Si eres de los que piensan que cada vez se escribe peor, que no te quepa duda: te has hecho mayor. No creo que pienses estos porque sea una conclusión lógica, sino más bien porque tienes muchos años, has adquirido un bagaje enorme con una gran experiencia que te permite apreciar con mucho más cuidado el significado real de una palabra.
No creo que se escriba ahora peor. Lo que pasa es que ahora ase escribe en un día lo mismo que se escribió en todo el siglo XV. No mejor, pero tampoco peor. Es raro el país hispanohablante que esté por debajo del 90% del nivel de alfabetización. Somos millones con acceso instantáneo a todo tipo de comunicaciones que usan el texto constantemente, por lo que en esa cascada de texto es más que lógico que se cometan errores.
¿Qué podemos entender entonces por escribir peor? Que el verdadero sentido de una palabra se corresponde, en la mayoría de los casos, con una experiencia real. Veamos algunos ejemplos: no es lo mismo leer el olor de la papaya verde si nunca has olido una papaya verde. No es lo mismo leer de crío nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir que cuando lo lees con 50 años. Esas palabras tienen relevancia. Algo de esto intuimos en nuestros primeros versos cuando tratas de decirle cómo quieres a tu primer amor: por lo general, la palabra amor se nos queda muy corta, queremos decir mucho más y necesitamos más palabras. Pasado un tiempo --ay, esos amores de verano-- también comprenderemos qué significa desamor o abandono.
No es de extrañar que al tiempo que adquirimos un vocabulario más rico, más detallado, más certero, vayamos enriqueciendo nuestra experiencia vital y sepamos qué significan en realidad determinadas palabras.
Por eso, si sumamos al torrente de escritura que nos rodea el factor de la experiencia, es lógico pensar que los que vienen detrás de nosotros escriban peor. No lo hacen tan mal: están aprendiendo.
Trucos del oficio: que trabajen ellos
Haz que tu ordenador trabaje parta ti.
La razón de que exista la informática no es otra que automatizar tareas repetitivas. No sé cuando se nos olvidó esto. Todo tu ordenador está pesando para ayudarte. Tienes que exigirle lo máximo, y no al contrario. Para lograrlo tienes que conocer a la perfección tu ordenador y los programas que usas.
Ya no se trata solo de Word, sino del explorador de archivos, de la gestión del correo, de la compresión de archivos, de las comunicaciones a través de Skype, Telegram o Whatsapp, o del navegador. Es decir, las tareas con el ordenador no se limitan solo a tu área productiva (InDesign para maquetadores, trados para traductores o Word para todo quisque),v sino a las de gestión, relación, investigación o promoción. Somos una máquina inteligente conectada a múltiples dispositivos rapidísimos, pero tontos: no tienen criterio y están a nuestras órdenes. Si piensas que los ordenadores son muy inteligentes, te confundes: procesan más rápido que cualquier humano, pero carecen de criterio para tomar decisiones.
Está en tu mano controlarlo. Tienes que adaptarlo a ti y no al revés. Para empezar a dominarlo debes conocer la configuración básica de cada programa que usas a diario. Es esencial que uses todos los atajos de teclado que puedas. Por ejemplo en Windows, acceder directamente al escritorio o que aparezca la ventana del explorador de archivos lo puedes conseguir pulsando la combinación de teclas respectivamente.
Aquí verás como conseguir agilizar tareas de edición con Word, pero que también existen en otros programas. Empieza a pensar que el ordenador trabaja para ti. Gracias a ese equipo podrás conseguir ser mucho más productivo: si automatizas tareas, reducirás las horas de trabajo. No solo tus tartidas serán más rentables, sino que podrás recuperar horas de tu vida.
Como dice Paul Beverley, el señor de las macros, el ordenador no es más que la parte estúpida (pero rapidísima) de tu equipo. Sé inteligente y sácale provecho.
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