Ya se habló de la composición en bandera derecha, pero no del párrafo en bandera derecha.. Para hacerlo hay tres tendencias. Una consiste en usar sangrías, aunque, para muchos, la sangría y el borde en bandera son incompatibles; otra, en dejar un e3spacio en blanco entre párrafo y párrafo y la última, en no usar ni sangrías ni espacios. La diacrisis del fin de párrafo quedaría garantizada por la extensión de la última línea. Para ello, tenemos que darnos permiso de dejar un borde derecho muy irregular, para así mover palabras enteras de un renglón a otro hasta asegurarnos de que la última línea quede corta, lo suficiente como para despejar cualquier duda.
Yo no me doy ese permiso por ningún motivo. No me gustan los bordes muy irregulares, porque estropean la textura tipográfica, ni los espacios aumentados, por las razones que expliqué en el apartado anterior. La única solución razonable sigue siendo la vieja sangría. Sin embargo, hay por ahí un gonzalismo que afirma que la sangría es incompatible con la composición en bandera. ¡Qué necedad!
En la búsqueda de la originalidad, muchos diseñadores noveles --y algunos ya muy maduritos, todo hay que decirlo-- recurren a diseños de párrafos menos probados que los ya descritos. Hay algunos muy interesantes, de gran valor estético, pero difíciles de reproducir en la autoedición; hay otros mucho menos interesantes y, paradójicamente, muy fáciles de hacer.
Entre los fáciles de hacer está, por ejemplo, el párrafo en bandera izquierda. Aquí se trata de que todos los renglones se alineen solo por el lado derecho. Con respecto a la diacrisis del cambio de párrafo, se puede aplicar lo mismo que acabo de decir acerca de la bandera derecha, pero con una excepción: es inútil usar sangría, porque no es posible distinguir si se trata de un comienzo de párrafo o de una irregularidad normal en la alineación. Por otro lado, este tipo de composición a menudo hace difícil al lector localizar el renglón donde continúa la lectura.
Los párrafos epigráficos y sus variantes, como los llamados copa y jarrón de Médicis, y también los mixtos, que consisten, por ejemplo, en poner en forma de triángulo los últimos renglones de un párrafo ordinario --conocido con el nombre de triangulo español--, también dificultan un poco la lectura. Los epigráficos o centrados consisten en alinear todos los renglones por el centro, sin sangrías ni nada, procurando que el último renglón sea notoriamente corto. Pueden hacerse composiciones maravillosas con estos párrafos de fantasía, si se usan con mucha mesura. Tome en cuenta que, igual que en el bandera izquierda, al lector le costará trabajo encontrar el renglón continuador.
Cada día se tiran a la basura millón es de hojas de periódicos, libros, revistas y otros documentos. Una inmensa mayoría de esas hojas están compuestas con párrafos ordinarios; una pequeña parte, con párrafos modernos (sin sangrar) o separados; muy pocos, con otro tipo de arreglos. Piénselo. Por algo será.
El párrafo francés. Si insiste en buscar singularidad, quizás le convenza el párrafo francés. No está mal, y es totalmente innocuo. Podríamos decir que es la antítesis del ordinario, porque consiste en sangrar todos los renglones, con excepción del primero. Dado que las letras iniciales de cada primer renglón sobresalen por4 la izquierda, el lector puede distinguirlas rápidamente. Por esa razón, se usa mucho en obras lexicográficas, es decir, en diccionarios y enciclopedias.
entre el nombre del capitulo y el primer renglón del texto, durante mucho tiempo hubo la costumbre de poner sumarios para que el lector se enterara, en pocos segundos, de lo que trataba el capitulo en cuestión. Con el objetivo de que se distinguieran claramente y para provocar un interesante efecto estético de contrapeso, muchos editoriales componían esos sumarios en párrafo francés.
También en este modo de composición vale lo dicho acerca del tamaño de la sangrías y de las líneas ladronas. La sangría puede ser grande, siempre y cuando el último renglón del párrafo procedente sea más grande aún.
]La únicas pega del párrafo francés es el rendimiento del papel. Si los párrafos tienen una media de diez renglones, la tasa de aprovechamiento del papel puede caer alrededor del 5% con respecto a la que se tendrá con párrafos ordinarios. Esa tasa depende, claro, del tamaño de la sangría. Lo bueno es que el problema del rendimiento se puede compensar un poco si la sangría se mantiene muy pequeña y se roba un poco de espacio a los márgenes y a los corondeles (el corondel es el blanco entre dos columnas), pero este tipo de composición será siempre un poco desventajoso económicamente.
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