Administración pública mexicana.
Hoy
quiero aprovechar el espacio para tratar un tema, que a más de uno de ustedes
amables lectores, pasará raspando, pero sin embargo, es justo y muy necesario,
señalar los errores cometidos como mexicanos, para tratar de cambiar el diario
actuar de aquellos que en verdad les interesa hacerlo. Reza el refrán popular,
con uno que haga caso me doy por bien servido. Anhelo que así sea en la
realidad.
A
groso modo, el cuidado y debida utilización de los recursos humanos, financieros,
técnicos y materiales, en beneficio de la mayoría, dirían algunos, de la
comunidad, se le denomina administración, la que a su vez, cuando se trata de
recursos del estado, oficiales, se denomina pública, la que en nuestro país, se
divide en tres niveles: federal, estatal y municipal. Por otra parte, cuando se
trata de recursos particulares, se denomina privada.
Lo
privado, tiene que ver con los recursos obtenidos por los particulares,
mediante actividades personales, sean comerciales, empresariales, bancarias,
etc. que en su mayoría, son lícitas y normalmente se constituyen como personas
morales, sean familiares o compuestas por un conjunto de socios, aquí no hay
necesidad de mayor análisis, porque no perjudican a nadie con su conformación.
En
cambio, quiero analizar, la administración pública, esa que tanto cuesta a los
ciudadanos, pero, contrariamente, es la que mayor cantidad de empleos genera.
Pocos,
muy pocos, en edad productiva, son los que jamás han tenido un salario que no
provenga de alguna área administrativa, aunque sea por poco tiempo (una semana,
quincena o mes), y es que desde que se es estudiante, los padres, cometen el
error de motivar a los hijos diciéndoles que terminen determinada carrera
universitaria (y las mujeres, alguna carrera técnica como secretaria o
analista), para que se coloquen en el gobierno, que si se logra hacer, se tiene
el futuro asegurado. Por lo que se crece con esa firme idea, porque así lo
dicen sus progenitores, porque ellos forman parte de la misma, porque el vecino
tiene casa y automóvil, siendo servidor público (funcionario, se dicen algunos
para darse más importancia), todo esto aunado a la deficiente educación y sus
niveles (básica, media y superior), recordando que los docentes también forman
parte del tema indicado. Provoca que los adolescentes, jóvenes y adultos
pierdan la capacidad de razonar, de analizar, de reflexionar que quieren ser y
hacer en su futuro, como profesionales, pero sobretodo, como seres humanos.
Siempre
he mencionado que no hay reglas generales, siempre hay excepciones y por
supuesto, el tema abordado las tiene, hay excelentes servidores públicos, con y
sin, la debida preparación, porque es sabido, sobretodo de los que en su
mayoría engrosan actualmente las categorías de los jubilados, que debido a su
escaso nivel académico (primaria, principalmente, y otros, secundaria) surgió
el termino sarcástico de que en X o Y Secretaría de Estado y sus respectivas
delegaciones, áreas y oficinas, todas las mujeres eran señoritas y los hombres
licenciados e ingenieros, y dentro del área de la educación, todos eran
señoritas y maestros (aunque en realidad, se les debe decir, profesores, la
maestría es un grado académico que no todos los docentes poseen, mucho menos en
la antigüedad)
Aunque
parezca inverosímil, porque como dije, la mayoría alguna ocasión ha formado
parte de esta, y por la falta de talento, no se está en condiciones de aceptar
y reconocer que el término correcto de llamarlos es el de burócratas, porque
están detrás de un escritorio y desde ahí, se ganan un salario.
La
administración pública, siempre ha sido muy obesa, abundante de personal, esto
tiene que ver con la hegemonía del partido (PNR-PRM-PRI) que durante 71 años
ininterrumpidos mantuvo el control político del país, precisamente, por ese
tipo de acciones, dar empleo a diestra y siniestra, sin necesidad de requerir
un perfil o tener la mínima preparación académica (para la época respectiva), y
con esto seguir conservando sus prebendas en cualquier rincón del país. Sin
embargo, durante la alternancia (2000-2012), esto no cambió, al contrario, se
engrosó la nómina, ya no con bases, pero si por medio de contratos de
prestación de servicios profesionales, con sueldos que duplican y triplican,
dijeran los clásicos, a los devengados por los trabajadores de planta, ahora,
con un documento que avala una profesión académica, pero en su mayoría,
expedido por escuelas particulares (privadas) que en su mayoría, por el solo
hecho de pagar las altas colegiaturas, mensualidades o semestres, se convierten
en universidades patito, porque no les exigen compromiso y demostrar verdadero
conocimiento.
Retomando
el tema, en todas las áreas sobra y siempre ha sobrado personal; con la mitad
de los que hay, sin exagerar, hasta con la tercera parte de los recursos
humanos, se pueden perfectamente, desempeñar las funciones, atribuciones y
obligaciones señaladas por la ley, no es necesario y no lo ha sido, mantener a
tanto individuo que más que beneficiar, ha perjudicado a la tan degradada y
atacada administración pública. Lo que también traería como resultado un
aumento generoso del salario percibido, porque en promedio los empleados de
base, obtienen menos de los diez mil pesos mensuales, de ahí que también entre
ellos hayan acuñado, para no desempeñar bien sus actividades diarias, la frase:
ellos hacen como que me pagan, yo hago como que trabajo. Palabras que tanto
daño han causado, causan, y mientras no cambien las cosas, seguirán causando al
erario público y a la población en general, porque, el presunto bajo salario,
genera buscar otras entradas económicas, ofertando al mejor postor los
servicios laborales que en teoría deben ser gratuitos, provocando otro cáncer
del que México, tiene un lugar de honor, en el contexto internacional: la
corrupción. Como indiqué con antelación, más del 80 % de la población en edad
productiva, forma o ha formado parte de la administración, esto provoca que se
sepan los canales y puertas a tocar para violentar a las instituciones, pasarse
por alto las leyes y reglamentos y, por ende, alimentando cada vez más, las
fauces de la corrupción.
En
verdad, nos hace falta cambiar nuestra actitud personal, porque el cambio
empieza por uno mismo, si uno no cambia, no esperes cambiar o hacer cambiar a
los demás; cuando se hacen las cosas correctamente, todo es más económico, más
rápido y sobretodo, más gratificante. Y tú ¿Haces lo correcto?
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