La historia de Yulissa.
Quiero
aprovechar el espacio para hablar de una mujer, joven aún, pero sin un futuro
promisorio.
Descendiente
de un matriarcado, su abuela, su madre, mujeres solteras, jamás tuvo en su vida
una figura masculina. Su madre, por esta y otras causas, siempre la maltrató
física y mentalmente, por lo que desde pequeña fue una niña solitaria, los
niños de su edad o más pequeños le tenían miedo, por su carácter agresivo, por
cualquier detalle o tontería, les pegaba, buscaba desquitar lo que le hacían en
su casa, con cualquiera en la calle. Así fue creciendo. Antes de cumplir los
trece años, su madre la deja al cuidado de su abuela, porque se va a buscar el
sueño americano.
Yulissa
al sentirse libre, cumplidos los trece años, conoce a un muchacho (joven pero
mayor de edad) de esos que van de otros estados o poblados, vendiendo productos
y artesanía casa por casa, le habla bonito, la convence y se la lleva a vivir
con él, siendo su primer destino un pueblecito cercano a la capital del Estado
de Oaxaca, ahí vivió con sus suegros y cuñados, posteriormente, hizo una parada
en Chalco, Estado de México. La edad de ella y el espíritu trabajador de su
pareja y familia, hicieron que aprendiera a agarrarle amor al trabajo y a la
calle, lo que la marcó. Sin embargo, a los aproximadamente cuatro años de
relación fuera de su estado natal, ésta terminó y regresó con su abuela, la
cual, por la edad, enfermedad y preocupación de no saber su paradero, había
fallecido años atrás, sin ella haberse enterado, su madre ya había regresado de
los Estados Unidos, trayendo consigo una niña de 3 años, nacida allá, su madre
ya tenía pareja, porque el presunto padre de su hermanita, resultó ser vecino
del mismo lugar, aunque como es natural, estaba casado y tenía más hijos, pero
esto no era impedimento para seguirle sacando dinero para su manutención.
Después
de la típica escena de gritos, reclamos y hasta una que otra cachetada, fue
aceptada con la condición de que se iba a portar bien y no se volvería a ir de
su casa. Simples palabras que no se cumplen. La mamá la mandó a buscar trabajo,
porque necesitaba llevar dinero a la casa, pese a ser menor de edad, si
encontró un empleo, en éste, las primeras semanas se mostró con ganas de
aprender el giro del negocio, pero debido a que, durante los cuatro años
anteriores, estaba acostumbrada a trabajar en las calles, hizo que el encierro
la aburriera y un día dejó de presentarse a trabajar, lo que coincidió con una
pareja que ya había encontrado (mayor que ella), y que la convenció de que se
fuera con él a vivir a la casa de su madre (se repitió la historia rara en el
ambiente popular mexicano, de un hijo sin padre), una casa rentada dentro de un
patio de vecindad.
Así
lo hizo, a los pocos días resultó embarazada, por fin, nació un niño en su
familia; por la alimentación, por la edad, ella embarneció, se puso más ancha
de caderas, las piernas le engordaron, además de que a su pareja le gustaba
lucirla, comprándole ropa ajustada que resaltara sus curvas. Lo que provocó que
le llovieran ofertas para cambiar de domicilio, resultando el afortunado (¿?)
un primo consanguíneo del papa de su hijo, que vivía en la misma vecindad.
Éste, al enterarse, con toda razón, para su escaso raciocinio, la golpeó,
originando que se llegara a las instancias jurídicas, es decir hasta lo que
antiguamente se denominada Agencia del Ministerio Público, ahí se perdonaron,
firmaron un convenio en el que ninguno se metería con el otro. Y él, le pasaría
en efectivo o en especie ayuda para su hijo.
Una
vez pasado este evento, ella cambió de domicilio a escasos metros del antiguo
(con otra suegra y otros cuñados), pero a menos de tres meses de estar ahí, una
madrugada fue sacada con su hijo y sus pertenencias a empujones de la casa,
ella buscó refugio con una amiga, de similares características de vida, al día
siguiente con arrepentimiento fue a buscar a su mamá, nuevamente, se repitió la
misma escena vivida años atrás, pero la volvió a recibir, bajo la misma promesa
y todo lo demás. En una ocasión, ya estando sola, golpeó salvajemente a su
pequeño hijo, no pudiendo ocultar las marcas visibles en su rostro, provocando
que el papá del niño la denunciara ante el DIF municipal, con esto, buscaba
quitarle la patria potestad, sin embargo,
ahí le pidieron un examen negativo toxicológico (es decir, que no
consumía drogas periódicamente), terminando ahí su idea, porque no pudo
acreditarlo. Dejando a su hijo en manos de la agresiva madre.
Yulissa
siguió su vida, coleccionando parejas ocasionales, porque no había un valiente
que le ofreciera casa y sustento, a cambio de amor, palabras y caricias falsas,
seguía trabajando en muchos lugares, en los que no duraba, hasta que por fin,
estuvo laborando en una casa, donde sustrajo joyas y dinero de la patrona,
porque se fue con otro hombre fuera del lugar, sin embargo, poco le duró el
gusto, sigue sola, viviendo con su mamá, hermanas e hijo (y es que la realidad
es que a muy pocos, hombres y mujeres, les gusta mantener y vivir con un hijo
que no es suyo), prostituyéndose ocasionalmente, igual que su madre, para poder
tener dinero. Así transcurre la vida de esta joven, actualmente de 21 años,
pero con una larga vida sexual, donde ha hecho de todo, legal e ilegal, pero
nada de provecho, pensando en darse una mejor vida, pero sobretodo, en darle un
mejor futuro a su pequeño hijo, al que dice amar, pero sus actos y acciones
demuestran lo contrario.
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