EL DINERO…
El dinero es, sin duda alguna, uno de los
instrumentos que tienen más importancia en la vida económica de los pueblos y
de las personas. Para convencerse de ello es suficiente imaginar lo que sería
la vida sin dinero. ¿Cómo podríamos comprar y vender, cobrar y pagar,
abastecernos, guardar para el futuro, etcétera, si no existiese el dinero? Y,
sin embargo, podemos pasar toda nuestra vida utilizando algo tan importante
como el dinero sin pararnos a pensar qué es, para qué sirve, cómo aparece y desaparece,
y qué quebraderos de cabeza causa a las personas y a los países, o mejor, a sus
gobiernos, cuando deja de ser un instrumento útil para la vida económica y pasa
a ser algo molesto, insuficiente, mal dirigido e incluso excesivo (porque,
aunque pueda parecer sorprendente, un exceso de dinero es también perjudicial
en determinadas circunstancias).
Hay muchas maneras de poner en aprietos a un
economista, y una de ellas es preguntarle qué es el dinero. No hay ninguna
definición precisa del mismo y, probablemente, cualquiera que sea la que
adoptemos, será difícil que nos pongamos de acuerdo sobre ella. Por esta razón,
prefiero una definición vaga que sirva de punto de partida y sobre la cual
pueda empezar a hablar, aunque con el riego de que cada uno esté hablando de
algo diferente a lo que los demás tienen en la cabeza. Es dinero, “aquello que
hace de dinero”. Gracias a esta definición puedo convertir mi pregunta en dos:
1) ¿qué hace el dinero?, y 2) ¿qué bienes son los que hacen de dinero?
Empezaré por la segunda pregunta porque,
probablemente, será una forma más fácil de acercarse al tema. Ante la pregunta,
¿cuánto dinero tiene?, cualquier persona abrirá su billetera y contará las
monedas y billetes de banco que posee. ¿Sólo eso? No: esta persona se acordará
de su cuenta corriente bancaria, consultará su talonario de cheques y nos dirá
cuál es su saldo disponible, porque considerará que eso también es dinero. Si
le preguntamos por qué, nos dirá, probablemente, que porque puede recurrir
inmediatamente a él, retirándolo del banco mediante un talón, y que incluso
puede pagar muchas cosas, directamente, mediante cheque (no el billete de
autobús o un café, pero sí la factura del sastre o los plazos del automóvil).
Es más, muchos pagos los hace a través de su cuenta corriente, sin siquiera
enterarse, porque los tiene domiciliados en el banco (teléfono, luz eléctrica).
Lo anterior nos basta, por ahora. Llamaré
dinero a la cantidad de monedas, billetes y depósitos a la vista en los bancos
que tiene el público (particulares, familiares y empresas).
¿No hay otras cosas que podamos considerar
como dinero? ¿No es dinero, por ejemplo, el automóvil, un paquete de acciones o
un terreno? No. En todo caso, vendiendo el coche, las acciones o el terreno, se
podrá disponer de más dinero; pero es difícil que alguien acepte, en pago de
sus deudas, la entrega de un auto o de un terreno (hay excepciones, pero es
difícil). Al decir esto, se han distinguido ya dos cosas de interés: 1) El
dinero sirve para pagar: es un “medio de pago”. Aunque no faltaría quien
estuviese dispuesto a que se le pague de otra forma, es dudoso que encontremos
mucha gente dispuesta a ello; por lo cual reitero que esos bienes no son
dinero. 2) El dinero forma parte de la riqueza, junto con los otros bienes que
he citado: el coche, los electrodomésticos, las joyas, el piso en propiedad,
acciones u obligaciones de empresas, etcétera. No toda la riqueza es dinero;
éste es sólo una parte de aquélla. No obstante, toda la riqueza es convertible
en dinero: podemos vender el televisor, el piso o las acciones; pero ya podemos
apreciar que no es lo mismo tener dinero que tener otras formas de riqueza.
En primer lugar, porque éstas cumplen otras
funciones distintas de las del dinero (el televisor nos da servicios de
distracción; el coche servicios de transporte; las acciones, rentabilidad y una
reserva para el futuro, etc.). Y, en segundo lugar, porque estas otras formas
de riqueza no siempre se pueden transformar fácilmente en dinero: si desea
vender su coche, debe buscar un comprador, discutir el precio, etc.; si quiere
obtener el dinero pronto tendrá que bajar el precio del coche; si quiere vender
a un precio alto, el proceso de venta será más largo y costoso. Por ello digo
que el dinero es una parte de la riqueza, precisamente la parte más “líquida”,
o sea, la más fácil de traspasar a otros sin pérdida de su valor.
Los demás bienes son más o menos “líquidos”,
según se puedan transformar con mayor o menor facilidad en dinero, sin perder
su valor.
Llegados a este punto, pueden hacerse algunas
objeciones:
1 ¿No decimos del que es muy rico que tiene
mucho dinero? Sí, pero tomando la parte por el todo. La riqueza es convertible
en dinero, y así, el que tiene mucha riqueza (muchos bienes t pocas deudas)
tiene posibilidades de convertirla en una elevada suma de dinero (moneda y
billetes o depósitos en un banco). Pero, además, la unidad de medida que
utilizamos para evaluar la riqueza es, precisamente, la unidad del dinero: el
peso, el euro, el dólar, etc. Por eso, cuando decimos de una persona que su
riqueza asciende a diez millones de dólares, queremos decir que el conjunto de
sus bienes y derechos económicos, deducidas de sus deudas, se valora en diez
millones de dólares; pero no estamos diciendo que guarda en su poder esa cifra,
precisamente en forma de monedas, billetes y saldo en su cuenta corriente
bancaria: estas tres partidas –el dinero que él posee- serán sólo una fracción
–probablemente pequeña- de aquellos diez millones.
La diferencia entre dinero y riqueza puede
quedar aclarada cuando distinguimos entre quiebra y suspensión de pagos. Una
empresa que tenga más deudas que bienes (sean estos dinero, edificios,
mercancías almacenadas, etc.) está en quiebra; una empresa que no tenga
suficiente cantidad de dinero para pagar a tiempo sus deudas, está en
suspensión de pagos, aunque tenga más bienes que deudas, siempre que esos
bienes no se puedan transformar en dinero con la rapidez necesaria como para
atender puntualmente sus deudas.
2 También solemos decir que alguien “gana
mucho dinero” cuando sus ingresos son elevados. Esto no quiere decir que
“tenga” mucho dinero, precisamente porque buena parte de sus ingresos los
dedicará a pagar deudas, comprar bienes, etc. Aquel que tiene una renta alta
(en forma de sueldos, de dividendos, de rentas de propiedades agrícolas,
mobiliarias o de otro tipo, etc.) puede, gastando poco o ahorrando, llegar a
guardar mucho dinero en su poder. Pero la renta o los ingresos de un sujeto no
son el dinero que posee, aunque dicha renta se mida en dinero: en primer lugar,
porque parte de sus ingresos puede no recibirlos en dinero (como los
arrendamientos rústicos, cuyo pago se estipula en productos del campo) y, en
segundo lugar, porque no conserva todo el dinero que recibe como ingresos, sino
que, a lo largo del mes o del año, este dinero va saliendo de sus manos.
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