LA EQUIDAD DE GÉNERO EN LA POLÍTICA.
La
mujer ha desempeñado un papel importante en la historia de la humanidad, es la
encargada de hacer crecer la vida en su vientre, es la que germina la semilla
que el hombre siembra en ella.
Como
en todo lo que vemos y existe, hay tantos mitos, tabúes y creencias sobre lo
que el hombre y su machismo ha hecho con ella en el pasado y aún en el
presente, mucho de lo cual, si se analiza con detenimiento es irreal y falso,
tanto existen hombres misóginos, como mujeres androfóbicas, así como mujeres
que admiran y aman a los hombres y viceversa. Sobre este punto quiero dirigir
mi comentario de esta semana.
Recientemente,
el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, presentó la iniciativa de
reforma constitucional sobre aumentar el porcentaje de candidatas mujeres a los
distintos puestos de elección popular (senadoras, diputadas, etcétera) y
colocarlas, respecto a los hombres en igualdad de oportunidades, esto es, en un
cincuenta por ciento, superando el cuarenta por ciento de antaño. Para guardar
una congruencia y respeto a la decisión federal, los congresos locales,
empezaron a modificar sus constituciones y demás leyes reglamentarias.
Como
todo lo que se realiza, y que influye de manera general, tiene sus pros y contras.
La realidad mexicana, es la apatía de la mayoría de las mujeres hacia la
problemática política y social que se vive en cualquier comunidad, población,
región, estado y país, y no soy misógino, es real. Muchas mujeres se conforman
con tener una persona que les entregue el sustento diario, otras con tener un
empleo base que les satisfaga sus necesidades básicas y algún gusto y lo que
suceda fuera de su entorno personal, no les afecta y mucho menos les interesa.
Seamos
honestos, pocas, muy pocas mujeres tienen una preparación necesaria para poder
desempeñar con calificación regular o superior un cargo de representación
popular, como puede ser ocupar un escaño en el senado de la República o una
curul en los congresos de la Unión o locales, las hay y las ha habido, pero no
han dejado huella importante en su paso por las tribunas nacional o estatales
respectivas. ¿Cuántas mujeres han tenido la preparación académica y política
para haber ocupado la coordinación de su grupo parlamentario, o para haber sido
presidentas de alguna cámara legislativa? Pocas. Y las que lo han podido hacer
¿Dónde están hoy? Perdidas.
No
busco que me malinterpreten, simplemente es mi opinión y la de muchos hombres y
mujeres que están inmersos en el diario acontecer de lo que sucede en la vida política
y nos afecta o beneficia a todos.
Ser
alfabeto, no sólo representa saber leer y escribir, para serlo de forma
funcional es importante, poder entender lo que se lee, lo que se escucha y no
dejarse arrastrar por las ideas, muchas veces, mal intencionadas, de los que si
entienden la realidad social, pero utilizan a las mayorías, para beneficio
propio. Es hora de despertar e involucrarse más en las cuestiones políticas, la
reforma ahí está y haya o no mujeres preparadas, se debe cubrir la cuota de
género, así que mujeres que me leen, en todos lados se hace política, en la
casa, en la escuela, en el trabajo, etcétera, ahora tienen la oportunidad de
hacerlo en niveles de poder, involúcrense, prepárense, empiecen a crear
liderazgos reales que beneficien a su comunidad, a su municipio, a su distrito,
porque el verdadero líder es el que beneficia a todos, no solo a sus seguidores
más fieles y mucho menos a él en lo personal, un verdadero líder siempre busca
beneficios colectivos y no reconocimiento individual.
Cualquiera
que haya sido el motivo, la intención, presión, acuerdo o la influencia que
provocó esta modificación electoral, ya no es tema de discusión, es tiempo de
dar una solución que nos beneficie a todos como ciudadanos del país, que los diez
partidos políticos nacionales postulen a las féminas con más capacidad,
probidad y experiencia que tengan entre sus miembros y simpatizantes y no
postulen a cualquiera solo por llenar el requisito que la ley electoral les
exige. A su vez, nosotros como electores debemos mostrar la madurez necesaria y
sin importar simpatía o ideología partidista, sufragar por la mejor opción y a
falta de ésta, por la menos peor. Seamos alfabetos funcionales.
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