Señala
un viejo adagio, filosofía popular, podemos llevar un caballo al río, pero no
obligarlo a beber agua. De similar manera, se puede mostrarnos cómo la creencia
en el éxito constituye la mejor estrategia para triunfar, pero no obligarnos a
creer en ello, si no lo deseo. También se nos puede mostrar hasta qué punto los
miedos y la inseguridad son los más terribles obstáculos para alcanzar metas
ambiciosas, pero jamás se logrará que cada ser humano venza esos miedos e
inseguridades si se carece de la disposición para ello.
El
ser humano, sin importar su edad, sexo, nivel educativo o posición económica
puede, si se lo propone, modificar su conducta, erradicar vicios, resolver
situaciones conflictivas y enfocar sus esfuerzos hacia objetivos cada vez más
importantes. La única condición para lograr todo esto es que la persona se
persuada de que tales cambios son necesarios. Como he dicho en anteriores
entregas, no es suficiente saber, también es necesario estar convencido. Uno
debe querer con todas sus fuerzas las metas que anhela y estar seguro de que
las alcanzará. Sin este convencimiento, es poco lo que se puede lograr.
Un
buen ejemplo de lo anterior lo encontramos en Alcohólicos Anónimos, agrupación
sin fines de lucro cuyo sistema ha demostrado, durante los años, su eficacia
para controlar esta enfermedad y ayudar a quienes la padecen a llevar una vida
normal. No obstante, cualquiera que conozca los principios que rigen dicho
sistema, sabe que nadie puede dejar de beber si no está convencido de que este
hábito le está causando problemas a él y a sus seres queridos. Sólo cuando
alguien ha visto cómo su vida profesional y familiar se derrumba a causa del
alcohol y ha comprendido la necesidad de abandonar la bebida, está en condiciones
de iniciar el proceso de recuperación. Algo parecido ocurre en el caso que hoy
les comparto.
En
este contexto, resulta sorprendente la capacidad de autoengaño del ser humano.
Los individuos son capaces de inventar toda clase de excusas Para justificar su
situación presente. En este sentido, todos somos capaces de esgrimir los más
elaborados argumentos para evadir la responsabilidad que significa hacerse
cargo de nuestro destino. En ocasiones estas excusas son tan efectivas que no
solamente convencemos a los demás, sino que nosotros mismos terminamos
creyéndolas. Es como en aquella fábula de Esopo en la cual una zorra se dice a
si misma que las uvas de cierto racimo están amargas, por la sencilla razón de
que ha renunciado a tratar de alcanzarlas. Del mismo modo, los seres humanos
somos capaces de decir que tal o cual logro es indeseable con tal de evitarnos
el trabajo que supone su búsqueda. Sin embargo, cuando hablamos de éxito nos
estamos refiriendo a cosas como seguridad económica, felicidad conyugal, tranquilidad
interior, gusto por la vida, etcétera. Es decir, objetivos deseables para
todos.
No
olvides amable lector que tú vales más de lo que crees, pero no llegarás a
ningún lado si no te convences de ello.
Uno
de los fenómenos más curiosos descubiertos por la sicología moderna es el poder
de la sugestión. En la vida cotidiana encontramos infinidad de ejemplos de
dicho fenómeno. Tal es el caso de esas inocuas píldoras recetadas por los
médicos, conocidas con el nombre de placebo, las cuales no poseen valor
terapéutico indudable. Otro ejemplo lo encontramos en las fobias, las cuales se
incrementan cuando los individuos son sugestionados. Una persona puede influir
sobre otra y obligarla a creer y hacer cosas contrarias a sus valores y
creencias. Muchos llamados líderes poco escrupulosos se han valido de este
recurso para manipular a las masas, exacerbando sus sentimientos nacionalistas
o su fe religiosa con el fin de empujarlos a cometer acciones que, en otras
circunstancias, no serían capaces de realizar.
Por
otra parte, la sugestión adquiere un carácter muy peculiar cuando se convierte
en autosugestión. Es decir, cuando es uno mismo quien se predispone. En este
caso, dicho mecanismo sicológico no requiere la intervención de ningún agente
externo. Somos nosotros quienes lo ponemos en funcionamiento y a quienes
influirá. Se trata de una situación mucho más común de lo que se piensa y que
controla gran parte de nuestros actos. En ciertas ocasiones, la autosugestión
llega a convertirse en una enfermedad que obliga a las personas a desarrollar
conductas capaces de poner en riesgo su salud mental y física, y con frecuencia
desembocan en algún tipo de neurosis.
Así
es, este fenómeno es bastante frecuente. Muchas personas en todo el mundo
piensan y actúan con base en la autosugestión. Es decir, a partir de ciertas
creencias que ellos mismos han puesto en su cerebro de manera inconsciente y
que determinan su forma de encarar la realidad. Lo más curioso es que la
mayoría de las veces se trata de ideas cargadas de negatividad que, en lugar de
alentar al individuo, alimentan su inseguridad y crean obstáculos imaginarios y
dificultades ilusorias que complican su relación con el mundo.
Pero
por supuesto que las cosas no tienen que ser siempre así. Amable lector, si es
tru caso, trata de introducir lo más posible en sus acciones, pensamientos y
palabras, creencias positivas, destinadas a reforzar nuestra autoestima y a
fortalecer la confianza en nosotros mismos. Te aseguro que tu vida y de quienes
te rodean cambiará de manera radical y por supuesto, serás más feliz.
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