miércoles, 12 de septiembre de 2018

La portada.

No escatime en portadas. No se las ponemos a las cartas de presentación de salutación, de felicitaciones ni a otros documentos por el estilo, pero sí a aquellos que se extiende3n a lo largo de unas cuatro, cinco o más páginas. Trátese de un informe, un presupuesto complejo, un currículo, una ponencia, un artículo de mediana o larga extensión, una traducción... todos deben llevar una portada. Y no es necesario que sorprenda a sus destinatarios con el diseño del siglo; puede limitarse a escribir, en el centro del papel, únicamente el nombre del autor, la razón social, el título del trabajo y la fechas, o bien, los datos que usted considere relevantes para la rápida identificación del documento.

Si va usted a engargolar, encanutar, anillar, espiralar o, lo que ves lo mismo, encuadernar su documento con una espiral de plástico o alambre, póngale una tapa traslúcida. Si eso no fuera posible, imprima los datos de identificación en la cubierta (aún así no olvide incluir una portada).

Y ya que estamos, vale la pena decir que, en los libros la portada no es la pieza de cartulina o cartón con que se reviste el volumen. No, esa es la cubierta. En esencia, la cubierta es transitoria y desechable, porque su función tradicional es proteger al libro, la cosa de papel que está de3ntro. Vea usted uno de estos instrumentos en peligro de extinción (si está leyendo esto sin un sombrero de pirata en la cabeza, es muy probable que tenga uno a la mano) y busque la primera página numerada. Enseguida, vaya contando hacia atrás hasta llegar a la uno. ]Ahí comienza el libro. Cualquier hoja que esté antes es otra cosa.

La portada suele estar por ahí de la página 3, 5 o 7. En las obras en español, aparece primero el nombre del autor; enseguida, el título de la obras, y hasta abajo, el llamado pie editorial, que incluye el nombre y el símbolo de la casa editora. Si quiere meter más datos, aproveche que tiene unas cuantas hojas por arriba y un montón de papel por debajo.

El lomo. si no diseña un lomo para su documento alguien más lo diseñará por usted. Puede ser el propio destinatario o uno de sus asistentes quien tome bolígrafo y estampe en el lomo de la carpeta algo así como Infme ACMB mkt 2018. A partir de ese momento, no importa cuánto esfuerzo haya puesto en crear en crear un legajo decentemente legible y atractivo; en cuanto el destinatario lo haya leído y puesto en el librero, todo mundo lo reconocerá y calificará por esa etiqueta. Además, con bel librero repleto de carpetas, el día en que alguie3n quiera localizar ese documento tan bien escrito y diseñado, nunca se imaginará encontrarlo detrás de esa etiqueta chueca, mal pegada, de horrible caligrafía, hecha con un rotulador casi seco.
 
La verdad es que, con la urgencia de entregar el trabajo, nadie quiere ocuparse de semejante nimiedad. Si es su caso, querido lector, déjeme darle un buen consejo: comience el trabajo por ahí. Ya ve, por cuestiones de lógica pura, solemos dedicar más tiempo a los comienzos que a los finales, así que comience por el final; dibuje un lomo tan fantástico, que establezca un elevado estándar de calidad para el resto del trabajo.

Hágalo cuando quiera, al principio o al final, pero procure que el lomo sea homogéneo con respecto al resto del documento. Esa pequeña pieza debe evocar todo lo que hay en el interior: profesionalismo, sabiduría, buenas propuestas, buen diseño, preocupación por la calidad... Si el lomo es suficientemente ancho, escriba el título horizontalmente. Si no --o si prefiere que las letras sean verdaderamente grandes-- escríbalo de abajo arriba. 

No haga caso de los cantos de sirena que lo invitan a escribirlo al revés, como hacen los anglohablantes. Sé que la idea que subyace esa recomendación es sugerente: cuando el libro está descansando sobre el escritorio o una mesita con la cubierta hacia arriba, el título escrito a la inglesa se lee al derecho; en cambio si se pone a la española, queda al revés. Este tremendo argumento convenció a ISO, pero a mí no: en el estante, los títulos de abajo arriba se leen mejor, mucho mejor; pero, si usted prefiere tener el documento acostado sobre el escritorio, lea la cubierta, porque leer el lomo sería una estupidez.

Folios numéricos y explicativos. Numere las páginas, aunque solo sean dos. Use cifras bien visibles y colóquelas del lado del corte (el contrario al lomo) para que el lector pueda verlas con solo pasar las hojas por el borde. Los documentos complejos también deben llevar folios explicativos con los datos esenciales parta la identificación de la obra y su fácil navegación. Si el autor tiene la ocurrencia de remitir a una página o sección determinada, es una mala idea que el lector tenga que revisar minuciosamente el texto hasta encontrar el punto de referencia.

Los titulillos no solo sirven para navegar bien por el texto. También pueden ayudarnos a identificar el documento, en caso, por ejemplo, de que solo tengamos unas fotocopias. Piense en esto cuando decida qué va a poner en esos folios explicativos. La tradición, que recomienda cosas fantásticas gracias a sus cientos de años de experiencia, nos dice que pongamos un dato en las páginas izquierdas (pares) y otro en las derechas (impares): por ejemplo, el nombre del autor en la par y el de la obra en el impar; el nombre de la obra en la par y el título del capítulo en la otra; el título del capítulo en la izquierda y el de la sección en la derecha.

Conozca bien el texto para decidir qué información debe poner en los folios explicativos. La clave está en las referencias. Si estas llevan directamente a un número de página, ponga en los titulillos el nombre del autor y el título de la obras; pedro, si se dirigen a una sección por su título o su número, ponga entonces ese dato. En los libros organizados por cifras es recomendable que, además del número de la página, se pongan los números de las secciones que abarcan las dos páginas extendidas. En el lado izquierdo se escribe la primera que aparece en la página par, y en el derecho, la última de la impar. En las obras numeradas de estructura muy compleja, el número de la sección tiene prevalencia sobre el de la página, así que se pone más cerca del margen de corte. Lo mejor, sin embargo, es poner ambos en lugares de fácil acceso. Por ejemplo, el número de la se3cción arriba, pegado al corte, y el del folio, abajo, centrado o también pegado al corte.

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