sábado, 28 de septiembre de 2013
Idiosincracia.
El mexicano es un individuo raro, disímbolo, especial, y todos los adjetivos que le quieran añadir.
En desgracias, en abundancia, en fiestas, velorios, tristezas o alegrías, son lo mismo; actúan de forma similar; están acostumbrados a recibir y recibir y a no dar, entre más se les da, sienten que ya es una obligación seguir ayudándolos, y si por alguna razón, motivo, causa o circunstancia, se deja de hacer, se molestan.
Pero si se les pide un favor, que represente un "esfuerzo" físico para ellos, se "indignan" y mejor se alejan, en busca de otros incautos que mantenga sus ociosidades intactas.
Si los tienes de empleados, en un negocio o (peor aun) en tu casa, buscan la primera oportunidad para atacarte, robarte o pasar información a otros para que lo hagan, no son agradecidos a la confianza que se les brinda al darles un salario decoroso para que vivan y puedan mantener a una familia, a que se les trate como uno mas de la familia, al esfuerzo que alguien hace por darles una opción legal y honesta de ganarse la vida, pero no les importa nada, tal pareciera que no piensan, que son unos animalitos sin domesticar.
Esto viene a colación porque una de las empleadas que tengo en mi empresa, se robó el IPad de mi hijo, que hasta el momento, no han podido encender y mucho menos utilizar, porque tiene candados que solo un experto puede eliminar, pero tampoco la devuelven, hacen el mal y jamás tienen la valentía de regresar las cosas que no van a ocupar, hacen maldades sin justificar el destino.
Durante las cerca de dos décadas que tengo con mi negocio, han desfilado muchas empleadas, la mayoría se han ido por su voluntad, porque hemos tratado siempre de justificar sus "fallas", en el sentido de que si fueran distintas, no lo serian, estarían mejor, social y económicamente, pero ni así, hemos logrado un céntimo de agradecimiento de parte de alguna de ellas, y una de estas estuvo casi una década con nosotros, ya era de la familia (comía con nosotros, tenía privilegios laborales, etc.) y ni así.
Lo económico, no me importa, porque estoy convencido, de que todo lo que viene rápido, así se va, y de que el que actúa con deshonestidad, siempre será un perdedor, lo que si me molesta, es el cinismo y la falta de valores de ese tipo de gente, porque hasta el día de hoy, no hemos encontrado un empleado digno de confianza. Todos, sin excepción, nos han fallado y mientras nosotros seguimos creciendo, ellos, están hundidos en el ostracismo y la mediocridad personal.
Lo mismo he podido observar en las desgracias recientes por los fenómenos naturales, la gente no es agradecida y mientras no consigan serlo, seguirán siendo castigados en su persona, familia y pertenencias materiales y económicas, pero lo peor, en su espiritualidad.
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