viernes, 16 de octubre de 2020

Piénsalo.

¿TE RESULTA CONOCIDO?...

 

La sicología maneja tres maneras de reaccionar ante cualquier evento, pregunta o descubrimiento, y estas son: furia, negación o cinismo.

 

El mexicano, es un ejemplar raro, diferente, distinto a los demás, recordando a la abuela, se cuece aparte.

 

En este espacio, me permito señalar actitudes y conductas que ejemplifican lo anterior, y que espero hayas observado durante el trayecto de tu vida amable lector. No estoy diciendo que todos lo hagamos siempre, pero que sin importar edad, sexo, religión, estrato social y educación, alguna la hayamos repetido. Caso contrario, te felicito, porque eres un ciudadano en especie de extinción.

 

El mexicano, siendo adulto, no toma en cuenta a los niños; en los matrimonios cuando hay problemas y devienen en separaciones o divorcios, los hijos constituyen el botín, el poder de ambos, para afectar o perjudicar al otro, sobre ellos gira la presunta causa o excusa para mantener a flote la relación que está resquebrajada, el que logra la guarda y custodia de los hijos, aprovecha eso para no dejar al otro que vea y conviva con ellos, finge ante los demás desconocer la causa de esa desatención, cuando en la realidad es culpable.

 

El mexicano, cuando anda en la calle, es sucio, bravucón y desaliñado, no le importa el derecho del de enfrente, siempre o casi siempre, busca su bienestar personal, violentando el de los demás. Si maneja, no respeta el uno por uno, los pasos de cortesía, incluso, no respeta los semáforos, si está el semáforo en rojo y donde está en verde no hay automóviles, se cruza; cuando alguien está esperando cruzar a pie una calle, en lugar de disminuir la velocidad y dejarlo pasar, acelera; no conoce las funciones que tiene su coche, simplemente mueve el auto, pero no sabe conducir, no utiliza las luces preventivas, las direccionales, se detiene en cualquier lugar, no importa que sea en lugar prohibido o en doble fila y si los que van atrás de él, se lo hacen ver, responde con agresividad e insultos, no reconoce que está mal, él siempre cree estar bien.

 

Avanza con el celular, los audífonos o cualquier otro aditamento puesto que le impide responder completamente en alguna emergencia, no observa más allá del coche que va delante de él, algunos comienzan a tocar el claxon a la menor provocación, creyendo que con ese escándalo van a agilizar el tránsito vehicular, cuando en realidad lo que hacen es contaminar con el ruido.

 

Ignoran que en la zona donde hay semáforos, el peatón tiene que esperar a que esté en rojo para cruzar, pero donde no los hay, el peatón es primero, eso nos lo han dicho desde niños, y se refiere a que debes dar el paso a la gente que anda a pie, pero la mayoría lo hace al revés. En los cruces señalados como uno y uno, pasa el que llega primero, cuando llegan al mismo tiempo debe pasar el que esté a la derecha del conductor, pero rara vez encontramos un verdadero ciudadano con educación vial y sobretodo con sensibilidad humana.

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