LA INFLUENCIA DEL
DINERO EN LAS PERSONAS.
El dinero ha tenido a lo largo de la Historia muchos y
diferentes significados, que han ido adaptándose con los nuevos tiempos. De ser
simplemente un medio de intercambio y una medida de comercio ha pasado a ser un
valor central en nuestra escala de valores, en la que la posesión o no del
dinero (y su significado asociado), se convierte en la mayor y más importante
de las aspiraciones personales.
Hoy en día dinero se asocia a consumo, y consumo a
individualismo, cuando quizá sean otros los valores que se deben transmitir en
las sociedades de hoy como la solidaridad, el bienestar, la educación, la paz o
el desarrollo.
El dinero surge como un medio de intercambio, sin un valor y
que se asociaba a un valor concreto en determinados bienes y servicios.
Con el paso del tiempo la moneda va variando su significado
y su utilidad, y pasa a ser expresión del poder o de la representatividad
política o social.
El dinero ha tenido muchos significados a lo largo de su
historia (poder, comunicación, símbolo de cohesión social, medio de expresión y
profesión religiosa de la fe, instrumento de acceso a la eternidad y símbolo
protector contra los malos espíritus), pero hoy el dinero tiene significados
diferentes y muy variados. En una economía primaria se utilizaba el trueque
para intercambiar bienes y servicios. Con la aparición del dinero (monedas) se
sustituye el trueque por una regulación de precios que hacen las autoridades en
función del valor que tengan o del grado de necesidad que presentan.
Finalmente, y gracias al desarrollo de la economía, aparece (y se vuelve
invisible) el dinero ficticio o también llamado crédito, que servirá en parte
para evitar los colapsos financieros ocurridos en décadas anteriores, pero que
hace pocos años se convirtió en uno de los desencadenantes de la crisis tan
acuciante en la que estamos inmersos.
La importancia del dinero como valor en el neoliberalismo se
asocia al esfuerzo, al trabajo o al sacrificio. El fruto del trabajo es un
salario (más o menos justo), que es el que nos permite obtener previo pago o
intercambio, bienes y servicios. Creemos que se fomenta el individualismo, el
sacrificio, como medio de ascenso en los escalafones de la organización
empresarial o política, y como forma de obtención de más dinero.
Los triunfadores consiguen mucho dinero compitiendo en
deportes o apareciendo en los medios de comunicación de masas. Su objetivo es
el triunfo y la victoria a toda costa, caiga quien caiga. La victoria (y con
ello la obtención de dinero) está en lo más alto de su pirámide de valores, y
ponen todos los medios para conseguirlo.
Los triunfadores son más visibles socialmente y la gente se
les acerca, les escucha, les tienen en cuenta y adaptan sus palabras o sus
gestos. Los perdedores, sin embargo, pasan desapercibidos entre la multitud,
con una vida y un trabajo normales. Son conformistas por naturaleza y no
quieren mejorar su situación por miedo al fracaso o a la marca social. A veces
han sido personas que han luchado por defender sus intereses o han colaborado
para mejorar situaciones y se han encontrado con las dificultades y los muros
de la hipocresía, del olvido, del desinterés o de la burocracia administrativa.
El dinero indica a los demás quiénes somos y en qué posición
de la escala social estamos, provocando un acercamiento o un alejamiento según
se tenga o no se tenga. El tener dinero y demostrar que se tiene se convierte
en una forma de vida y en un estilo auténtico y único de cada persona, que
puede dar indicios o pistas a los demás para saber si merece la pena seguirla o
no. Pero también se puede aparentar y alardear de ser rico cuando no se es,
pues los pobres están peor considerados socialmente y muy pocos se acercan a
ellos para conocerles o entablar amistad con ellos. El que es rico o aparenta
ser rico tendrá siempre un mejor tratamiento, más atención y tendrá más
facilidades para hacer y cerrar negocios. La apariencia (y no sólo el dinero)
otorga una identidad propia y una identidad social. También el aparentar puede
llevar aparejado diferentes identidades
No por tener siempre se es, y el ser no siempre debe estar
ligado al tener. El ser, si realmente es, no tiene por qué necesitar dinero
siempre, y valora otras abstracciones, valores y cualidades humanas como la
amistad, la lealtad, la solidaridad o el amor a la familia o a los amigos. El
que tiene sin ser puede no tener todo lo que quiere, y sus expectativas de
satisfacción, sus niveles de felicidad, nunca van a ser completos; pero el que
es pero tiene muy poco o no tiene nada es feliz siempre con lo poco o mucho que
tiene.
En sociedades con prevalencia del ser se da una visión
negativa del dinero, al que consideran fruto de la explotación, de la
corrupción o del abuso del poder. Lo esencial en estas sociedades es el cultivo
de valores humanos que erradiquen esa obsesión por el tener o por el querer
tener. Por otro lado, en sociedades donde se favorece el tener se lamentan del
pobre y del desarraigado, y tienen el pensamiento de que la posesión del dinero
es la consecuencia del uso de habilidades humanas que son debidamente
premiadas.
Uno de los efectos secundarios de la posesión o no posesión
del dinero es la imagen positiva o negativa que tengamos de nosotros mismos. Al
tener dinero nos veremos bien y nos sentiremos mejor, más guapos/as y más
acordes con los tiempos, las modas y las necesidades sociales. El no tener
dinero, no poder acceder a tantos lugares, no poder conseguir ciertos bienes
socialmente reconocidos, puede generar una especie de depresión monetaria que
nos interiorice una imagen negativa o inepta de nosotros mismos, por la cual no
somos capaces ni de auto contentarnos. En este sentido hacemos referencia a la
exaltación o al ridículo, porque el dinero estigmatiza a las personas.
El recurso al dinero para lograr un objetivo no es algo
moderno, se lleva realizando hace ya muchos siglos. Si otras artes no funcionan
correctamente para conseguir información o realizar un trabajo, siempre se
puede acudir al recurso fácil y efectivo del dinero, pues está comprobado que
toda persona tiene un precio para que sea capaz de saltarse su código moral o
de conducta, y hacer lo que es ilegal, indebido o incluso traicionar a sus
amigos, jefes o familia.
¿Podemos imaginar un mundo sin dinero? ¿Qué pasaría si
nuestras actividades económicas no estuvieran reguladas por el dinero? ¿Qué
reacciones provocaría un modelo en el que el dinero como objeto-valor o como
medio cultural de la economía de una nación no estuviera presente? ¿Seríamos
capaces de sobrevivir y de hacer nuestra vida sin dinero? Son muchas las
experiencias que han intentado durante bastante tiempo animar a vivir sin
dinero y utilizar medios alternativos al mismo, pero con poco resultado para la
sociedad en general, puesto que no han tenido éxito. ¿Por qué no dejamos entrar
en nuestras mentes sociales otros modelos y otras formas de hacer economía?
Para muchas personas y muchas familias el dinero es el medio
para lograr ciertas cotas de bienestar, aunque siempre va a depender de lo que
entendamos por bienestar, puesto que bienestar puede ser la posesión de un
coche o de un piso en una zona lujosa, o bienestar puede ser dar de comer todos
los días a la familia o no tener deudas. De un modo o de otro, siempre el
dinero va a ser la medida del grado de bienestar que necesitemos o que queramos
vivir y disfrutar solos o en compañía de otros.
Si bien el dinero puede proporcionar o mejorar la felicidad,
lo cierto es que se convierte en un medio óptimo para conseguirla. La historia
del dinero ha sido la historia de un símbolo de poder y de grandeza que
permitía llevar la autoridad política o religiosa a los confines más apartados
de los antiguos imperios. La centralidad y la importancia del dinero en
nuestras sociedades actuales es indiscutible y merece una atención paciente y
profunda.
Hoy parece claro que el dinero es un medio de acceso a
muchos objetos y servicios, y que la falta de dinero provoca situaciones cuando
menos preocupantes. El dinero también influye en la justicia social cuando éste
no se redistribuye equitativamente entre todos o cuando el dinero se concentra
en una única o en unas pocas manos. La pobreza material depende de esto, de
cómo el dinero puede llegar a todas las personas con garantías y en condiciones
de igualdad. Y es que del dinero dependen muchos sectores y servicios y tiene
una poderosísima influencia en muchos ámbitos.
Eduquemos más y mejor en la cultura del compartir y del compromiso para el mundo del mañana, de manera que podemos adelantarnos de esta forma a la superación de las escandalosas diferencias que matan y que destruyen vidas preciosas. Aprendamos más a ser y consideremos en su justa medida el tener, para que de esta forma quien tenga mucho también pueda ser mucho, y pueda mirar a su alrededor y darse cuenta de la multitud de realidades que aún no conoce y que le esperan. Y recordemos que el dinero es sólo un medio y no un fin, puesto que nos hará personas mejores y más sabias, personas menos influenciables y personas más verdaderas y más humanas. No lo que vemos actualmente en la mayoría de gente rica de dinero, pero pobre de conciencia mental.
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