EL ESTAFADOR.
La
conducta de estafa figura dentro de los delitos contra la propiedad. Este
delito presenta una serie de peculiaridades que lo separan de las restantes
conductas punibles. Particularmente en esta conducta delictiva falta la
percepción de la peligrosidad general que alarma en los delitos de violencia.
Esto es debido a que el estafador actúa mediante medios como el engaño, el
artificio y el enredo.
Lombroso,
refiriéndose al estafador, decía: “Tiene un aspecto y un carácter agradable que
le es necesario para conquistar la simpatía y la confianza indispensables para
una más fácil realización de su delito”.
El
estafador por su comportamiento seguro, por la facilidad y naturalidad con que
expone sus invenciones, sus engaños, llega fácilmente a persuadir y a convencer
incluso a personas inteligentes. La fascinación de su personalidad radica en la
fuerza de autosugestión para convencerse a sí mismo de la verdad de sus
palabras y de sus hechos. Se puede observar que obtiene cierta satisfacción colocándose
en una posición social elevada, tal como la de un alto oficial del ejército, un
comandante o un profesional sobresaliente.
El
estafador es la contrafigura del individuo sospechoso que se presenta
pobremente vestido y que no tiene meta ni ocupación fija, por ejemplo, el
vagabundo. Para el estafador es necesario brindar una imagen que represente un
estatus social elevado.
Prepara
cuidadosamente los dispositivos engañosos, vestimenta, medios de movilidad,
relaciones con personas vinculadas a altas esferas socioeconómicas y políticas
y también utiliza instrumentos como fotografías, falsos telegramas, cartas
comerciales, reconocimientos, pasaportes, cartas de recomendación, etcétera.
Esta imagen de solvencia que desea exhibir tiene el efecto de que se rechacen
las sospechas hacia él.
Se
señala que el estafador (impostor) siempre busca una identidad para justificar
su narcisista concepción de sí mismo, pero que a la vez niega su propia
identidad. Necesita satisfacer fantasías de grandeza y actuando y tratando de
demostrar su concordancia y semejanza con el ideal del yo.
El
estafador asume identidades de otros, debe enmascararse para poder concretar su
fantasía. Realiza esa conducta debido a que su propio yo es desvalorizado y por
eso elige y usurpa el nombre de otro (real o imaginado) quien cumple los
requisitos de su propio ideal.
Por
lo común es inteligente, observador y entre sus rasgos más acentuados
encontramos una imaginación exuberante, un sentido exagerado de la propia
personalidad y una gran avidez. Otra de las características que presenta es su
capacidad para utilizar el lenguaje verbal como técnica de acción sobre los
demás.
El
estafador explota la credulidad humana a través de sus mecanismos de seducción
y engaño. Es difícil que dejen de estafar pese a los tratamientos o a las
sentencias. Evidentemente el engaño es su forma de vida. Percibimos frente a
este hecho una falta de control social al engañar a las víctimas. Existe una
disminución de sus normas, falta de consideración e insensibilidad ante la
situación del otro.
El
estafador herido profundamente en su narcisismo utiliza una técnica especial
para enfrentar la decepción. Crea situaciones en que todos lo quieren y confían
en él. Engaña precisamente a quien agradó. Busca inconscientemente, el castigo.
El estafador no quiere realmente amor, quiere sólo pruebas de que puede
provocar amor y confianza para reparar su narcisismo. El sentido de culpa es
solucionado por su búsqueda inconsciente del castigo.
Generalmente,
los estafadores provienen de familias de estatus socioeconómico y cultural
medio. El núcleo familiar primario presentaba irregularidades, dándose
situaciones de pérdida o separación de uno de los padres. Han tenido una
infancia desfavorable, por lo general con una educación rígida y estricta, es
decir, padres que los frustraban con prohibiciones severas.
Se
manifiesta que la privación emocional, la combinación de indulgencias y severa
disciplina de los padres, la situación de sobreprotección materna, equivalente
para ellos a la privación, y un padre despótico que tiraniza a los hijos y a la
madre, son situaciones que incrementan el narcisismo infantil y dificultan la
adaptación a la realidad y las relaciones objetales. El padre despótico aumenta
la pasividad y facilita la identificación narcisista, favoreciendo el
desarrollo patológico. Enfermedad, daño o muerte del padre interrumpe la
maduración del yo. La frustración intensa aparece como consecuencia de perder
el objeto por haberlo abandonado, lo que cimentar su creencia en la desvalorización
del yo.
Como
podrás observar amable lector, las dificultades en la adaptación social de los
estafadores se acentuada en la tarea que emprendían (carencia de un trabajo
estable) y en las relaciones con los demás (relaciones interpersonales superficiales)
El
estafador prefiere actuar solo o con un solo cómplice. El lugar de comisión del
hecho delictivo, es por lo común, una casa de negocio.
En
cuanto a los medios utilizados para cometer el delito, el estafador no usa
armas, sus instrumentos principales son su seducción, su habilidad para
convencer a la víctima. El estafador, es siempre estafador, difícilmente comete
otros crímenes como el robo, el hurto, el homicidio. Rechaza la violencia a la
que considera innecesaria porque, además, su yo no es suficientemente agresivo.
Espero que lo anterior te ayude para no caer en las redes de estos individuos, que aun cuando no son violentos, sí afectan tu patrimonio y no tienes necesidad de formar parte de la estadística, si lo detectas a tiempo.
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