palabra feminela. Y luego, si busco  una buena explicación para justificar el leísmo de persona recurro a De Sousa o a Manuel Seco. Para mí son como de la familia. Desde que empecé a corregir hasta hoy siempre consulto sus páginas, aunque reconozco que Leonardo Gómez Torrego se explica con una facilidad asombrosa que me lleva a desear haber sido su alumno. Pero en otras ocasiones compruebo que en la Fundéu han dado con una respuesta más convincente para saber cómo debo escribir +hackatón+ o +hackathón+, caso para el que ni la RAE ni ninguno de cellos han tenido tiempo de encontrar una solución (o quizá sea cosa de Gómez Torrego, que cuentan con él en el consejo asesor). Y sin salir de la Fundéu, también ha sido Javier Bezos quien, con su Tex y Tipografía, me ha dado una argumentación más sólida para escribir Gorbachev en vez de Gorbachov y otras variantes. Pero si se trata de usos mexicanos --para los que no estoy capacitado para corregir, pero sí para dudar-- tengo que consultar a Raúl Ávila, sin dudarlo, al igual que me guiaré por lo que mande Alicia Zorrilla si la duda es de un uso argentino. Y buscaré entre las páginas de Fernando Navarro parea saber si en el contexto médico he de usar el término stent o estent.

Estos son algunos de mis santos a los que imploro un poco de su sabiduría cuando me llegan las dudas, porque no hay una norma única ni exclusiva, ni un poder todopoderoso que se haya anticipado a resolver cada uno de los problemas que nos encontraremos. Organiza un santoral y mantenlo actualizado.

Vicios, purismos y otros cócteles de Alberto
Sé que entre las costumbres de mi amigo Alberto existen algunas dignas de contar públicamente: ante todo, su habilidad coctelera y su saber enciclopédico de licores, destilados y amargos; su generosidad y su mundología. Que es un dandy es un obvio como que es una autoridá del lenguaje, pero pocos saben que recopila palabras malditas y prohibidas, palabras que fueron perseguidas obstinada e infructuosamente por personas como él, cuando fueron puristas.

Todos hemos sido puristas alguna vez. Es muy práctico. ¿No sería ideal que existiera un número limitado de palabras con unos significados concretos recogidos en un único diccionario? Todo lo que se saliera de lo que allí se dijera sería erróneo. Así de sencillo. Pagaría por ello. No existiría la corrección: una máquina que siguiera las instrucciones de ese diccionario solucionaría cualquier error.

En algún momento hemos pensado que así debería ser y hemos perseguido usos que considerábamos incorrectos: voces biacentuales, palabras con doble grafía o términos que no conocemos por la sencilla razón de que ni los usamos ni aparecen en nuestros diccionarios. Son términos como estos que ahora recopila Alberto y otros que no nos quedan tan lejos: elite, que no se reconoció como biacentual (élite) hasta que lo decidió la RAE en el 2010, aunque la mayoría de los hispanohablantes españoles así lo usábamos desde hacía años.

El lenguaje evoluciona, se transforma y se adapta. Hay corrientes y tendencias que parecen moverse al ritmo de las placas tectónicas. Nadie acepta como correcto un participio acabado en --ao (acabao o terminao) ni deseamos que esta norma cambie aunque lo oigamos más a menudo de lo que nos gustaría. Pero puede que un día no muy lejano esta norma de contención salte como estalla un volcán, sin previo aviso. Espero no verlo, ni al volcán ni a esos participios. También hay una tendencia a que los impersonales concuerden en número (como en hubieron muchos daños) por la que Xosé y yo no apostaríamos, pero pregúntales a Alberto y a Jorge: están predicando su llegada.

El lenguaje, se mueve como  las mareas: tiene tendencias que van y vienen, que lentamente socavan espigones, diques y muros. Y los últimos en luchar v contracorriente son los hablantes más obstinados, pero nosotros también desapareceremos, y con nosotros nuestro más profundo deseo de purismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario