EL MUNICIPIO
Es sin duda el lugar donde la relación entre
pueblo y gobierno es cotidiana y permanente; es donde los reclamos sociales por
atender sus demandas y necesidades se hacen realidad; es donde el representante
popular o autoridad local vive más nítida e intensamente la responsabilidad de
atender de manera eficaz los reclamos sociales, ya que de no ser así padece
directamente la irritación y el descontento social por la ausencia de
respuestas.
Ante los recursos cada vez menores para hacer
frente a la demanda social, tiene que hacer uso de toda su imaginación,
creatividad y capacidad política para responder y realizar una verdadera acción
de gobierno y no ser un simple administrador que, ante las limitaciones de
recursos económicos y materiales, se encuentra sin alternativa.
Si se considera que el ámbito municipal es
por naturaleza arena de conflictos y que la distribución del poder en las
organizaciones nunca es estable, en el sentido de que la diversidad existente
genera tensiones constantes; se requiere gobernantes locales, que además de
buenos administradores sean buenos políticos; es decir, que cuenten con
capacidad de conciliación y negociación en condiciones de respeto,
reconocimiento y tolerancia de los diversos actores sociales, que encuentren
mecanismos y formas de desarrollo y democratización, aún con pocos recursos
económicos.
Por esta razón, los alcaldes y demás
funcionarios deben hacerse llegar de información y formación, que contenga,
además de tecnología y procedimientos prácticos y viables para la solución de
los asuntos municipales, elementos que contribuyan a estimular conductas y
métodos que coadyuven a la participación social, al trabajo en equipo y a la
democratización municipal, ya que la principal tarea de los gobernantes consiste
en saber tomar decisiones y manejar conflictos.
Los tiempos modernos que se viven, obligan a
los representantes populares a elevar sus capacidades y nivel de competencia;
las sociedades son cada vez más heterogéneas, el nivel de demandas sociales es mayor
en cantidad y calidad. El buen gobierno es aquel que tanto atiende las demandas
ciudadanas de bienes y servicios como el que abre espacios de expresión y
acción ciudadana.
Es importante que los regidores y alcaldes
sepan elaborar diagnósticos, hacer planes de trabajo, revisar presupuestos;
pero es igual de importante que los gobernantes locales sepan cómo comunicarse
con la gente, identificar necesidades, atender conflictos, conducir una
asamblea y una negociación, es decir, que los representantes políticos sepan
ser buenos gobernantes.
En virtud de lo anterior, se requieren
materiales de capacitación que contribuyan a la formación de actitudes y
métodos democráticos, basados en una ética del gobernante honesto, responsable,
respetuoso, tolerante, flexible y buen servidor público, de un gobernante
convencido de que es posible mandar obedeciendo y de que la eficacia,
eficiencia y participación ciudadana son elementos que combinan perfectamente.
Pero también se necesita que las autoridades tengan la humildad y sobretodo
grandeza de mejorar en su actividad política diaria que tienen encomendada, no
simplemente haciendo las cosas sin un método y sin dirección lógica, porque eso
conlleva a entregar resultados magros a los gobernados.
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